El racismo en el Perú se resuelve a través de “una pequeña charla”, según la Federación Peruana de Atletismo. En un comunicado oficial señalaron que luego de conversar personalmente con cada uno de los involucrados, la tesorera Marita Letts y el entrenador Jorge Chauca, y que ellos hayan conversado también entre los dos, el tema quedó zanjado y como si no hubiera pasado nada.

De esta forma se tapa la violencia racista que ejerció Letts contra Chauca, cuando este se encontraba dando una entrevista para el medio Radio Running Perú sobre la participación peruana en el Mundial de Trial en Argentina.

Según Letts, ella maltrató de esa forma a Chauca porque la atleta Thalía Valdivia tenía que hacerse la prueba antidopaje. En los gritos destemplados de Letts contra Chauca se muestra que no le importa que el entrenador esté brindando una entrevista, él tenía que obedecerle instantáneamente apenas ella abriera la boca, a eso se refiere cuando dice “si yo te llamo, tú vienes”. A que Chauca no tiene ningún nivel de agencia ni de voluntad, él debía obedecer ciegamente lo que ordenaba la tesorera.

¿Por qué es posible este trato contra una persona? La única explicación es la subordinación que existe entre ambos, no solo por la jerarquía de puestos de autoridad y tiempo de ejercicio en ellos (lo que le da poder a una sobre el otro), sino también por una historia de consolidación del racismo en el Perú, que le hace creer a algunos que seguimos viviendo en tiempos de la Colonia, en donde todo aquel que no era considerado blanco, tranquilamente podía ser humillado, discriminado, violentado y asesinado sin consecuencias para el violentador, y es más, con la casi total complacencia de las autoridades.

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En el comunicado de la Federación Peruana de Atletismo no hay ninguna referencia al racismo, pero lo que sí hay es una negación de lo sucedido al señalar que nunca fue la intención de Letts faltarle el respeto, humillarlo, incomodarlo, ni hacerlo sentir mal.

La FDA parece no saber que la intención del racismo siempre es faltar el respeto, humillar, incomodar y hacer sentir mal, naturalizando una situación de inferiorización hacia el otro racializado. De esa forma el racismo estructura su poder sobre las sociedades, condenando a determinadas personas a ser impactadas profundamente en su autoestima hasta el punto de creer que el color de su piel, su lengua materna y sus costumbres son las causantes y razones por las cuales se merecen esos tratos violentos.

La FDA nos está dando un ejemplo de todo lo que una federación deportiva no debe hacer para enfrentar el racismo que pulula en su interior. Pero ¿qué debió hacer? En primer lugar, debió reconocer la situación de humillación que vivió el entrenador, que tiene un nombre: racismo, volver a disculparse con él, sancionar administrativamente a Letts por ser reincidente en el maltrato a otros deportistas y comprometerse a que situaciones así no vuelvan a repetirse a través de la sensibilización y concientización de su personal en torno a una tara que perjudica a una gran parte de la población peruana.

Se necesitan medidas de intervención del gobierno mucho más efectivas y audaces que las propias respuestas de los gremios, sino, historias como las de Letts y Chauca seguirán repitiéndose.