Más de 80 años carga sobre sus espaldas Jorge Acuña, el mimo que, en tiempos de blanco y negro, alzaba un cartel en plena Plaza San Martín recordando lo que Mariátegui sostenía sobre la ética del trabajador/a del arte: “La burguesía quiere del artista un arte que corteje y adule su gusto mediocre”. Un clásico, y Círculo de tiza, el documental que cuenta su actualidad, por fin podrá ser visto en el 24° Festival de Cine de Lima a partir del 21 de agosto.

Lxs directorxs Jean Alcocer y Diana Daf Collazos trazan los pasos de un lúcido Acuña que se divierte bebiendo unos tragos con sus amigos, realiza ejercicios en medio de la selva o descansa tranquilamente en su casa de Estocolmo, país a donde se fue para no volver más, excepto el 2015 para recibir un premio del Ministerio de Cultura, y que no ha perdido un ápice de la locura que lo llevó un día, allá por los años 60, a darle la espalda a la burguesía y con una tiza blanca trazar un círculo en la Plaza San Martín para decirle al primer rostro que se le cruzó en el camino al levantar la vista: “Tú eres el espectador y yo el actor”.

La mirada poco complaciente de la hija y un sueño prostibulario acompañan también este recorrido de años para concretar la producción del documental del admirado mimo, que en tiempos de Jokers y artistas instantáneos buscó llegar al corazón del pueblo, ese que se arremolinaba en el Centro Histórico de Lima para pasar el tiempo mientras contaba las pocas monedas en el bolsillo y reír a carcajadas con la mirada lacónica y tierna de aquel que concentraba en sus gestos una fuerte disputa por el espacio público y la democratización del arte.

Hablan lxs directorxs

“La calle no es el final, sino es el comienzo de todo”
Jorge Acuña Paredes.

Es actor, mimo y narrador oral. Se hizo conocido en los años 70 por ser el primer artista en realizar funciones en la Plaza San Martín del Centro de Lima. Hoy tiene 87 años y a su edad no para de hacer presentaciones, viajar y vivir entre Lima y Estocolmo; tomar tragos con sus amigos y seguidores; e inventar nuevas historias o repetir las que siempre recuerda.

Para Jorge su vida es inseparable a su imaginación para contarla; y el personaje que se inventó es inseparable a su cuerpo. Tiene una larga vida de situaciones y experiencias que narra oralmente a modo de cuento, llevándonos y envolviéndonos por esa línea frágil donde transita la realidad y la ficción.

Recorremos y vivimos con él su actual universo disparatado y poético, vemos cómo su cotidiano se prolonga en una delirante escena que puede terminar en Iquitos, donde nació; en algún teatro en Lima, donde vivió y se hizo reconocido; o en Estocolmo, donde actualmente reside con su familia.

Lo seguimos en su andar lento y en su mente acelerada, en su cuerpo de 87 años y en su personaje de 35 años, que lo habita. Andar con él es meterse en un viaje de retorno al juego, la niñez, la poesía. Pero también un viaje hacia la dureza del paso del tiempo, la soledad, la vejez, lo marginal. Vamos en dos direcciones, recogiendo lo que ya vivió, y en ese mismo andar, viviendo su presente. Somos testigos y cómplices de cómo crea, recrea, nos cuenta y escribe su propia historia; de cómo usa su imaginación como arma para vivir” (21 de noviembre de 2018).