Luego del desastroso gabinete Valer, el presidente, sin asumir su error, anunció un “gabinete de ancha base” que podría remediar de alguna forma la constante desestabilización política en la que está inmerso el Perú, que viene desde antes de este gobierno, claramente, pero que Castillo no ha sabido controlar e incluso la ha disparado con pésimas decisiones al nombrar a ministros prontuariados, al participar en entrevistas que develan un carácter tendiente a la mentira y la mediocridad, y al tener un aparato paralelo que toma las decisiones por él y que deja en el aire cualquier cartera ministerial.

Lamentablemente, ese gabinete prometido no existe, 13 ministros, de 19, fueron ratificados, entre ellos el controvertido ministro de Transporte Juan Silva, el racista ministro de Cultura Alejandro Salas, y quien originó la crisis que terminó llevándose al exministro de Justicia Avelino Guillén y a la expremier Mirtha Vásquez: Alfonso Chávarry.

Y lo mejor del gabinete anterior, es decir Salud, con Hernando Cevallos, terminó ocupado por un charlatán que es la antítesis de la ciencia, y que en tiempos de pandemia se dedicó a promocionar la ivermectina, además de tener denuncias por corrupción por la compra de un tomógrafo valorizado en S/. 1’250,000, y que por mayor mérito tiene ser pieza cerronista en el gabinete, para cumplir la cuota del partido.

Ministerios que no generaban controversia alguna como Energía y Minas o Desarrollo Agrario fueron la renovación del gabinete Valer. En Justicia y Derechos Humanos solo hubo un traspase, pues el ministro se convirtió en premier. En Ambiente entró Modesto Montoya, reconocido científico, aunque sin trabajo previo en medioambiente. Y en Mujer y Poblaciones Vulnerables se eligió a Diana Miloslavich con el fin de silenciar las recientes protestas feministas que estaban empezando a realizarse por el giro patriarcal, colonial y neoliberal que estaba dando el gobierno de Castillo.

El Gabinete Torres es más de lo mismo, aunque con un mejor timing que el que tuvo Valer, por lo menos Aníbal Torres no se va a victimizar, pero su carácter explosivo probablemente le juegue en contra, con una prensa que lo ha cuestionado por decisiones que se consideran arbitrarias, como el despido del procurador anticorrupción, dejando abandonada hasta el día de hoy la Procuraduría, el despido de la jefa del Inpe, quien se negó a trasladar a Fujimori a una cárcel común, o algunos exabruptos como el ya legendario “muchachito tonto”.

Este es el gabinete con menos mujeres en la historia más reciente del Perú, solo tres conforman la nueva plana, y, al parecer, la lucha por la paridad se ha quedado en stand by, pues su principal impulsora se ha convertido en ministra.

Sin estrategia clara, sin una ruta homogénea para avanzar, el gabinete de la sobrevivencia del gobierno de Pedro Castillo da sus primeros pasos.