En la política peruana no suele haber incógnitas, sabemos quiénes están detrás de las vacancias de los tres últimos gobiernos, cómo funcionan los operadores de esta y para qué intereses sirven.

El fujimorismo, en este caso, es la fuerza que ha movido cada uno de los intentos, con golpe de Estado incluido, que nos ha colocado en una continua crisis política de nunca acabar. Si antes había algún tipo de limitación, en su intento de colocarse como una alternativa “respetable” y “democrática”, eso se perdió luego de la derrota de Keiko Fujimori contra PPK, herida de la cual la eterna candidata hija del dictador no pudo recomponerse.

No importa si el fujimorismo tiene un nuevo nombre, ya sea que se llame Avanza País o Renovación Popular, o si tiene a los partidos de siempre jugando a su favor, como Acción Popular, son ellos los que están detrás de la inestabilidad, ya sea con su brazo político que opera según las reglas de la democracia, a la que tratan de voltearle el brazo una y otra vez, inventando legislaturas para aprobar leyes al caballazo o nuevas atribuciones sin fundamento para tener un control total y no poder ser expulsados como en los tiempos de Vizcarra, o ya sea con su brazo fascista actuando en las calles y en las redes desatando una violencia nunca antes vista, amedrentando, insultando y difamando a diestra y siniestra a sus adversarios políticos.

Ya sea peleándose encarnizadamente con su hermano, llevando a la prensa al lodazal del que ya no saldrá o intentando por todos los medios (todos) no ir presa nuevamente acusada de lavado de activos, Keiko Fujimori no deja de mover sus piezas dentro del conglomerado político que le sirve a pie juntillas. La corrupción sigue a la corrupción, Patricia Chirinos ya lo está demostrando. De tener como líderes a los más corruptos del Callao, ahora pivotea a favor de los intentos de Fujimori de hacerse de un poder subalterno en el Estado peruano.

El tweet en donde hace referencia a la propuesta de Chirinos no deja de ser una falacia de inicio a fin. En este, ella supone que recién está tomando una posición, cuando ha intentado por todos los medios sacar a presidentes de su camino, con hechos, no con discursos. Luego asume que su decisión no tiene “cálculo político”, como si desconociéramos sus antecedentes, como si no supiéramos que es capaz de traicionar a su madre, a su padre y a su hermano con tal de conseguir sus fines. Para terminar con el discurso más vacío que puede tener un político que ha demostrado continuamente su manejo político: los principios y las convicciones.

Nada de eso pertenece a Fujimori, ella es la prueba fehaciente de que para muchos, la política es el espacio en donde se ponen en pausa, sobre todo, los principios y las convicciones.