El portal de noticias Ojo Villano, recoge la denuncia de varias alumnas y exalumnas contra un profesor de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Las agresiones de este profesor, al parecer, eran un secreto a voces, pero por primera vez se hacen públicas gracias a un nuevo proceso de tacha en curso contra Jorge Oswaldo Ramos de la Flor. 

Ramos de la Flor tiene 36 años dedicándose al periodismo, es catedrático de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, docente nombrado de la UNFV desde 1996 y el 2016 recibió un reconocimiento de la Universidad Jaime Bausate y Meza. 

Todas las agresiones dirigidas hacia las mujeres

Una de las características relevantes de la violencia que ejerce este profesor contra su alumnado va directamente hacia sus alumnas mujeres. Las alumnas de la Base 2017 que se decidieron a dar sus testimonios suman 6, las de egresadas son 2, y de la Base 2014, una. En total 9 mujeres que declaran el mismo modus operandi de este profesor: amenazas, deslegitimación, humillación, burla, inferiorización y creación de un ambiente hostil para quienes se convierten en sus víctimas. 

Violencias normalizadas

Estas violencias han sido naturalizadas por las y los alumnos bajo el tamiz de la exigencia universitaria, pero los testimonios señalan todo lo contrario. Estos son sus testimonios:

Insultos en donde animaliza a las alumnas

“Pasó que a una compañera le dijo: ‘¿Qué te pasa niña, por qué estás así? Mira que yo he estudiado medicina veterinaria’. Y lo dijo de una forma burlona, hasta él mismo se burló. La siguiente clase también se la agarró con ella y le dijo lo mismo”.

“En dos oportunidades se expresó mal. Estaba en clase y de la nada se me acerca y me dice: ‘¿Te pasa algo, hijita?’. Yo le respondí que no, que todo bien. Me dijo: ‘Yo sé de medicina, especialmente de medicina veterinaria’. Me incomodó mucho. Le respondí: ‘Profesor estoy bien, no me pasa nada’. 
En la segunda clase otra vez me volvió a decir que el había estudiado medicina veterinaria”.

Intransigencias y humillaciones

“Me dijo que mi pregunta estaba mal formulada y que le faltaba agregar algo, le pregunté qué. Me explicó, pero no le entendí y se lo dije. Ahí es donde me dijo: ‘Cómo es posible que vengas así a mi clase, el resto de tus compañeros me han entendido (cosa que no era verdad) y tú no. Estás mal, ¿cómo es posible que encima quieras defender algo que está mal?'”.

“Me dijo que era ‘una palabrera incapaz de formular preguntas inteligentes’. Calificativos mínimos si los comparo con los que continuó señalándome durante los otros dos cursos que llevé con él, donde tuve que tolerar, por miedo a ser reprendida, que me dijera que no servía para el periodismo, que por qué no era una estudiante con mayor capacidad como sí lo era, según  él, otra compañera de mi clase, la cual afrontó episodios igual de traumáticos a causa de la misoginia de este profesor”.

Amenazas con las notas

“Me dijo: ‘Yo voy a evaluar los exámenes parcial y final, las prácticas en clase, orales, participación en aula… y tú, por supuesto, desde ya tienes cero’”.

“Después, le dijo que iba a estar atento a los mínimos errores. Se lo dijo de forma muy amenazante, a cinco centímetros de su cara”.

“Yo defendí a una compañera y le pedí al profesor que evite ciertos adjetivos, porque a una compañera le dijo que él era veterinario como si ella fuera un animal. Yo se lo dije y él atinó a amenazarme: ‘Desde ya estás jalada’”.

Gritos y malos tratos

“Me dijo: ‘¿Tú no sabes saludar o qué? Le dije: ‘Profesor, disculpe, pero yo le he saludado con mi compañero, y mi compañero se lo puede decir’. Me dijo: ‘No, yo no he escuchado tu saludo. No sabes saludar, no sabes dónde estás, no te han enseñado en tu casa a saludar’, y más cosas. Yo le dije que podía preguntar a mis compañeros y me dijo: ‘A mí no me importa’. Luego entró y le preguntó a mi compañera si yo había saludado, y le dijo que sí. Él salió y me dijo: ‘No, no, yo no te he escuchado y no me importa’.

“Luego me miró solo a mí y me dijo: ‘¿Y usted qué tiene señorita? Encima de que llega tarde, no saluda’. Yo le dije: ‘Profesor, disculpe, yo toqué la puerta, me acerqué a usted y le saludé’. Lo que hizo fue gritarme y se exaltó demasiado. ‘¿Usted, señorita, qué se cree? Si en su casa no le han enseñado valores, yo le voy a enseñar a usted. Usted no es nadie para hablarme de esa manera’”.

“Me lo dijo de forma humillante, gritándome y exaltado porque lo corregí al decirle que sí lo había saludado. Solo bajé la mirada porque tenía ganas de llorar. El profesor me dijo: ‘Hey, te estoy hablando, levanta tu mirada. Ni siquiera eso puedes hacer bien’. Me lo dijo gritando. Me dejó al final y se puso a hablar con otros alumnos. Luego me dijo: ‘¿Y ahora qué voy a hacer contigo? Si te vas a seguir poniendo en ese plan, te voy a desaprobar y no vas a entrar a mi curso’. Ahí me quebré”.

Jaloneos 

“El profesor no escuchó mi saludo y cuando estaba a punto de sentarme, me agarró del brazo y me jaloneó afuera. Me dijo: ‘¿Tú no sabes saludar o qué?'”. 

Sus víctimas son mujeres

“El profesor tiene un trato con algunas personas, principalmente alumnas, que no es el más adecuado. El ambiente que hay en el salón en súper hostil”. 

“El profesor generalmente pregunta a mujeres. Si te das cuenta, todos los problemas en el salón han sido con las mujeres y es lo más claro que te puedo decir. Siempre está atento a qué estás haciendo. Hay chicas en el salón que hasta tiemblan cuando el profesor las saca a la pizarra”.

“Yo considero que el profesor sí trata peor a las mujeres porque en las 4 o 5 clases que he recibido siempre ha sido más hiriente con mis compañeras. Te comento, en la penúltima clase, a un compañero le dio su número e inclusive le dijo a qué hora y día podía llamarlo, ese tipo de confianza no lo tiene ni con su delegada”.

“Si te das cuenta, por los testimonios, todas somos mujeres. Inclusive, hasta para la entrega de trabajos nos trata peor. A los hombres les ayuda con más detalle. Con las mujeres es: ‘No has hecho esto’, ‘Esto está mal’. Está bien que te corrija, pero la forma en que lo hace… es peor con las mujeres”.

“Una vez Ramos dijo en clase que las mujeres tenían el IQ (coeficiente intelectual) más bajo que los varones, y luego dijo que las chicas solo venían a maquillarse. Vive fuera de época”.

¿Por qué un profesor que maltrata de forma reiterada a sus alumnas, siendo esta una práctica continua en todos sus años de docencia, sigue dictando clases en una universidad pública? Al parecer, el nombramiento, sus contactos, la normalización de la violencia y la indiferencia de las autoridades universitarias hacen que esta durabilidad en su puesto de trabajo sea posible, a pesar de las dos tachas en las que estuvo en curso.

Primera tacha

La Base 2016 presentó un proceso de tacha contra el profesor Ramos de la Flor e incluso se reunieron con la directora de la Escuela, Luz Orellan Marcial. En esta reunión, la directora recogió el pedido y procedió a hablar con el profesor, pero la situación se puso peor para los alumnos, quienes vivieron un ambiente aún más hostil y violento luego de la denuncia, como lo señalan en sus actas.

“El año pasado mi base le armó proceso de tacha, la decana lo recibió y lo pasó como cambio de docente, por eso el tío sigue en la escuela, porque siempre le hacen pasar piola”. 

Segunda tacha

Las y los alumnos del curso de Epistemología de la Base 2017, luego de los constantes maltratos, decidieron no asistir más a esa clase y presentar un proceso de tacha contra el profesor Ramos de la Flor. Debido a ello, la decana les aseguró que se realizaría un proceso de contratación de un profesor que lo reemplace, mientras se resuelve la tacha. 

“El profesor debería enseñarnos Epistemología, y lo que nos está enseñando es Metodología de la Investigación. Ahora, nosotros no asistimos a sus clases desde hace dos semanas. Nadie del salón. Hemos tomado esa medida porque no queremos seguir en su clase y no estamos dispuestos seguir tolerando más sus humillaciones. Hemos optado por la opción de no ir a sus clases hasta que se asigne un nuevo profesor. No ha entregado syllabus”.

“En una reunión celebrada el viernes pasado entre la decana de Ciencias Sociales y un grupo de estudiantes de diferentes bases, se tocó brevemente el tema de la tacha contra Ramos de la Flor. La decana explicó (acompañada del asesor legal de la facultad) que el proceso de tacha pasa por una Comisión de Ética de la Facultad, antes de ser elevado por el decanato a una Comisión de Ética de la universidad, que es la que finalmente decide, según el proceso, testimonios o pruebas, qué medida tomar con el docente”.

Ningún título ni trayectoria es justificación para agredir y humillar a las estudiantes. La Comisión de Ética de la Universidad Villarreal tiene en sus manos la posibilidad de mejorar el ambiente estudiantil, en particular del bienestar de las alumnas de Comunicación, frente a la violencia e intransigencia de un profesor que no ha sabido realizar su trabajo con ética.