Desde hace unos días hemos visto cómo políticos asociados y denunciados por corrupción están “alarmados” por el alto índice de muertes de bebés prematuros.

Hay varias causas para que mueran bebés prematuros, pero solo hay una para que políticos se aprovechen de esta situación. Las principales causas para que mueran no son la falta de incubadoras, sino las condiciones de salud de la gestante (infecciones urinarias, hipertensión arterial); que el 40% de las madres de bebés prematuros son adolescentes, muchas de ellas violadas; las propias patologías de un bebé que no ha podido desarrollar sus pulmones por pesar un poco más de medio kilo; la falta de especialistas neonatólogos; y todo un sistema estructurado para que lxs más pobres mueran más.

La corrupción no da paso a la imaginación

Pero eso no les interesa a los políticos corruptos ni a los profeto, a ellos les interesa usar al “bebito” para solazarse en sus muertes e intentar golpear a un gobierno. Usan al “bebito” como arma, no lo ven como a un ser humano, porque si les importara realmente el “bebito”, sabrían que el año pasado, en el mismo periodo, murieron el doble de bebés prematuros (2213), y que este año, a pesar de las malas condiciones, se ha reducido esa cifra a la mitad, lo que es un éxito.

Si realmente les importaran los bebitos, no forzarían a niñas violadas a ser madres, no obstaculizarían el acceso al aborto terapéutico, no intentarían meter por todos los medios a los padres conservadores a decidir sobre la educación que recibirán sus hijxs, no intentarían frenar las políticas con enfoque de igualdad de género, no buscarían deslegitimar al feminismo que intenta que las mujeres tengan poder sobre sus vidas.

Ellos lo que realmente quieren es que mueran más bebitos, y que más mujeres no puedan decidir, y que sigan siendo violentadas por la sociedad y por el Estado, porque eso les conviene. No tienen conciencia, solo tienen intereses.