La fotógrafa Galia Gálvez está viviendo acoso virtual desde hace cinco años hasta la actualidad y no encuentra una solución concreta para su caso, el sistema de justicia es lento y lleno de obstáculos, sobre todo si se trata de encontrar justicia y protección para las mujeres, lo que es una muestra de la indefensión en la que viven las personas acosadas en el Perú, sin salida para las violencias de las que son víctimas.

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Galia Gálvez cuando realizaba su investigación sobre la danza de tijeras.

Todo empezó en 2016, Gálvez realizaba una investigación sobre la danza de tijeras y es en el proceso donde se acerca Roberto Saire Llana, conocido dentro de la comunidad de danzantes de tijeras como Qaqanitti Puquio, quien se ofrece de forma desinteresada e insistente en ser su maestro en la danza. Galia, al tener una gran admiración por la danza de tijeras, accede a ampliar sus conocimientos sobre esta con Saire, que poco tiempo después empieza a acosarla y a proponerle entablar una relación sentimental, lo que ella no acepta y decide dejar de ser su alumna y cortar todo contacto.

En paralelo a estos hechos, dos cuentas de Facebook empiezan a interactuar con Galia, una de ellas es la del niño Puka Kinchka, niño danzante de tijeras, y la cuenta de Maribel Calle Valdez, madre del niño, quien le enviaba de forma insistente solicitudes de amistad. Pasado el tiempo, desde la cuenta de Puka Kinchka empieza a comunicarse Iris Quispe, que se presenta como la hermana del menor e hija de Calle Valdez, y quien manejaba la cuenta, cabe mencionar que Iris Quispe también pertenece a la comunidad de danzantes de tijeras.

Llega el 2018 y los mensajes de texto hacia Galia por parte de Roberto Saire no cesan, él sigue acosándola, así como las constantes solicitudes de amistad por parte de Iris Quispe, quien en el mundo de la danza es conocida como Killary de Andamarca.

En 2019, según Gálvez, Saire y Quispe promueven un linchamiento virtual contra ella en redes sociales por una fotografía en la que aparece con su pareja dándose un beso vestidos como danzantes de tijeras. Personas de esa comunidad los amenazaron con quemarlos por esa presunta “falta de respeto” hacia la danza, al mismo tiempo desde la cuenta de Waytita Costa salen unas imágenes de ella con una plantilla llamándola “estafadora”, el análisis que hace Galia sobre estas imágenes es que la plantilla es exactamente la misma que usaba Iris Quispe cuando acusaba también de estafadores a una familia en la comunidad de danzantes de tijeras.

Mano Alzada conversó con Galia, quien nos contó que los mensajes de odio y la intervenciones en sus cuentas no cesan, ella ha estudiado al detalle la forma en cómo están hechos los mensajes, las fotografía y las plantillas que intervienen su imagen para difamarla y está segura de que se trata de las mismas personas, pero aún no encuentra una respuesta clara contra la violencia que está viviendo.

Las denuncias, un trámite lento en el cual ya se pierde toda la confianza

Galia está decepcionada de las autoridades, en 2020 interpuso una serie de denuncias en el Poder Judicial, pero lo único que encontró en el camino es un proceso engorroso y una constante dilatación de su caso.

El 5 de febrero de 2020 denuncia ante el Ministerio Público a Roberto Saire e Iris Quispe, y descubre que Saire ya tenía un historial de denuncias por agresión (una por lesiones y otra por violencia física), además de acusaciones de estafa.

El 6 de febrero manda una carta notarial a Rómulo Huamaní Janampa, otro danzante de tijeras, para que se retracte, pues fue él quien compartió las imágenes que se encontraban en la cuenta de Wayquita Costa (quien según Gálvez sería Iris Quispe) sin ninguna verificación de lo que se le acusa.

En octubre de 2020, Gálvez acude al Centro de Emergencia Mujer de Surco, y dada la gravedad de las pruebas el CEM pide a la Fiscalía la detención preliminar y luego la prisión preventiva para los denunciados, además, demanda que la Fiscalía le comunique al Ministerio de Cultura estos hechos, pues existe un convenio con la Confederación Nacional de Danzantes de Tijeras, y los denunciados son miembros activos de la Asociación de Danzantes de Tijeras y Músicos del Perú. Por último, el CEM también pide medidas de protección para Gálvez y también para la periodista Nicol León, que estaba investigando el caso y que empezó a recibir amenazas por parte de los denunciados en diciembre de 2020 y febrero de 2021.

Galia Gálvez actualmente vive en el miedo y la zozobra porque los denunciados encuentran la dirección de su madre, a pesar de que el CEM y la Dipincri trataron de mantenerla bajo salvaguarda. Ahí han enviado dos cartas notariales intentando seguir dilatando el proceso. Gálvez teme por su vida y la de su madre, quien es una mujer de la tercera edad, ahora que ellos saben en dónde vive.

Pronunciamiento

El 14 de marzo, el Centro de la Mujer Flora Tristán se pronuncia por la falta de justicia y dilatación de la denuncia puesta por Gálvez. En el documento, señalan que el 88% de denuncias de acoso virtual son hechas por mujeres y que es necesario identificar céleremente a los autores y brindar protección inmediata a las víctimas, con la finalidad de prevenir otros delitos más graves.

La dilatación de las investigaciones perjudican a la víctima, pues las pruebas del acoso virtual se van perdiendo. Gálvez solicita insistentemente que el Poder Judicial acelere y resuelva su caso, pues considera que su vida, su integridad y su salud emocional ya fueron severamente perjudicadas.