Hace poco, el periodista Federico Salazar, columnista habitual de El Comercio desde hace varios años, y lector de noticieros desde hace décadas, publicó una serie de reparos hacia la ley orgánica de la Junta Nacional de Justicia, entre ellas, sobre todo, contra la paridad, una acción afirmativa que intenta nivelar la poca participación de las mujeres en cargos públicos.

Vamos a ir analizando una a una las razones por las que Salazar, un neocon, es decir, un liberal a ultranza con más afinidad hacia lo reaccionario que hacia lo progresista, sostiene que la paridad no tiene sentido.

Salazar sostiene que “la paridad es un cuento. Es el cuento de decir: hay tres mujeres en la Junta, por lo tanto, se defienden mejor los derechos de las mujeres; por lo tanto, se reduce el número de feminicidios; por lo tanto, cesa la violencia contra la mujer”.

Aquí lo que hace Salazar es mentir, ninguno de los argumentos a favor de la paridad sostiene que esta va a reducir los feminicidios o detener la violencia contra las mujeres, eso no se logra ni con cuotas de género ni con paridad ni con una presidenta mujer. Eso solo se logra con una educación que valore las diferencias entre hombres y mujeres, para entender cuáles son las desventajas de las mujeres, y erradicarlas, y que haga que poco a poco, desde pequeños, los hombres rechacen el mandato de una masculinidad tóxica que no solo mata a mujeres, sino también los mata entre ellos. Tres mujeres en la JNJ no defenderán mejor los derechos de las mujeres, como hemos visto con las congresistas mujeres que han votado en contra de la paridad, eso tampoco sucede, lo que hace la paridad es colocar a quienes nunca han estado por una serie de obstáculos, sobre todo de género, o sea de prejuicios y estereotipos, en cargos de decisión.

“Hacer de la ley una bandera política o, peor, electoral, es la degradación máxima de la legislación. Esta ley tenía que dar pautas de selección, organización y toma de decisiones de la Junta”.

Acá Salazar sostiene que hay intereses subalternos en la defensa de la paridad, una demanda que es exigida por las mujeres desde hace más de una década, y en donde las congresistas que hoy la defienden han estado apoyándola antes incluso de imaginarse ser congresistas algún día. ¿Por qué? Porque comprenden la necesidad de que se haga efectiva, sin mujeres participando en las decisiones políticas del país, para bien o para mal, se sigue gobernando desde el privilegio masculino, que lo ha tenido todo y no ve las diferencias que existen entre las vidas de hombres y mujeres, como no lo ve Salazar, porque él no ha tenido los obstáculos que tienen las mujeres para acceder, por ejemplo, a medios de comunicación, su primer trabajo se lo dio su padre, dueño de un periódico, ¿qué criterios de selección pasó Salazar para trabajar en el periódico del que sería heredero? Aparte de apellidarse Salazar, ninguno más, así que ¿meritocracia por dónde?

La causa de las mujeres tiene todo el derecho de convertirse en una causa política, es más, se necesita que más políticos asuman este tema como una causa, tal vez así este país sería un poco más sano.

“La Junta se encarga de nombrar, ratificar o destituir a jueces y fiscales. Con tres mujeres en este organismo, ¿se garantiza que las mujeres jueces y fiscales sean tratadas según sus méritos y con respeto de la ley? Si ese es el criterio, no se entiende por qué no se pide que la Junta sea solo de mujeres. ¿O el supuesto es que los hombres votan a favor de los hombres y las mujeres, a favor de las mujeres?”.

Sí, la presencia de mujeres en cargos de selección sí garantiza que nosotras seamos tratadas según nuestros méritos y con respeto. Las mujeres saben muy bien todo lo que cuesta llegar a cargos de poder y las experiencias que se viven continuamente en ambientes repletos de hombres y de machismo, hemos vivido tanto esas experiencias que, a las que tenemos las herramientas para identificarlas, se nos activa una alarma cada vez que nos damos cuenta que una situación de paternalismo, subalternización o inferiorización están ocurriendo frente a nuestros ojos. La cosificación, la infantilización y el mansplaining es recurrente en la selección de cualquier tipo de personal, situaciones que ocurren por la fuerte interiorización de los estereotipos de género en la vida cotidiana. Los magistrados no están lejanos a ello y juzgan no solo sobre la base de las leyes, sino sobre la base de sus creencias. Se necesitan miradas diversas para entender que se están cometiendo injusticias contra uno u otro grupo vulnerable. Se necesitan más mujeres a las que se les activen las alarmas.

“Detrás de esta bandera no hay sino discriminación contra la mujer. Este prejuicio en contra de la mujer nos dice: las mujeres no tienen méritos suficientes, así es que, mejor, ponemos unas mujeres en el proceso de selección. La mujer necesita una ‘ayudadita’ de otra mujer. Este es el presupuesto sexista que se revela al quitarle la careta al llamado principio de paridad”.

Salazar lo ha entendido todo mal, y tal vez no ha leído los diversos artículos y estudios realizado por expertas que han trabajado este tema con profundidad, lo que está diciendo la ley es todo lo contrario a lo que él afirma, es decir, las mujeres tienen los méritos suficientes para acceder a cargos de poder, pero la discriminación, la misoginia, los roles de género, la feminización de la pobreza, el techo de cristal, sumados al racismo y la homofobia, impiden que siquiera participen en un proceso de selección.

Sí, las mujeres necesitan una ayudita de otras mujeres, eso es lo que nos ha permitido sobrevivir a la caza de brujas, a las guerras, a la esclavitud, a la explotación, al genocidio, a las esterilizaciones forzadas, a la incapacidad de decidir sobre nuestros cuerpos, a la lesbofobia, a la transfobia, a los intentos de feminicidio, a la trata y a todas las injusticias que se han vivido hasta el momento. Sin esa ayudita de las mujeres, muchas no estaríamos acá ahora, estudiando, trabajando, haciendo política y luchando para que no solo la paridad sea posible algún día, sino para que llegue el momento en que no necesitemos de leyes que garanticen nuestros derechos, nuestra participación y nuestras vidas.