Esta ha sido la semana santa más extraña del mundo, sin días libres, ni campamentos ni viajes, pres@s por la cuarentena e inundad@s de películas y mensajes religiosos de todo calibre: desde mensajes que pedían misericordia a Dios para que nos “salve de la epidemia”, hasta memes con Jesús “echando a los banqueros” del templo. Para el catolicismo y para muchas iglesias históricas esta semana se celebran los acontecimientos centrales del cristianismo: la institución de la santa cena o eucaristía, y la muerte de Jesús y su resurrección, y millones de personas siguen estas creencias y participan de las celebraciones correspondientes de alguna manera. En otros años también hemos visto que nuestras iglesias se llenan en los diferentes servicios y que hay muchas procesiones.

¿Perú es un país realmente cristiano? La balacera del viernes en la noche en la clínica San Pablo pone de manifiesto que estas religiones tradicionales se practican por inercia, esta religiosidad es solo un barniz hipócrita que no ha penetrado en los corazones de sus seguidores, esta religiosidad que llena las iglesias no tiene nada que ver con el evangelio de Jesús y está mas emparentado con el pueblo enardecido que gritaba “crucifíquenlo”. Las reacciones misóginas, sexistas, machistas, llenas de estereotipos que han juzgado y apedreado a la mujer baleada, invisibilizando al macho agresor, tanto de la prensa como en redes sociales, solo demuestran el fracaso de estas religiones en inculcar valores humanos. Aquí tampoco se salvan l@s fieles de las denominaciones “evangélicas” porque su actitud ha sido la misma.

La historia nos cuenta que Jesús es un hombre que no sigue las costumbres de su época ni de su religión, que se acerca a las personas excluidas de su sociedad, a las mujeres, a l@s niñ@s, a l@s enferm@s,  para consolarlas, curarlas y decirles que otro mundo es posible, vemos a un Jesús que se deja enseñar por una mujer sirofenicia y que va madurando. Las palabras de Jesús, recogidas en los distintos textos antiguos, hablan de justicia, de amor, de perdón, de misericordia, hablan de acoger y no juzgar, hablan de hacer el bien y no publicarlo, hablan de acercarse a un Dios que sobre todo ama, que escucha, que cuida y que al que a veces no se le entiende, pero que desea la vida feliz de toda criatura.

¿Por qué, entonces, vemos que l@s “cristians@s” se dedican básicamente a juzgar, humillar y condenar a otras personas? ¿Por qué sus líderes están obsesionad@s con la vida sexual de l@s demás? ¿Por qué quieren controlar los cuerpos de las mujeres?  ¿Por qué desde casi el comienzo de la historia se dedicaron a invisibilizar y someter a las mujeres y a quitarles todo protagonismo dentro y fuera de sus grupos religiosos? ¿Por qué, desde hace siglos, los diferentes iglesias cristianas se dedican a hacer guerras entre sí o a apoyar a los tiranos que oprimen a su pueblo? ¿Por qué “cristian@s” pensaron que Jesús estaba de acuerdo con invadir continentes a sangre y fuego para imponer su “fe”? Y así tantas otras horrendas cosas que han comentido o que nos tratan de hacernos creer. Pues porque el movimiento de Jesús se institucionalizó y obtuvo poder y dinero. Porque se olvidaron las enseñanzas y las prácticas de Jesús y se copiaron o inventaron otras que no tenían nada que hacer con la esencia del Evangelio, y porque se dejó de lado al Abbá (papito) de Jesús y lo cambiaron por concepciones sangrientas y vengativas.

La Semana Santa termina con la resurrección de Jesús y eso es motivo de profunda alegría y de celebración y da inicio al llamado “tiempo pascual” que dura varias semanas. Animo a todas las personas que luchan por diferentes causas justas, a las mujeres, a las feministas, a las que luchan por el aborto legal,  a la comunidad LGTBIQ, a l@s que quieren otra forma de  sociedad,  a l@s vegan@s, al@s animalistas, y a todo tipo de activistas que no se dejen robar a Jesús por ninguna iglesia o grupo y disfruten de este tiempo pascual en el cual recordamos que Jesús vence la muerte decretada por  el prefecto romano y los sacerdotes de su pueblo, y de esa manera vence a cualquier otra opresión injusta de este y de cualquier mundo o dimensión. Jesús resucita y nada de lo que los líderes eclesiales enseñan desde su posición de poder y privilegio puede quitarnos a nuestro Maestro; él vivió la vida que libremente escogió por amor y esa libertad y ese amor son sus principales enseñanzas y las que deben guiar nuestro actuar como cristian@s.