Hambre, exclusión, violencia e indiferencia. Con todo sobre sus hombros, las mujeres de los asentamientos humanos El Andy, Torreblanca y El Mirador del distrito limeño de Carabayllo, sobreviven en medio de la pandemia y esperan que el segundo bono ofrecido por el Gobierno por fin les llegue, pues en la primera subvención la mayoría de ellas no fue considerada, por lo que se organizaron y recurrieron a tener ollas comunes que les permite hasta el momento alimentar a la comunidad y sobrevivir.

Esta situación la viven millones de peruanas y peruanos que se quedaron sin empleo, sin alimentos y sin subsidios del Estado. Había que responder para sobrevivir y por este motivo, la Red de Mujeres Contra la Violencia de Género de Carabayllo se organiza para sostener tres ollas comunes. Cada una alimenta a 180 personas por día y muchas veces, pese a los esfuerzos por conseguir recursos, no se pueden repartir las tres comidas diarias.

“Hoy en día estamos desamparados por parte del Estado, la indiferencia está aumentando y también la violencia. Estamos viviendo de algunas donaciones que nos llegan, pero la mayoría de las que viven en esta zona no les llegó el primer bono. Es urgente que llegue el segundo bono porque muchas mujeres se dedicaban a trabajar la venta ambulatoria y ahora no lo pueden hacer”, afirma Fortunata Palomino, presidenta de la Red.

Decenas de mujeres están sosteniendo este trabajo de manera gratuita y autogestionaria, lo cual afecta con sus posibilidades de reinsertarse al mercado laboral, mantener o lograr su autonomía económica.

URGE RESPUESTA DEL ESTADO

Con el cambio de Gabinete se espera que el Gobierno priorice que los sectores empobrecidos puedan acceder al segundo bono. Además, organizaciones feministas como DEMUS demandan que la presencia de la Ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Dra. Rosario Sasieta, signifique se impulse la Política Nacional de Igualdad de Género que transverzalice el enfoque de género en todos los sectores, más aún en este contexto de pandemia y reactivación económica.

“Es urgente centrar la atención en eliminar la discriminación estructural contra las mujeres, donde la violencia es la consecuencia más grave pero no la única. Se requiere trabajar en la prevención, con estrategias integrales y multisectoriales que permitan desterrar el machismo y promover que las mujeres logren su autonomía económica y ejerzan su derecho a la participación”, señalan las voceras de DEMUS.

DEMUS y Asociación Kallpa vienen impulsando la campaña “Vivir Sin Miedo, es nuestro derecho” en Lima y Cusco, respectivamente; con la finalidad de contribuir a cambiar patrones socioculturales marcados por el machismo, el sexismo y la discriminación.