La página de facebook Me too Perú publicó la denuncia de violación de una exalumna del periodista Zejo Cortés, quien trabaja en el diario La República como conductor del programa La Contra y dice ser escritor y poeta.

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El testimonio de la joven anónima relata una experiencia de violencia sexual cometida contra ella por parte de quien en ese tiempo fuera su profesor en la universidad.

Según la publicación, ella tenía 19 años, cursaba el sexto ciclo de su carrera y Cortés la invitó a salir, siendo su profesor, con el pretexto de regalarle unos libros. En el encuentro le ofreció alcohol, ella se emborrachó rápidamente y él abusó de ella en un baño de un grifo. Les dejamos el testimonio completo.

Testimonio

“Tú no tuviste la culpa, todo estará bien, ya no llores, vamos a salir de esta, esas frases la pronuncié una y otra vez aguantándome el llanto para que nadie me oyera, mientras caía el agua sobre mi cuerpo, como si de alguna forma esa ducha me ayudaría a sentirme limpia, a sentirme menos avergonzada, menos abusada, porque sí, eso es lo que fue, una violación. Y tardé mucho tiempo para darme cuenta de ello. Muchas veces invadida por el insomnio trataba de recordar los tortuosos pasajes de lo que pasó aquella noche, esa en la que aquel sujeto pasó de tener mi admiración a convertirse en mi verdugo, en la experiencia que nunca vi venir.

Tenía 19 años y cursaba el sexto ciclo de mi carrera universitaria, él era mi profesor. Al principio como todo supuesto “joven docente” trató de simpatizar con la clase usando términos más coloquiales, presentándose como el intelectual con el que se podía confiar, como el entendedor de la coyuntura nacional porque ojo, él venía de hacer unos supuestos estudios en España, había escrito un par de libros, era docente universitario y trabajaba como periodista en La República , medio en el que actualmente trabaja entrevistando a artistas “independientes” en “La Contra”(nombre del programa). 

Su aparente nobleza, su respetuoso trato, y el hecho de que hiciera poesía, fue lo que generó que yo lo admirara, lo idealicé a tal punto, como un gran profesional y un día cuando llegué tarde a una clase suya, mientras el resto del salón estaba en parejas por una dinámica que él había planteado, la cual consistía en realizar una entrevista mutua y al verme que yo no tenía con quién hacerla, se acercó a mí y me propuso que yo le hiciera las interrogantes pertinentes. Fue en ese lapso de tiempo que luego de conversar sobre temas y gustos a fines entablamos una aparente amistad, amistad que luego trascendió a que habláramos por Facebook, y me invitara posteriormente a algunos de sus recitales, que nunca fui. Pues al principio no me parecía correcto, yo era su alumna y él, mi profesor. Sin embargo, el hecho de que surjan más conversaciones fue porque me enteré que tenía a casi toda la clase agregada a su cuenta de fb y lo vi normal, nada personal. En varias de esas conversaciones, empezó a decirme lo linda e inteligente que le parecía, la pasta que veía en mí en la poesía, (porque sí, al principio me gustaba escribir pero luego de lo que pasó, traté de alejarme de todo aquello que me trajera malos recuerdos, hasta ahora) y con el cuento de darme algunos de sus libros, me citó en una de las estaciones del metropolitano.

Claramente no intuía absolutamente nada, no vi ningún tipo de peligro, ni las malas intenciones que él tenía, puesto siempre se refería con respeto y propiedad cuando hablábamos. Al vernos, salimos de la estación y me dijo que me llevaría a un lugar muy particular pero que antes, iríamos a una tienda porque tenía sed, fuimos y al estar ahí, me ofreció una gaseosa a lo que yo repliqué diciendo que un agua estaría mejor, sin embargo él optó por comprar una gaseosa y una chata (trago), me pareció extraño pero no dije nada, caminamos hacia aquél lugar y resultó ser la parte trasera de unos edificios en el que había un jardín, allí estuvimos conversando hasta que él empezó a ofrecerme de la mezcla de su trago, y le dije que no tomaba porque me hacía daño, justo en ese momento alguien me llamó y me entretuve unos minutos hablando por celular, luego ofreció su ron puro, y me dijo que así ya no me haría daño, yo titubeé , me puse nerviosa y accedí, pensé ¿qué podría pasar si estamos en la calle?, hay gente pasando. 

Luego de ese trago me movió la cabeza y a los minutos vinieron otros más, me sentí rara, continuamos hablando y se hizo tarde y ya tenía que irme, pero que antes quería ir al baño y no podía aguantarme hasta llegar a casa, estaba muy lejos. Entonces, caminamos hacia el minimarket de un grifo y comenzó la pesadilla, (había tardado tanto tiempo en armar el rompecabezas de esa noche que por fin recordé como terminé ahí), entré al baño para orinar, ya sintiéndome mareada mientras estaba sentada orinando, él entró intempestivamente con una cara de sorpresa, o tratando de disimular su mal acto, pero yo me sentía tan mal que solo di unos pasos y le pedí que saliéramos, a lo que él se acercó y nos besamos, entre toda esa confusión, le pedí nuevamente salir y empezó a tocarme y yo no hacía nada porque me sentía mal, hasta que me senté en el piso de ese gran baño y él, se puso sobre mí, por el estado en el que estaba recuerdo nublosamente que en repetidas ocasiones le dije que no quería, explícitamente le dije “no quiero salir embarazada” y él me preguntó si era virgen (lo era hasta ese momento), a lo que no respondí y empecé a gritar, me dijo te van a oír, se paró y salió, yo me quedé ahí esperando que se me pase lo mareada, sin embargo entró nuevamente y se bajó los pantalones, me mostró el preservativo que había comprado y posteriormente, solo recuerdo mis quejidos de dolor y el camino de regreso a casa completamente sola, mareada y confundida por lo sucedido.

Hasta ahora me pregunto cómo llegué a casa. Lo peor de todo es que tuvo la sinvergüencería de firmarme los libros que habían sido motivo de ese nefasto encuentro, y nunca pude enfrentarlo ante las autoridades pertinentes porque sentía culpa, la maldita culpa de haber aceptado una invitación, de haber aceptado beber y marearme tan rápido aunque siempre tuve mis dudas sobre lo que pudo haberme puesto en el vaso mientras yo recibí la llamada y la insistencia de que tomara con él, lo increíble es que al día siguiente, al despertarme y darme cuenta de lo que me había pasado, solo atiné a reclamarle por inbox y él tuvo la desfachatez de decirme que lo lamentaba y que no volvería ocurrir algo así en “esa magnitud”, para rematar en esa semana debía rendir mis exámenes de fin de ciclo y para colmo tenía clases con él y no podía faltar porque hacerlo era perder mi examen y eso repercutiría en mi ponderado, por lo que siempre me esforcé en mi vida universitaria, y aun así con toda la rabia tuve que entrar y verle la cara, terminé rápido mi examen y él salió detrás, sin importarle que adentro estaban todos dando examen, en un intento desesperado trató de justificarse y me dijo que esperaba que lo pudiera “disculpar”, él sabía lo que había hecho, él no estaba mareado, él planeó todo y yo caí. Luego de eso, preferí callar porque me dije, es una persona joven y ha logrado todo eso en su vida, una denuncia lo aplastaría por completo,!aun habiéndome dañado yo pensaba en NO, joderle la vida a él!, cuando me llamó unas otras veces para decirme que había escrito poema inspirado en mí y que quería mostrármelo o invitarme al circo, yo solo lo escuchaba y me negaba.

Esa situación me ha perseguido mucho tiempo, sanarme ha sido un proceso largo, dejé de beber alcohol por más de un año y medio y solo después de años pude restablecer una relación amorosa y sexual consentida, como siempre debió ser. 

Si bien no pude hacer algo en su debido tiempo, por los diversos factores que nos conlleva como víctimas de una agresión a callar, a sentirnos avergonzadas, humilladas, al fin pude quitarme esta mochila tan pesada, porque mi testimonio se parece a muchos otras compañeras que con valentía han denunciado, porque estoy segura que esto suma a que muchas más mujeres se den cuenta que un docente no puede trasgredir las paredes de un aula, que dejen de normalizar los “cumplidos” que nos hacen personas que solo deben dedicarse a su labor de impartir clases, y porque este tipo de sujetos calculadores como él, continúan perpetrando este tipo de actos repudiables que solo gustan de vanagloriarse de su posición, del poder que le otorga ser docentes, ellos siguen rondando y buscan que otras jovencitas caigan, con su doble discurso. Pero ahora todas y todos sabrán quién eres, ya no será más un secreto”.