Hace algunos meses leí en mi red social un post que decía: “¡Viva el patriarcado!”. Me causó una profunda tristeza, porque quien lo escribió es una joven docente que, día a día, siembra estas ideas erradas y violentas en niñas, niños y jóvenes.

Así como ella, existen muchas mujeres que hablan y escriben con amargura y burla todo lo referente al feminismo, comparándolo incluso con el nazismo. Por ello, me gustaría que este texto lo lean muchas mujeres que ven al feminismo como un enemigo, para que, tal vez, en algunos minutos puedan encontrar alguna respuesta que les ayude a entender esta lucha y a desmontar algunos prejuicios.

El patriarcado tiene una serie de postulados en donde se justifica diciendo que es una construcción social válida porque así ha sido siempre desde el origen de los tiempos y que las mujeres pertenecemos al género que tiene y debe ser tutelado, incapaces de tomar decisiones propias, aunque estas afecten nuestra vida.

Otros dicen que el machismo ha desaparecido hace más de cien años. El patriarcado es un mito y un invento para victimizarnos. Incluso aseveran que el feminismo es odio puro hacia los hombres y está en contra de la familia como núcleo de la sociedad. Patrañas, puras mentiras.

Querida antifeminista, los derechos que hoy ostentas son producto de una lucha feminista. Luego de aquel trágico incendio en la fábrica de camisas en Nueva York en 1911, en donde encontraron la muerte 126 trabajadoras textiles, esta desgracia trajo consigo la creación de normas de seguridad y de salud en el trabajo para las mujeres. Ellas enarbolaron la bandera de la rebeldía ante el sistema opresor con marchas, manifestaciones, plantones, huelgas de hambre.

Con el paso de los años y los distintos movimientos feministas, se logró la emancipación del mundo doméstico de las mujeres; accediendo a la educación, a la profesionalización, al sufragio, el acceso a anticonceptivos, incluso a decidir sobre nuestra forma de vestir. Increíble ¿no?

El feminismo es un cambio radical del modo hegemónico del pensamiento. Hay distintos tipos de feminismo como mujeres en el mundo, es un constante tejido comunitario y social que nos permite la búsqueda por la obtención de la igualdad de condiciones, de oportunidades y de derechos fundamentales, paridad política y justicia social. Es una lucha permanente por la no expropiación de nuestros cuerpos, decisiones sobre ellos y sobre nuestros derechos sexuales y reproductivos.
Cientos, sino miles de mujeres han vivido y luchado sin saber que eran feministas. Porque antes de 1837 este término no existía todavía.

Cada una de las olas feministas ha ido desmontando poco a poco la falocracia y aún ahora seguimos en la lucha. No vemos a los hombres como enemigos, los vemos como la primera víctima del mandato patriarcal.

El empoderamiento femenino no quiere decir que queramos ejercer dominación sobre los hombres, significa generar autoconfianza y seguridad en la toma de decisiones y en la intervención de los ámbitos tanto públicos y privados, legitimando nuestros derechos humanos.

Les cuento. Hace unos días, iba de camino al mercado y venían en sentido contrario una niña empujando un lindo cochecito con una muñeca dentro, atrás de ella venía pedaleando su hermanito, un bello triciclo. Detrás de ellos caminaban sus padres, mientras el papá le iba diciendo a su hijito que cuide a su hermanita.

Hace diez años esa escena no me hubiera causado ningún tipo de cuestionamiento, pero hoy, me dolió. Me dolió por esa niña a quien le están haciendo creer que su único futuro será el de ser ama de casa y madre; que solo los hombres pueden ser capaces de ir sobre ruedas y comerse al mundo. Que ella solo sirve para acunar y servir. Que ella necesita que la cuide siempre un hombre.

La lucha feminista ha hecho posible poner sobre la mesa el enfoque de género, ya que, lo lúdico, que parece tan inocente y común como optar por regalarle a las niñas siempre muñecas y cocinitas; y a los niños, carritos, triciclos y patinetas, implica darles aquellos mensajes subliminales a nuestras infancias y encasillarlos en un determinado rol en la sociedad.

La pedagogía ciudadana y ahora la educación pandémica casa adentro, tiene una gran responsabilidad para seguir formando el pensamiento crítico en clave feminista. El feminismo no es revancha. El feminismo es reivindicación. Necesitamos cambios radicales estructurales de género. Practicar habilidades sociales nuevas, deconstruirnos culturalmente y desmontar aquella pandemia llamada violencia machista. Sembrar sensibilidad feminista en nuestras niñas y niños, hacer que florezca esa gran marea verde que nos hará libres. La revolución será feminista o no será.