Señores futbolistas, si ustedes no fueran parte de la selección peruana o no hubiesen llegado a un equipo profesional dentro o fuera del país, ustedes seguirían siendo ese-tipo-de-personas que el fujimorismo odia y su entorno derechista asquea por sus escasos recursos, su educación precaria, sus rasgos físicos y su color de piel. Ellos serían sus victimarios.

La vulnerabilidad económica, social y cultural de la que ustedes provienen, al igual que nosotros (la mayoría de peruanas y peruanos), continúan produciendo falta de oportunidades y racismo, que, estoy seguro, ustedes también padecieron antes de obtener los privilegios a los que han accedido gracias a los millones ganados jugando al fútbol. Nosotros, a diferencia de ustedes, no tenemos las joyas, los relojes, la ropa o las propiedades que les han permitido ser socialmente «asimilados» (a ese mundo que el capitalismo ha diseñado para unos cuantos).

El siglo pasado, mientras ustedes entrenaban, en todo el país, pero sobre todo en las sierras y en las selvas peruanas, el criminal, corrupto y dictador Alberto Fujimori nos mataba, violaba, desaparecía, secuestraba, esterilizaba, amenazaba, difamaba, acosaba, etcétera, a vista y paciencia de su hija y primera dama, hoy candidata por quien ustedes llaman a votar.

La misma suerte hubiesen corrido ustedes si su talento y las condiciones no se hubiesen alineado para que lleguen a donde están (estoy seguro, con mucho esfuerzo). Por eso les pido, con mucha humildad y respeto, que entiendan que el talento no es solo la habilidad para realizar una actividad específica, sino que implica también una vocación para entender el contexto históricopolítico en el cual el talento se desarrolla y mediante este promover la igualdad de derechos para todos y todas.

No obstante, si ustedes comparten los valores e intereses malsanos de los fujimoristas en general y de Keiko Fujimori en particular (que continúa ensalzando los crímenes de lesa humanidad de su padre), sería mucho más conveniente y honorable que lo así lo expresen, en lugar de querer hacernos creer que lo hacen por miedo a que Pedro Castillo sea comunista (cosa que cada cinco años la derecha le endilga a un candidato de izquierda); o peor aún, que lo hacen en favor de la democracia, la que, estoy seguro, no podrían entender (y menos definir) si no tienen la suficiente empatía para ver a través del cristal polarizado de sus autos del año.