La falta de información, la información incorrecta o la información deliberadamente engañosa ha causado estragos en la salud mental del país, principalmente gracias al Estado y a los medios de prensa, que desde el inicio de la declaratoria de Emergencia fomentaron la paranoia, primero: haciendo sentir culpable a toda la ciudadanía por el contagio de sus familiares; segundo y más terrible todavía: amenazando con no volver a ver a nuestros seres queridos si estos morían por COVID-19.

En reiteradas oportunidades el presidente insistió en que los cadáveres por coronavirus, por medidas sanitarias, debían ser incinerados y que nunca más volveríamos a ver los cuerpos de nuestras madres o hermanos. Pues bien, hace ya dos meses la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió el documento titulado: «Prevención y control de infecciones para la gestión segura de cadáveres en el contexto de la COVID-19», en el cual puntualiza:

«(…) los cadáveres no transmiten enfermedades. Está muy extendida la creencia de que es preciso incinerar a las personas que han muerto de una enfermedad transmisible, pero eso no es cierto. La incineración es una cuestión de elección cultural y de disponibilidad de recursos. Hasta la fecha no hay pruebas de que nadie se haya infectado por exposición al cadáver de una persona que haya muerto a causa de la COVID-19».

La irresponsable comunicación no solo ha causado miedo en peruanas y peruanos, sino también ha traído como consecuencia la contradicción entre lo anunciado y hecho por el Ministerio de Salud, el cual en la Directiva Sanitaria N° 087 -2020-DIGESA/MINSA para el manejo de cadáveres por COVID-19, especifica que «el cadáver puede ser inhumado o cremado según decisión del familiar directo». Esto quiere decir que, al poder ser enterrado o incinerado, la familia podría velar a sus seres queridos —cumpliendo las medidas preventivas necesarias— según su fe.

El buen manejo de la información debe traer como consecuencia el sinceramiento del gobierno y los medios de prensa para comunicar y formular protocolos en pro de la ciudadanía, no para causar pánico y estrés cuando estos síndromes son los que debilitan nuestro sistema inmunológico y nos dejan más vulnerables ante cualquier virus.