¿Qué ocurre cuando un país sumido en la corrupción asume de forma pasiva años de atropellos? Fujimori, Toledo, García, Humala, Kuczynski del sillón presidencial al banquillo de los acusados. Vizcarra. Congreso disuelto. Moción de censura 1. Moción de Censura 2. 105 votos. Vizcarra Fuera. Entra Merino. La ciudadanía responde, sale a la calle en pandemia aún con las restricciones, la policía reprime. Pero esto no se trata de Vizcarra, desconocer a Merino es desconocer los mecanismos mediante los cuales se convirtió en Presidente y voilà, aquí está el andamiaje que sostiene corruptos, que restringe la labor del Estado, que pone las instituciones al servicio de las mafias y las élites, que precariza la vida de los y las peruanas: la constitución de 1993, una clase política corrupta e hipotecada y una ciudadanía ausente. 

Estos meses nos decíamos a nosotras mismas que Vizcarra debía quedarse hasta que culmine su mandato; luego, que lo investiguen por los presuntos delitos que cometió, peor sería tener de Presidente a uno de esos corruptos del Congreso, también denunciados e investigados por infinidad de delitos. Vivíamos con esa suerte de resignación con la que hemos aceptado todo, con la que hemos votado y nos hemos divorciado de la política. “Todos son corruptos habrá que elegir al menos malo”, así llegamos hasta aquí.

No es una casualidad el impacto de la pandemia del COVID19 en nuestro país, cuyo sistema sanitario precario les costó la vida a miles de peruanos y peruanas, no es un designio de dios el hambre ni el desempleo, no es un azar del destino que la impunidad de corruptos y violadores, no es resiliencia sufrir para estudiar, aprender a sobrevivir. No hay que acostumbrarse a vivir con la miseria, hay que combatirla.

No quiero seguir firmando actas de capitulación, no quiero seguir conformándome con lo que tenemos, estoy cansada de soñar poquito, de pensar que lo que hay es todo lo que podemos ser. Porque estoy convencida que este país puede ser más, porque cada día veo a la gente luchar a pesar de la violencia, de la pobreza, de las decisiones injustas, del Estado ausente o del Estado que estando presente no protege a la ciudadanía, sino que la reprime y criminaliza.

No involucrarse en la política, renunciar a la palabra y a la acción son los errores más grandes que pueden cometer los y las ciudadanas, la democracia existe porque el pueblo la defiende, porque el pueblo decide, porque el pueblo pone el pecho en las calles y puede cambiar las cosas.

Es momento de recuperar la voz, de sacudir este sistema que ha sido construido sobre nuestra desidia y silencio, en medio de la represión y la violencia, que ha costado tantas vidas. El poder institucional es el poder que nosotros hemos delegado en las personas a las que elegimos para representarnos, el poder es nuestro, solo hace falta que lo recordemos, que plantemos cara a nuestros problemas, que digamos fuerte y claro: esta clase política no me representa, no gobierna para nosotros y nosotras, que se vayan o los sacamos nosotras. Esta Constitución fue escrita en dictadura a la medida de quienes tenían el poder, que siga vigente implica que consentimos su legado, no la queremos más porque somos mejores que esto, porque podemos y queremos cambiarlo todo.

Foto de portada: Ana Karina Barandiarán.