Intelectuales y activistas se pronuncian sobre las afirmaciones de Héctor Béjar
Diversos intelectuales y activistas de izquierda se han pronunciado sobre las afirmaciones del canciller Héctor Béjar, hechas en espacios académicos, acerca de dos hechos particulares: la implicancia de las fuerzas militares en actos terroristas y la intervención de la CIA en el fortalecimiento de grupos subversivos, frente a la campaña de demolición y mentira que la derecha está organizando para que renuncie o sea censurado por el Congreso.
Acá les dejamos sus consideraciones:
Cecilia Méndez
Es insólito que se pretenda censurar al canciller (¡mucho antes que fuera canciller!) por decir una verdad histórica: que el terrorismo en el Perú no empieza en 1980. En la disciplina histórica las cronologías no se establecen por dictadura, son siempre debatibles y cambian no solo de acuerdo al tiempo sino al lugar.
La razón por la que esto no se entiende es que se usa el término “terrorismo” como si fuera sinónimo del PCP-Sendero Luminoso, como si se tratara del único terrorismo que hemos tenido en nuestra historia. De hecho, como explico en mi capítulo “The Paths of Terrorism in Peru”, que es parte del libro The Cambridge History of Terrorism (2021), el término entra primero al vocabulario político del Perú e Hispanoamérica en el siglo XIX (en realidad, un poco antes) para designar el terrorismo de estado, como se usaba en Francia en alusión al gobierno del Terror durante la Revolución Francesa. Es solo en el transcurso del siglo XX — y en términos legislativos hacia el final de la década de 1940, con Odría— que el término deja de referirse al terrorismo de estado para designar la violencia ejercida contra el estado y se empieza a crear, a partir de entonces, una legislación acorde, con el fin de reprimir al APRA y al Partido Comunista.
En mi artículo explico las razones de cómo y por qué se dio este cambio entre los siglos XIX y XX y de por qué en el Perú se ha vuelto tabú hablar de terrorismo estado. Por favor, políticos, opinadores, congresistas, periodistas, lean mi artículo y el libro (con perdón por la repetición del post, la coyuntura obliga).
Analizar el terrorismo en la larga duración no convierte a nadie en terrorista ni simpatizante del terrorismo. Es un ejercicio necesario para desbloquear un trauma en la conciencia histórica el país. Y que pare la caza de brujas.
Christian Wiener
Algunas precisiones sobre lo dicho por Héctor Béjar antes de ser nombrado ministro de Relaciones Exteriores:
1) El terrorismo no es una ideología, es una práctica, un método para aterrorizar a la población que puede ser usado por grupos de diverso signos políticos, e incluso religiosos, además de los propios Estados. Según la RAE es: “Dominación por el terror. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.”
2) En América Latina las acciones terroristas no han sido exclusividad de grupos radicales de izquierda. Ahí está Patria y Libertad en Chile, la triple A en Argentina o los grupos paramilitares y del narcotráfico en Colombia. También se puede mencionar a los sectores anticastristas, y ahora antichavistas, en Miami.
3) Las prácticas terroristas no se iniciaron en el Perú con el senderismo en 1980. Antes de ello puede rastrearse desde los años treinta acciones violentas de militantes apristas y otros grupos políticos. Los antecedentes más cercanos se dan en los años del gobierno militar de Velasco con atentados con armas e incendios varios que hasta los propios servicios de inteligencia norteamericana, según revelaciones de Wikileaks, señalan a sectores conservadores de la Marina cómo responsables. No hay que olvidar también la participación del gobierno de Morales Bermúdez en el Plan Cóndor (por lo que se encuentra condenado a cadena perpetua por la justicia italiana) con el secuestro en Lima a un grupo de montoneros refugiados, que aparecerían luego muertos en España.
4) El llamado inicio de la lucha armada en mayo de 1980 fue decisión de la cúpula senderista, encabezada por Abimael Guzmán, como se ha documentado en diversas investigaciones. Sendero, como también luego el MRTA, hicieron uso de acciones terroristas, muchas de ellas brutales, pero no se pueden considerar exclusivamente como tales. Luego aparecieron también grupos paramilitares como el Comando Rodrigo Franco o el Grupo Colina, entre otros, que hicieron uso de acciones terroristas.
5) ¿La CIA creó a Sendero Luminoso? No hay ninguna evidencia para esa afirmación. Es cierto que la agencia de espionaje norteamericana no ha sido ajena a complots en la región en plena guerra fría, pero esa hipótesis no parece entender las dinámicas políticas propias en esos años en el país. Otra cosa muy diferente sin embargo es que con el conflicto interno en curso, sectores de la CIA no desearán acabarlo rápido, para desgastar a la izquierda y el movimiento popular que era fuerte en el Perú. Es un tema todavía por investigar, pero hay datos que no se pueden dejar de lado, como porque el gobierno de Fujimori a fines de 1990 no quiso capturar al líder senderista, a pesar que lo tenían ubicado en Lima.
6) No se puede negar que en los años del conflicto armado interno, la infantería de Marina fue una de las armas más duras y violentas en la represión y violación de los derechos humanos, con la matanza en El Frontón, o la desaparición del periodista Jaime Ayala por el comandante Camión, luego encubierto por los altos mandos de la institución; entre otros casos.
7) Toda esta discusión revela la urgencia de la memoria, y la investigación rigurosa del pasado, sin terruqueos ni amenazas para imponer una historia oficial donde solo habrían unos malos terrucos que vinieron a irrumpir a un país supuestamente sin problemas ni desigualdades. Eso no significa avalar ni justificar el accionar senderista, pero si tratar de entenderlo en toda complejidad, para que no se vuelva a repetir, que es parece lo que algunos quisieran para justificar la represión y masacres.
Vero Ferrari
Un adelantado Héctor Béjar con el “no tengo pruebas, pero tampoco dudas”, y qué importante su papel en estos momentos en donde hasta los supuestos progres se han puesto los ropajes talibanes y pretenden negar lo innegable, lo que cualquier revisión histórica pone frente a los ojos, que reafirman lo que señala el canciller y que no le gusta nadita ni a la ultraderecha, que siempre va a defender la bota militar sobre la cabeza del pueblo, ni a los de “centro”, que nunca son de centro, porque llegado el momento se unen alegremente a la derecha en su papel de tontos útiles: que Estados Unidos estuvo metido en prácticamente todos los gobiernos latinoamericanos a través de sus fuerzas militares, a las que entrenaba, y de sus presidentes, a los que ponía y sacaba como le daba la gana, para controlar geopolíticamente la región a través de atentados terroristas. Tenemos a varios sentenciados por el Plan Cóndor que prueban las afirmaciones de Béjar, pero aquí La República y otros periodistuchos exigen cabezas que nunca tendrán el honor de entender. Solo espero el día en que le diga toditas sus verdades a los fujifachos en el Congreso, y que se vaya con la cabeza en alto, porque una censura de matones ignorantes no es un deshonor, es una medalla más a su trayectoria impecable de luchador social.
Javier Mujica
HACE 50 AÑOS. Tres años y cinco meses antes de que Sendero Luminoso volara ánforas electorales en Chuschi, Ayacucho, dando inicio a su propio ciclo de actos terroristas, el 22 de febrero de 1977 estallaron dos artefactos explosivos en la residencia del Agregado Militar de Cuba. Cinco meses después, el 22 de julio, fue hundido el buque pesquero cubano “Río Jobabo” en el Callao. Y el 1 de octubre siguiente, otra carga explosiva causaría destrozos en el buque cubano “Río Damují”, también atracado en el Callao. A quien se atribuyeron estos atentados? Sí, a la misma entidad mencionada por el canciller Béjar. Está en la prensa de la época, solo hay que consultarla. Usted puede discrepar de su pensamiento, pero en esto nadie puede decir que miente.
Carlos Mejía
El actual gobierno comete errores, claro. Tiene que aprender y mejorar más rápido, ok. Pero eso no puede ser utilizado para negarle apoyo cuando es necesario. Lo que la derecha está haciendo con Héctor Béjar es macartismo puro y duro. En primer lugar, denota la vocación intolerante y golpista de una derecha que no acepta la derrota electoral hasta ahora. Esta situación expresa además las consecuencias de no haber discutido como sociedad procesos claves en nuestra historia, como el gobierno de Velasco y especialmente Bermúdez. Toda la violencia y los diferentes radicalismos existentes en dicha época se han pasado por el tamiz de la amnesia política.Somos una sociedad que no discute sino anatemiza. Y aquí los que pretendemos hacer ciencias sociales tenemos ciertamente mucha responsabilidad, pues nos acostumbramos a mantener nuestros termas en pequeños cenáculos, evitando polémicas y escribiendo para las amistades. Nuestras clases altas y medias -donde mayormente crece esta ultraderecha golpista- deben ser las menos leída, las menos política, las más desideologizada y las menos laica de toda la región. En fin. Solidaridad con el profesor Héctor Béjar. No debe renunciar ni dejar el gobierno. Pues las fuerzas golpistas no están negociando, buscan imponerse y si no son derrotadas políticamente, terminarán subidas a un tanque y en palacio de gobierno.
Gonzalo Falla
¿Puede un académico hablar como un político propio de un estado de cosas como el que vivimos en el Perú? Claro que sí, pero para ello debe reconocer que Academia y Polis son esferas distintas y, muchas veces, contrapuestas. En la vida académica no es infrecuente proferir hipótesis audaces, acompañadas de argumentos e interpretaciones sobre los hechos, y el debate subsecuente ayuda a confirmar, rechazar o sugerir otras búsquedas también exhaustivas. Y nadie sufre por ello, pues es parte de lo que se espera en el campo. Sin embargo, quien entra al debate político debe prepararse para que sus palabras sean tomadas en su contra, pues no importará tanto la verdad de su posición ni la honorabilidad de sus intenciones, como los intereses que puede estar afectando. Es un mundo de víboras, pero habrá que aprender a hablar en su lengua para neutralizar su veneno. Claro, si la persona tiene buenas razones para hacerlo.