El fujimorismo continuamente presenta proyectos de ley que no son más que intentos de controlar a sectores que no les siguen el juego, y que en medio, de una mayoría absoluta que hace y deshace en el Congreso, confronta y cuestiona lo que sucede actualmente en la institución más desprestigiada del país.
Frente a la ya aprobada Ley Mulder, apoyada por el fujimorismo, que obliga al Gobierno a poner su publicidad solo en medios estatales, y ya no en privados, lo que perjudica seriamente las comunicaciones del Estado con la población, sobre todo con la que no tiene tanto acceso a internet, celulares, televisión o cable, se sumaba la propuesta de Clayton Galván, denominada Ley que fortalece la profesión de los periodistas en el Perú, que buscaba obligar a los periodistas a colegiarse para poder ejercer la labor del periodismo. Propuesta que nació muerta y ya fue retirada.
O el esperpéntico proyecto de Carlos Tubino que buscaba penalizar con prisión las ofensas, agravios o insultos contra otras personas por sus creencias religiosas. La llamada Ley que incorpora en el Código Penal el delito contra la libertad religiosa y de culto, que intentaba sancionar sancionar con una pena de entre dos y cuatro años de prisión a quien sin derecho ataque a otro mediante ofensas, desprecios, agravios o insultos a su libertad religiosa y de culto. Firmaron este proyecto Daniel Salaverry, Víctor Albrecht, Rosa Bartra, Milagros Takayama, César Segura, Úrsula Letona, Leyla Chihuán, Paloma Noceda y José Carlos del Águila.
Tenemos el intento de María Melgarejo por colocar limitaciones de contenido a las películas que premie el Ministerio de Cultura, con la Ley sobre Cine Peruano N°2987/2017-CR, en donde se incluye el término “apología al terrorismo” que, como lo entiende el fujimorismo, es querer contar lo que sucedió en los tiempos aciagos en donde peruanos y peruanas se enfrentaban a dos fuegos, el del grupo terrorista Sendero Luminoso, y el del terrorismo de Estado de algunos malos elementos de las Fuerzas Armadas del Perú, situación que ha buscado negarse y reescribirse continuamente.
Ya hemos visto los intentos del congresista Edwin Donayre, de Alianza por el Progreso, respaldado también por el fujimorismo, de censurar el trabajo del Lugar de la Memoria a través de camuflajes delirantes y videos editados en donde, aparte de escribir mal, muestra una historia delirante de los motivos por los cuales el LUM muestra lo que muestra, incluso sugirió de forma abiertamente homofóbica, que la muestra que incluye los crímenes de odio contra las personas LGTBI en 1989, cuando el MRTA asesinó a 8 gais y trans, que había sido puesta ahí porque la guía era lesbiana. Al parecer Donayre desconoce el proceso por el cual se pasó para que estas historias estuvieran en el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación y luego en el LUM.
La ignorancia no solo es atrevida en los casos de los fujimoristas y sus acólitos, también es peligrosa y marcada por el gen del autoritarismo de los malos tiempos de la dictadura. Nos enfrentamos así a probablemente más proyectos de ley que buscan reescribir la historia, negar los daños hechos por integrantes de las Fuerzas Armadas y silenciar a medios y periodistas que no sigan la línea delincuencial de aquellos que han entrado al Congreso para favorecer sus intereses económicos e ideológicos, y deslegitimarlo aún más.
Frente a ello, necesitamos una ciudadanía consciente e informada, que cuestione el accionar mafioso y censurador de los que hoy nos gobiernan. La opinión pública ha logrado parar el proyecto de la colegiatura de periodistas, está en proceso una acción de inconstitucionalidad del Ejecutivo contra la #LeyCensura de Mulder, y han habido serias críticas al desprolijo proyecto de Melgarejo, quien ni siquiera se dio el trabajo de consultarlo con aquellos que hacen cine en el Perú, y al inútil proyecto de Tubino, que pasó nuevamente por el escarnio de ser la burla de los ciudadanos frente a su incompetencia. La farsa de Donayre se deshizo en el camino, pero ¿cuánto más tenemos que estar viendo las y los peruanos para reclamar firme y fuertemente que paren y que dejen de hacer lo que les da la gana con las leyes, las instituciones y nuestro dinero? ¿Qué mecanismos tiene una ciudadanía debilitada frente a estos maestros del engaño y la repartija? ¿Hasta cuándo tendremos que soportar que Galarretas, Salgados y Chacones beneficien a sus amigos y continúen horadando la democracia en el Perú?
La censura fujimorista no va a parar hasta que nosotros la paremos. Ellos nos están dejando una enorme deuda con la democracia, que va a ser muy difícil de saldar.