La situación actual de Kenji Fujimori, en términos políticos, solo dependería de él. Su hermana hizo reales y contundentes sus palabras: “No hay espacios para posiciones personalistas”.

Guerra avisada

El Congreso (mayoría fujimorista) cumplió su ameneza luego de que suspendiera dos veces a Kenji Fujimori, Bienvenido Ramírez y Guillermo Bocángel; la primera realizada el miércoles por la noche: a la mala, abusiva y constitucionalmente insostenible (hasta Luis Galarreta lo aceptó); y la segunda a la mañana siguiente, pero con el mismo resultado: suspensión de los tres actores estelares en los ‘keikovideos’ con respectivas denuncias por los delitos de cohecho activo y tráfico de influencias.

Hoy, las opiniones (menos las de El Comercio, claro) se centraron en la guerra política de los Fujimori. Rosa María Palacios, en su espacio matutino, comparó la situación de Kenji con los capítulos conocidos del capitán de la selección peruana y su camino por llegar a ‘Rusia 2018’; la posibilidad de buscar un amparo en el Tribunal Constitucional (TC) y ser favorecido con el fallo.

Arriesgarse a comparar lo que representa Paolo Guerrero para los peruanos —sea como fuere—, con el menor de los Fujimori, parece muy forzado; la prueba de ello es la aprobación del ‘liderazgo político’ de Kenji que no supera el 16% (según Datum).

Lo que sí podría pasar es que Kenji lleve esa lucha hacia el ‘punto ciego’ que olvidaron: el tiempo indeterminado (hasta que termine el proceso judicial) de su vuelta al Parlamento. Según la norma del TC: debe haber un plazo de la suspensión.

Vencedores de historieta

Desde el bando ‘ganador’, la alegría y los festejos internos no están demás: continúan con la presidencia del Congreso y se saben nuevamente mayoría en el hemiciclo. Ya no existirían moros en la costa para avanzar en su carrera electoral 2021.

Parece que el único que entendió ingenuamente la lección “Fujimori no come Fujimori”, fue Kenji. En abril de este año, el menor de los Fujimori literalmente meció a la Fiscalía al ‘blindar’ a su hermana, incluso, aseguró que ponía las manos al fuego por ella. ¿Estará arrepentido o también se estaba autoblindando?

Con tal accionar, Fuerza Popular no está ‘destruyendo’ a Kenji; destruye el valor de las instituciones, en este caso el Congreso: su imagen y su importancia. Instituciones que son de todos los peruanos y que cada vez miramos con acelerado pestañeo y contrayendo los pómulos cuando aparecen en los diarios y la televisión.