Cuando José Luna fundó Telesup en el 2004 no estaba pensando en la educación peruana, como “buen” empresario con ambiciones políticas, Luna estaba pensando en cómo ganar mucho dinero pagando pocos impuestos para llegar a hacer lo que realmente quería: mantenerse perennemente en el poder político a través del Congreso, y para eso tenía dos opciones: hacer una universidad o crear una secta evangélica. Escogió la primera.

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Telesup no solo se convirtió en la posibilidad de miles de jóvenes empobrecidos y familias ilusionadas con la educación superior, también fue una herramienta para que Luna se posicionara en la política peruana, primero a través de su partido Solidaridad Nacional, siendo su principal financista.

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Así, llegó a ser congresistas cuatro veces, en 2000, 2001, 2006 y 2011, vicepresidente del Congreso y presidente de varias comisiones. En el 2016 fue candidato a la primera vicepresidencia en alianza con Unión por el Perú, pero la candidatura de Hernando Guerra García nunca despegó, por lo que se terminaron retirando.

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Ese año renuncia a Solidaridad Nacional y funda su propio partido, Podemos por el Progreso del Perú (Podemos Perú), en vil copia del partido español. Con ese partido estuvo cerca de convertir a Daniel Urresti en alcalde de Lima.

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Pero pronto le llegó la noche a su partido, como ahora ha llegado el fin a su universidad. En plena campaña electoral para los gobiernos regionales, provinciales y distritales se descubrió que el jefe de la ONPE, Adolfo Castillo, lo había favorecido en su inscripción, la que había sido fraguada con firmas falsas. El operador de este hecho delictivo era nada menos que un antiguo operador montesinista: José Cavassa, renacido como asesor de la ONPE.

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José Cavassa

Adolfo Castillo había sido elegido en concurso público como jefe de la ONPE para el periodo 2017-2021 por el Consejo Nacional de la Magistratura. Los miembros del CNM estaban preparando el camino para la llegada al poder de José Luna. Guido Aguila e Iván Noguera eran sendos autores de más de una docena de libros financiados por Telesup al costo de 20 mil soles cada uno. Cada libro publicado era la posibilidad de Luna de afianzarse en el poder político. Sus amigos escritores tendrían que devolverle los favores.

Noguera no solo le vendió su casa a la universidad, también fue el puente para que la Corte Superior de Justicia del Callao, presidida por Walter Ríos, firmara un convenio más de prácticas profesionales con la Facultad de Derecho de Telesup que nunca se ejecutaría. Flor de María Sisniegas, esposa de Noguera, era la decana. Y todo era una forma más de que entrara dinero a la familia Noguera Sisniegas sin generar sospechas.

Julio Gutiérrez Pebe (el único detenido tras la develación de sistema de corrupción en el Poder Judicial) y Orlando Velásquez eran otros dos alfiles de intereses corruptos en el antiguo Consejo Nacional de la Magistratura.

Favores van, favores vienen. José Luna invertía bien su dinero y creaba una red de amigos que dependían de su dinero. Su objetivo final: la Presidencia de la República. Su política educativa, mediocre y asistencialista, le permitía tener una “base social” que actuaban como seguidores a sueldo del político, regalando becas a diestra y siniestra, y engañando a sus estudiantes con una educación paupérrima.

Hoy, que la Sunedu ha decidido negarle el licenciamiento institucional a Telesup, el negocio más grande de Luna se le cae, así apele, no seguirá funcionando porque no cumple con los estándares de calidad mencionados, a pesar de tener el tiempo necesario para subvertir las deficiencias, su universidad empresa es cosa del ayer. Más de 20 mil estudiantes afectados deberán rehacer sus sueños educativos en otras universidades.