La muerte de Alberto Fujimori marcó otro periodo en la historia de un país polarizado llamado Perú. Diversos sectores políticos de derecha, centro e izquierda tienen visiones discrepantes sobre lo bueno, lo malo y lo feo de la gestión gubernamental fujimorista entre los años 1990 y 2000.  En las tres últimas elecciones presidenciales y, sobre todo, en la segunda vuelta electoral la candidata Keiko Fujimori no ganó la presidencia porque tuvo un fuerte rechazo de la ciudadanía causado por el legado que dejó su padre relacionado con el autoritarismo, la corrupción y la criminalidad. Aun así, de forma paradójica, un sector amplio de la población peruana es simpatizante del Chino. En el presente artículo abordaré la relación entre masculinidad y poder en la figura de Alberto Fujimori con la finalidad de reflexionar sobre la tolerancia social y el respaldo al modelo del hombre autoritario en el Perú.

Desde la teoría de género, la categoría de masculinidad es analizada como una construcción cultural que es útil para conocer y explicar las diversas formas de representaciones y las prácticas sociales de los hombres. Según el antropólogo David Gilmore, hacerse hombre forma parte de las concepciones culturales de la masculinidad: “la verdadera virilidad es diferente de la simple masculinidad anatómica, de que no es una condición natural que se produce espontáneamente por una maduración biológica, sino un estado precario o artificial que los muchachos deben conquistar con mucha dificultad” (Gilmore 1994:22). En ese sentido, para el autor, la imagen de hombre de verdad es un ideal que se debe “conquistar con esfuerzo” y, por consiguiente, es necesaria la aprobación de la virilidad en la comunidad mediante ritos, pruebas y actitudes.

Siguiendo la pista de la teoría de masculinidades, para contrastar con la realidad, tomo un dato cotidiano y empírico que ocurrió en el velorio de Alberto Fujimori en el Museo de la Nación. En la larga cola de simpatizantes, una reportera preguntó a una joven mujer: “¿Por qué el venir hasta aquí a despedir al Presidente Fujimori?”. La joven respondió lo siguiente: “Yo creo que es importante mantener respeto, porque es la única persona que ha tenido huevos para cambiar un montón de cosas que eran necesarias (Ila_media 2024)”. La representación de “huevos”, enfatizada en la respuesta, es un símbolo de aprobación de la masculinidad y es usado para justificar el respeto al líder histórico del fujimorismo. Dicha representación forma parte de la interpretación de los hombres para mostrar su hombría y probar la virilidad como parte de un ejercicio de la masculinidad, como por ejemplo, “la representación de «poner huevos» está asociada en la cultura futbolística con valentía, coraje, agallas y arrojo” (Rosales 2023:229). En ese sentido, la imagen de hombría se traslada del campo deportivo al político, en donde es necesario tener “huevos” para afrontar los problemas de un país.

La interrogante de rigor es la siguiente: ¿Cuándo Alberto Fujimori puso los “huevos” para gobernar el Perú? No fue cuando ganó las elecciones de 1990 con su humilde campaña de “honradez, tecnología y trabajo”, sino el 5 de abril de 1992 con el golpe de Estado que lideró, con el apoyo institucional de las Fuerzas Armadas, que a través de soldados y tanques cerraron el Congreso de la República y las instituciones democráticas. Según el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación: “el golpe contó con respaldo popular y la figura de Fujimori recibió el voto de confianza por un cambio” (IF CVR 2003 Tomo III 59). El cambio autoritario coincidió con la captura de Abimael Guzmán, que fue el máximo jefe de la organización terrorista Sendero Luminoso, que había arrinconado al Estado y a la sociedad peruana. Si bien el trabajo de captura del líder senderista fue realizado por la policía del GEIN (Grupo Especial de Inteligencia) de la DINCOTE (Dirección Nacional Contra el Terrorismo), el gobierno autócrata construyó una narrativa hegemónica apoyado por los medios de comunicación en donde el presidente Alberto Fujimori fue el salvador del país que derrotó al terrorismo. 

La idea del salvador está relacionada con la tradición autoritaria peruana encarnada en la figura del caudillo. Según el historiador Alberto Flores Galindo, sin caudillo no existía posibilidad de eficacia en la política nacional: “El caudillismo asentó sus raíces antes que en una ideología, en una mentalidad colectiva: la espera de un mesías, de un salvador, de un hombre providencial” (Flores Galindo 2013:26). En ese sentido, Alberto Fujimori representó al caudillo, político eficaz y salvador que el Perú necesitaba en la década de los 90. Un periodo que el antropólogo Carlos Iván Degregori denominó como la Década de la Antipolítica, en donde una de las estrategias del fujimorismo fue deslegitimar la masculinidad de los adversarios políticos: “feminizar a los candidatos opositores, ridiculizar sus rasgos físicos, tiene como objetivo convertirlos en ejemplos de masculinidades subordinadas, incapaces para el ejercicio del poder autoritario, que implica fuerza y control” (Degregori 2012:157). En ese sentido, para ser el salvador del país es necesario tener fuerza y control autoritario que representa un modelo de masculinidad que tiene el voto de confianza en el imaginario social peruano.

En los últimos momentos de vida del dictador Alberto Fujimori, se mantuvo su imagen de hombre de verdad del fujimorismo. Esto quedó plasmado en las palabras de Luisa María Cuculiza, exministra de la Mujer de la década de los 90, cuando dijo: “El Presidente está luchando por su vida, él es fuerte, va a salir adelante (…) Es un luchador nato, él no se va a ir, no nos va a dejar” (Sanhueza Noticias, 2024). En la misma lógica, el hijo del dictador, Kenji Fujimori, entre lágrimas habló sobre su padre en el velorio: “¡El Chino nunca va a morir! (…). Tuviste los pantalones para derrotar a Sendero y al MRTA (…) Estabilizaste la economía, eso lo reconocen todos (…) le cambiaste la vida a millones de peruanos, el pueblo peruano reconoce que eres el mejor presidente de la República” (La Razón, 2024). Como se puede apreciar en ambos discursos, ni la muerte pudo doblegar al hombre mesiánico que buscó restaurar la paz en el Perú.

Finalmente, el modelo de masculinidad hegemónica (Connell, 2003) que encarnó Alberto Fujimori articula las representaciones de un gobernante que puso “huevos” y tuvo pantalones para salvar el país. Si bien el autoritarismo es negativo, la imagen de masculinidad del Chino tiene una tolerancia social y respaldo en el imaginario social de un sector amplio de la población peruana. Frente a la herencia nefasta del dictador (Silva Santisteban, 2024), resulta necesario y prioritario el ejercicio de memoria y una ciudadanía activa que asuma el reto de construcción de modelos de masculinidad igualitarias que cuestionen el machismo para fortalecer la democracia en el Perú desde las bases.

Referencias

Comisión de la Verdad y Reconciliación (2003). Informe Final.

Connell, R.W. (2003). Masculinidades. México: Universidad Nacional Autónoma de México-PUEG.

Degregori, C.I. (2012) La década de la antipolítica. Auge y huida de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Instituto de Estudios Peruanos.

Flores, A. (2013) La tradición autoritaria: Violencia y democracia en el Perú.  En Portocarrero, G. (ed.) Sombras coloniales y globalización en el Perú de hoy. Red para el desarrollo de las Ciencias Sociales.

Gilmore, D. (1994). Hacerse hombre. Concepciones culturales de la masculinidad. Paidos.

Ila_media [@Ila_media] (13 de septiembre de 2024):

@ilad_media

#BatallaCultural 💥| Jóvenes hacen fila para despedir los restos del expresidente Alberto Fujimori. En declaraciones para PBO con Chema Salcedo, una señorita de 21 años expresó su sentir respecto al legado de Fujimori y su generación. ¿Qué opinas? #AlbertoFujimori #Fujimori #KeikoFujimori #KenjiFujimori #FuerzaPopular #DinaBoluarte #MuseodelaNación #Perú #política #noticias #actualidad #ahora #tiktoknoticias #tiktokinformativo #tiktokinforma

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La Razón (15 de septiembre de 2024). El Chino jamás va a morir, está más presente que nunca.

Rosales, R. (2023) Representaciones de género sobre el fútbol: exalumnos del Colegio Nuestra Señora de La Merced, Ate Vitarte. En Jaime, M (Editor) Masculinidades en el Perú. Subjetividades, culturas y agencias. PUCP y CISEPA.

Sanhueza_noticias [@sanhueza_ bnoticias] (11 de septiembre de 2024):

Silva Santisteban, R. (17 septiembre 2024). “La nefasta herencia del dictador”. En Desinformémonos. Periodismo de abajo.