Carmen Rojas Gamarra: “Grabar una película es una escuela para aprender todas juntas”
Mano Alzada tuvo la oportunidad de conversar con Carmen Rojas Gamarra, cineasta de la Universidad de Lima con un Máster en Documental y Cine Experimental en la Escuela TAI de Madrid, Talents Buenos Aires 2018, parte del Colectivo Audiovisual Yuraqyana y con tres películas en su haber: Vacío (2016), Brujas (2017) y Cerquillo (2019), que este año estrena Compartespacios en el 28 Festival de Cine de Lima, luego de recorrer festivales como FIC Valdivia y BAFICI.
Cómo decides dedicarte al cine, cómo nace esa voluntad de hacer películas y cuáles serían tus principales referentes.
Mi decisión de dedicarme al cine fue en realidad por mi hermana mayor, por Natalia, quien, además, es mi socia en Yuraqyana, que es nuestra productora. Ella ya estaba estudiando en la universidad, ella estudió cine en la Universidad de Lima cuando todavía existía la carrera de cine y yo estaba terminando el colegio. Yo estaba muy segura de que yo iba a estudiar Administración. Tenía mucha afinidad por la música, pero no a un nivel como para pensar en estudiar algo sobre música. Y mi hermana recuerdo que llegaba muchas tardes de Polvos Azules con una bolsa gigante de películas y se sentaba a verlas en la sala con mi mamá. Ese fue mi primer acercamiento a las películas, al cine de autor. Luego ya empecé a curiosear dentro de esas películas que ella traía y descubría a Wong Kar-wai, a Kim Ki-duk, a Pen-Ek Ratanaruang, no sé por qué tengo una afinidad por el cine asiático. Fue así que yo descubrí un poco el cine, estas maneras tan únicas de contar historias, pero yo lo veía como algo muy lejano, como algo muy difícil, caro, elitista.
Con el paso del tiempo, mi hermana empezó a experimentar con el video. Y ella fue mi primera referente en cuanto al cine, el video, la la experimentación. Claro, luego nació esta intención de querer hacer películas, pero como yo tenía esos referentes de estos directores tan asombrosos y con películas como In the mood for love, en las pelis de Kim Ki-duk, Hierro 3, y las siento tan imposibles. Pero una vez que descubro el movimiento mumblecore, las pelis de Andrew Bujalsky, Joe Swanberg, incluso Greta Gerwick en sus inicios, ahí fue cuando yo vi un cine posible. Cuando yo dije: “Yo también puedo hacer esto”. Porque veía que ellos actuaban en sus propias películas, el sonidista hacía de extra, el que hacía arte era el coprotagonista, el director actuaba, editaba, escribía; entonces, todo eso me pareció mucho más cercano, mucho más posible y me hizo entender que yo podía hacer cine. Yo le tengo mucho filin a este cine asiático, al mumblecore, y también ahora mucho más tarde descubrí Hong Sang-soo, a mí me encanta, sus historias desde lo cotidiano, los planos únicos, planos fijos, concentrarnos en la conversación, no gusta mucho eso. Y también debo decir que Nadar solo de Ezequiel Acuña fue una peli que también me impactó mucho en cuanto al uso de la música. Ahí descubro a bandas como Jaime sin tierra, que se conviertieron en una banda muy importante en esa época.
He leído que en Compartespacios hay influencia del mumblecore, pero lo veo más cercano al cine de Ackerman y Varda por el espacio total que le das al personaje femenino su trayectoria vital y a su cotidianidad. ¿Has tenido como referente a alguna directora?
Yo siento que hay influencia mumblecore en mí y en el cine que he ido haciendo hasta ahora. ¿Y por qué no siento Ackerman o a Varda como referentes? Porque me parecen demasiado alucinantes. Yo no podría ser una película como las que hace Varda, Ackerman quizás es un poco más cercana desde el lado documental o desde el autobiográfico, pero Varda tiene una manera de contar y de narrar, de una manera tan poética, tan bella, que yo no me siento para nada cerca, lo único en común que tenemos es probablemente la estatura. Por eso no, yo me siento muy chiquita al costado de ellas. Con el mumblecore me siento un poco más cercana, porque siento que puedo lograr algo cercano al mumblecore, pero Ackerman y sobre todo Varda no, me siento chiquitita al lado de ellas. Espero en algún momento poder construir películas con esas miradas, pero nada, ahora ya las tengo como referente, pero en cuanto a mi cine, todavía no lo sé, igual yo tengo mucho que explorar.
En el paso del corto al largo, cómo ha evolucionado tu cine, qué cosas ya no harías, por ejemplo, y en qué profundizarías en tus próximos proyectos.
Lo que pasa es que yo he pasado de mi primera peli, que fue un corto experimental de cinco minutos, que es un corto de apropiación donde uso un catálogo de Ikea, que también salió como un ejercicio de clase en el máster que estudié.
Luego vino Brujas, que es este documental musical, que también sale del máster que estudio.
Luego ya vino Cerquillo, que es mi primer corto de ficción.
Cuando pensaba en hacer cine, pensaba en algo más como Cerquillo o ahora Compartespacios, no me imaginaba que mi carrera, por así decirlo, iba a empezar con películas como Vacío o Brujas. Entonces, yo creo que lo paja del cine es el poder experimentar y jugar, como quizás no tomármelo tan en serio. Yo siento que ahora que he hecho Compartespacios, que es una película un poco más madura, grande, ahora tengo ganas de hacer algo muy desde lo guerrillero, un poco como fue Brujas o un poco como fue Doce dosis, que es un corto que hicimos con mi hermana hace muchos años de, de nuevo coger este espíritu mumblecore de grabar un fin de semana con amigos sin esperar mucho en realidad, como regresar a esta libertad de hacer cine por hacer cine simplemente. ¿Hay algo que ya no haría? No, la verdad es que no. Obviamente, siempre que veo mis películas, y me pasó ayer que fue la premiere de Compartespacios, la veo y digo “aquí pude mover esto”, pero si no hubiera sido por todos estos errores, no sé, quizás no hubiera aprendido nada. Y eso es lo chévere de aprender haciendo cine.
¿Y en qué quiero profundizar en un futuro en mis próximos proyectos? Ahora estoy escribiendo un largo sobre sueños lúcidos, que es un proyecto que tengo desde hace tiempo, pero estoy viendo de adaptarlo un poco más a mi punto de vista actual, porque es un guion un poco antiguo y que probablemente podría sentirse una peli medio acosadora; entonces, la estoy transformando un poco y también cogiéndome de ciertas cosas por las que estoy pasando actualmente, mi conexión con los sonidos, me gustaría que sea algo más sensorial, pero me lo estoy tomando de una manera muy tranquila, porque obviamente pasar por el proceso de estrenar una película es, creo que te lo dije el otro día, pero todo esto me parece muy abrumador y siento que necesito un espacio de reconectarme conmigo, con ver películas, con escribir simplemente y ya ir despidiéndome un poco o terminar de parir esta hija que ha sido Compartespacios, que la vengo pariendo desde el 2019 más o menos.
Has trabajado con un equipo de mujeres en todas tus obras. ¿Qué sientes que le aporta a tu trabajo y a la forma que producen películas en Yuraqyana trabajar con ellas en su mayoría?
Me acuerdo que para Cerquillo, no, desde Doce dosis ya trabajamos solamente en mujeres, bueno básicamente mi hermana y yo, una amiga Adriana Suárez que nos apoyó con cámara. Para Cerquillo también el equipo de producción eran solamente mujeres. Para Antonia en la vida, que es la película que dirige mi hermana, fue de casualidad, simplemente estábamos buscando. Para esta película si no teníamos nada de estímulos del Estado, fue una película financiada por mi hermana cien por ciento. Era poca plata, muy muy poca plata. Entonces, empezamos a preguntar por directoras de fotos, directoras de arte, producción, y nos fueron recomendando por casualidad puras mujeres. Armamos este equipo y nos dimos cuenta “¡ah, somos todas mujeres!”. Y la experiencia de rodaje fue increíble. Aparte, porque como no teníamos esta presión de un estímulo de DAFO que te obliga a rendir cuentas, a tener un cronograma, un plan de rodaje. Obviamente en un rodaje tienes que tener un plan de rodaje y un cronograma, pero tienes mayor libertad de simplemente fluir un poco y eso nos pasó con Antonia en la vida que grabamos en San Bartolo y fueron días muy bonitos, alquilamos una casa que era la casa de alguien que nos apoyó en sonido, y Morella, que era la productora, cocinaba tallarines para todas, y todas dormíamos en la sala, en colchones; entonces, nos quedó mucho este filin de trabajar con mujeres.
Luego sí para la parte de posproducción entraron hombres, porque obviamente no hay nada contra hombres. Pero ya para Compartespacios, sí fue una decisión que ya como la pensamos dijimos “ya, ok, solo trabajemos con mujeres, porque somos conscientes de que, no sé, en dirección de fotos, no hay muchas oportunidades para mujeres directoras de fotos, no hay muchas oportunidades para personas, para mujeres en el sector de gaffer, de luces, por ejemplo. Entonces, ya fue como una decisión la de solamente trabajar con mujeres y disidencias, porque veíamos esto de grabar una película también como una escuela de aprendizaje y para aprender todas juntas. Es como la idea de desarrollarnos todas juntas en nuestras áreas respectivas e ir creciendo, apoyarnos entre nosotras. Y de nuevo fue un rodaje hermoso. Yo me quedo mucho con esos días de rodaje. Creo que para todas fue un rodaje muy bonito, muy mágico. Yo creo que ahí va un poco con la idea de las brujas, que es una conexión que tenemos con mi hermana, con este aquelarre brujeril de mujeres haciendo cine, que es un poco la imagen actual de Yuraqyana, que vamos variando cada tanto tiempo.
Entonces, sí, yo creo que trabajar con mujeres, uno es el apoyarnos mutuamente, el crecer juntas en nuestras áreas, puede haber unas dinámicas muy mágicas, muy únicas. Pero también porque creo que hemos sabido coincidir con ciertas mujeres, porque tampoco creo que trabajar con mujeres todo el tiempo sea mágico por experiencias también pasadas. Y para proyectos futuros, sí, ya lo hemos hablado con mi hermana de simplemente trabajar con personas y ya está, obviamente siempre dándole prioridad a mujeres y disidencias, pero no cerrarnos tampoco, porque algo que es importante también, dentro de lo que yo considero el feminismo, es el feminismo interseccional, que incluso para mí va incluso más allá del ser mujer.
¿Cómo fue el proceso del casting? ¿Por qué escogiste a Tania del Pilar como tu protagonista y crees que le aportó el personaje?
Justo hoy día tuve un conversatorio como parte del festival y me hicieron la pregunta también de cómo es que llegó Tania al proyecto y voy a decir más o menos lo que dije. Yo siempre he tenido ciertos reparos con actores, porque siento que a veces el acting me aleja mucho, por sus mismos códigos teatrales, me alejan mucho y no siento esa naturalidad. Entonces, cuando estábamos haciendo esta convocatoria, este pensamiento ha cambiado, por si acaso, cambió desde Cerquillo, pero siempre estoy dispuesta a encontrar a un no-actor con quien pueda trabajar. Bueno, empezamos la búsqueda del personaje de Isabel, la protagonista, y postuló una chica que, no quiero ahondar tanto ni decir tanto, porque es un tema un poco delicado, pero era alguien que se identificaba mucho con el personaje por los mismos problemas de salud mental.
Entonces, yo lo vi como algo chévere en el sentido de que “ok, esta persona empatiza, entiende y creo que puede darme las cosas que necesito del personaje”. Pero lamentablemente hubo un incidente que un poco nos sobrepasó todas y decidimos… y esto fue como semanas antes de rodaje… y tuvimos un poco que dejar de lado a quien iba a ser la protagonista y quien iba a ser la coprotagonista y empezar de nuevo con la búsqueda. Y en esa época, Morella era roommate de un amigo que era amigo de Tania y ella paraba mucho tiempo en esa casa. Ella estudió actuación, pero no se dedicaba a actuar. Entonces, fue mucha coincidencia que, de pronto le dijeron: “Oye, pero tú calzas un poco en el personaje, ¿por qué no mandas un par de clips? Entonces yo le pedí: “Ya, mira, mándame esta escena y esta escena”. Me mandó este par de escenas en video, los vi, me encantaron, le dije para hacer un casting presencial, porque eran épocas de pandemia, y nos juntamos en el parque frente a mi casa para hacer la escena del ataque de pánico. Tania hizo la escena del ataque de pánico y cuando terminó ella estaba llorando, yo estaba llorando y fue como que simplemente: “Tania, tú eres la persona, tú eres Isabel”.
Y entonces empezaron todas las etapas de ensayos, de conversar mucho con Tania, de revisar juntas el guion, de conversar sobre el personaje, sobre lo que le pasaba, sobre qué sentía. Y Tania es una persona más extrovertida, conversadora, que no se parece a Isabel, pero, claro, uno se mete tanto en este personaje que recuerdo un momento de rodaje donde fue abrumador para ella, recuerdo que se puso a llorar y estuve ahí un poco dándole apoyo y contención, porque es fuerte hacer escenas así. Incluso me acuerdo que una vez estábamos ensayando en mi casa y ella estaba haciendo una escena donde está muy triste para variar y recuerdo que mi gata vino y se sentó encima de ella como sintiendo su tristeza y queriendo darle soporte también. Me pareció muy curioso. Pero ayer que volví a ver la película en la premiere, y volví a ver esta escena del ataque de pánico yo me puse a llorar, porque creo que Tania, sabes, hay algo muy mágico en ella y en cómo ha podido plasmar este personaje que es muy mío, desde la sutileza, porque Compartespacios es una película de silencios, de espacios, de poco texto, donde Isabel revela mucho de cómo se siente a través de cómo respira, de cómo mira, de cómo se desenvuelve. Yo creo que Tania hizo eso demasiado bien, y es mérito de ella y quiero creer que es merito mío de saber dirigirla, pero sí, cada vez que veo a Tania en el papel de Isabel, a mí me emociona muchísimo.
¿Y cosas que aportó al personaje? Yo siempre dejé mucha libertad a la improvisación. Entonces hay muchos textos de Isabel que son de Tania, pero que le calzaban perfecto. A veces cuando ya se le salía mucho su Tania le decía a Tania, bájale a tu Tania, súbele a tu Isa, pero sí, supo equilibrar estas dos personas que habían dentro de ella durante rodaje.
El proceso de escribir el guión, por ejemplo, había cosas que pensabas incluirlo, tuvieron que salir por diversas razones, o es casi tal cual lo imaginaste.
No, en realidad, todo fue muy distinto. El guion en un inicio, cuando lo empecé a escribir, que fue hace como 2014 más o menos, era una historia que profundizaba más en el vínculo romántico entre Isabel y Pedro, porque ahí yo estaba en toda mi época de ver mucho In the mood for love y los amores imposibles, pero claro, ese fue un guion que nunca lo terminaba, Y luego pasaron los años hice Vacío, hice Brujas, hice Cerquillo. Y luego dije: “Ok, voy a retomar este guion antiguo y voy a continuar escribiéndolo”, pero me di cuenta de que yo ya no me sentía tan conectada con esta búsqueda de conexiones románticas, sino me daba cuenta de que en mí había mucho de mis crisis depresivas, de mis problemas con la ansiedad social, de la terapia, de las pastillas, de yo tratando de estar bien y mi mamá tratando de salvarme en muchas ocasiones. Entonces, yo sentía que ya no me resonaba el escribir sobre un vínculo amoroso, sino me resonaba más escribir de un vínculo de Isabel con ella misma, y le quise dar prioridad a eso y mostrarme y mostrar un poco desde la honestidad lo que ha sido para mí y lo que es para mí, porque esto nunca se acaba, vivir con esto.
Entonces, ahí se fue transformando el guion y como también lo he comentado, en un inicio a mí me daba mucha vergüenza incluso mostrárselo a mi hermana, porque siento que estaba revelando mucho de mí y me daba vergüenza que sepan cómo me siento. Pero lo que pasó más bien es que cuando el guion llegó, por ejemplo, a otras personas del equipo técnico, iba recibiendo comentarios de que “oye, yo me siento así, yo me siento tal cual, yo también me siento así, esto resuena conmigo” y es como ese sentir de que no estoy sola y que es un sentimiento compartido de alguna manera. Entonces, eso me hizo sentir acompañada.
Y luego, cuando ya el guion estaba listo, postulamos, empezamos con toda la carpeta para postular a DAFO al estímulo alternativo, empezó la pandemia y obviamente fue, ahorita lo voy a decir desde un punto de vista solo enfocándome en la película, no sabiendo todo lo que iba a significar el Covid y las muertes y todo, que fue horrible, pero yo estaba molesta, porque obviamente para mí la película iba a tener muchos silencios, muchos Isabel en su soledad y mucho transmitir a través de miradas, caras, movimientos. Entonces, ahora sentía que tenía una mascarilla que me tapaba la mitad de la cara y me iba a hacer modificar un montón de cosas, Incluso también se nos dificultó la hora de producción, el alquilar espacios se nos hizo imposible, yo quería que las chicas de Compartespacios vivan en un departamento un poco más chiquito, pero al final no pudimos alquilar ningún lugar, porque tenían muchas restricciones los edificios de cuántas personas podían entrar en un lugar. Y al final los gastos fueron incrementándose, porque teníamos que hacernos pruebas cóvicas cada cierto tiempo, las mascarillas, todos los implementos de seguridad que no teníamos contemplados antes. Y bueno, al final terminamos grabando en la casa de mi mamá que nos ayudó a ahorrar dinero. Pero sí, yo creo que la pandemia hizo que, al inicio yo renegara mucho, porque me estaban quitando la mitad de la cara de mi personaje principal cuando yo sabía que era muy importante tener estos movimientos, estas miradas que, a pesar de todo, viéndolo después, Tania logró decirme todo con sus ojos. Además, creo que también aportó el tema de que sea una película de pandemia es que se siente mucho más la ansiedad, el encierro, el sentirse abrumado, el sentirse desprotegido en una ciudad invernal, gris. No sé, es como al final creo que el mismo hecho de tener la mascarilla, que no te permite respirar bien y en la peli hay mucho esto de las respiraciones. La respiración cuando me estoy tratando de calmar para que no me haga un ataque de pánico, la respiración agitada cuando corre, la respiración agitada cuando se masturba. Entonces, siento que esto de las mascarillas es como un impedimento más a este poder respirar, que al final es un poco con lo que cierra la película cuando Isabel le dice a Paula: “Ya no me duele, cuando no me duele… tanto”. Entendiendo que igual este es un viaje constante, como este pedaleo constante de navegar por mi salud mental y que nunca es que voy a estar bien. Simplemente voy a tener que aprender a convivir con esto, que es un poco lo que engloba la peli. Ella empieza montando bici, termina montando bici. Es un ida y vuelta, un círculo lamentablemente que no se acaba, pero hay ciertas cositas que podemos ir modificando en el camino para que no duela tanto quizás.
En un momento la protagonista en el cine está viendo Arrebato, una película de culto de la movida madrileña e incluso en esta película es por algún especial algún recuerdo de tu estancia en España.
Lo de Arrebato es más que nada como un insight joke conmigo misma, una broma interna, porque también aparece en Cerquillo. En Cerquillo hay un chongo a partir de este personaje que es un amigo que hizo un experimento, una intervención cinematográfica que me iba un poco por la idea de Pedro, el personaje de Arrebato, que tiene esta conexión y obsesión con el cine. Y el de Compartespacios se llama Pedro, es un chongo interno la verdad. Pero sí, como un chiquihomenaje a esta peli, a Pedro, a su conexión con el cine, el metacine. No creo que tenga ninguna relación con España, en realidad, yo tengo recuerdos muy oscuros de mi estancia en Madrid, que probablemente en algún momento haré algo al respecto, porque tengo mucho material que grabé allá, pero sí fue muy dark. Siento que yo me merezco una reivindicación con Madrid y con España, pero todavía no me siento lista para eso. Me trigerea, Madrid. No por Madrid, sino por yo durante mi estancia en Madrid.