9.0
Score

Pros

  • Todos los platos que probamos en Simis Barra Wok estuvieron exquisitos: ¡todos! Desde las entradas, los platos de fondo y el postre. Increíbles.
  • El servicio es de lujo: muy diligente, atento y amable.
  • El local tiene un diseño muy particular: urbano, cálido (pero con buena ventilación) y bien iluminado.

Cons

  • El formato de la carta. Creo que podría ser mejor. Entiendo que recién están comenzando y que la carta podría tener variaciones, así que estoy segura que este aspecto será revisado pronto
  • Como comensal, espero que en Simis sigan haciendo lo que mejor saben hacer, con la misma pasión y responsabilidad. Es algo muy grato de ver y de disfrutar. Deseo que Simis Barra Wok continúe sorprendiendo de la mejor manera posible a sus clientes. Si es así, estoy segura de que Simis se convertirá en un refugio culinario imperdible no solo de Lince o Lima; sino del Perú.

Final Verdict

Simis Barra Wok, a pesar de que ha abierto hace solo unas semanas, ya viene dando la hora en Lince y alrededores. Me sorprendió. Me dejó calladita. Y eso, para serles sincera, ha ocurrido muy pocas veces durante las exploraciones gastronómicas que he venido haciendo para Mano Alzada. Los ingredientes son fresquísimos; la sazón es de lujo; la atención, ya no ya; y el local tiene un sello muy personal. Todo lo que Simis ofrece encaja. Está muy bien pensado y hecho con esfuerzo y pasión. ¡Súper recomendable!

Hey, ¿cómo van? Vaya semanita la que hemos vivido como país… hasta el queso. Pero mejor tratemos de cosas ricas y buena onda. Les cuento que la semana pasada conocí un nuevo restaurante. Abrió sus puertas hace algunas semanas y ya está sorprendiendo a cada comensal que entra a sus dominios. Me refiero a Simis Barra Wok (Calle Emilio Althaus N° 174, Lince). Se trata de un restaurante urbano, una taberna peruano-oriental, donde uno puede sentarse en la barra y ver a los cocineros utilizar el wok, salteando los ingredientes a punta de un fuego intenso y que promete platos calientes y jugosos. ¿Quieres saber qué tal estuvo todo lo que probamos en Simis Barra Wok? Pues sigue leyendo la nota.

 

Como ya es una sana costumbre (bueno… no tan sana, jeje), Vero, la fotógrafa oficial de Diario de una food lover (vía Mano Alzada, ¡ya tu saaa!) fue quien me acompañó en esta nueva exploración gastronómica. Nos encontramos en la Brasil con la San Felipe. De ahí nos tomamos la 505, combi que nos dejó en Arenales. De ahí llegamos a Simis Barra Wok caminando (y gracias a Google Maps). Si nosotras que somos unas despistadas encontramos el local, ustedes lo harán sí o sí.

Vero y yo llegamos como a las 3:30. Les confieso que cuando entré a Simis parecía que estaba ingresando a otra dimensión, a un ambiente muy diferente a los locales circundantes. Ingresamos a un refugio cálido, reconfortante y con su propia personalidad.

La barra, que se ubica al fondo del local, destaca. Estaba impecable. ¿Cuántos locales en Lima tienen la cocina a la vista de los comensales? Sublime.

 

Esta característica, acompañada de los grafitis de Wa, hacen de Simis un local único y digno de visitar y recordar.

Luego de ver las obras de Wa, Vero y yo nos sentamos. Brenda, quien se encarga del servicio en Simis, se acercó de manera muy amable a nuestra mesa y nos ofreció, a cada una de nosotras, la carta (¡bien!). A ver, comencemos con las bebidas espirituosas. Simis ofrece 8 cocktales únicos, creados en el restaurante. Entre ellos destacan bebidas con sake. Esos fueron los que Vero y yo pedimos.

Vero se pidió el último samurái (18 soles). Esta bebida lleva ron blanco, sake en vainilla, crema de coco, limón y piña. Probé un poquito. Se siente el sabor a coco (sin llegar a ser dulzón). Además, al acercar el vaso, se percibe el aroma de esta fruta. El sabor a coco se queda en el paladar y se combina al final con un punto de vainilla y de acidez (por el limón y la piña) que termina siendo muy refrescante. Es una bebida ideal para el verano y que acompaña muy bien los platos de la carta.

Por mi parte, pedí un gin’zak-mule (18 soles). Lleva gin, sake, culantro, kiuri (pepino japonés), limón y azúcar. Miren… me lo tomé todito. Es súper refrescante gracias al kiuri. Lo sentí un poco fuerte, pero rico, con una acidez que no llega a abrumar el paladar. Lo recomiendo. Y en verano, pucha, es un must.

Las bebidas que probamos ya nos presentaban la propuesta de Simis Barra Wok, donde lo oriental y la frescura de los ingredientes son dos de sus pilares. Ahora, comencemos con las entradas.

Primero probamos un canelón wantán (25 soles). La pasta de canelón está rellena de asado de panceta y salsa de shitake  (honguito japonés). Estaba bien relleno y ostentaba un sabor a chifa. El canelón estaba calientito por dentro y la pasta tenía el grosor necesario como para contener el relleno, pero sin llegar a importunar el paladar ni a estar gomosa ni cocinada de más. ¡Recomendable!

Vero y yo también probamos unas alitas taypá (22 soles el plato con 5 alitas). Simis Barra Wok las sirve laqueadas con salsa de chifa, ajonjolí tostado y rabanito encurtido. Precisamente, el rabanito le da un shot, una explosión de sabor que logra equilibrar la grasa de la alita (por su pielcita). Las alitas se deshacían con el cuchillo. No estaban crocantes, sino jugosas y al morderlas sí se sentía el sabor a chifa descrito en la carta. Las alitas de Simis, entonces, son muy particulares, diferentes a las que he probado antes, pero dignas de repetición.

 

Otra entrada que Vero y yo probamos fue siu kao (20 soles). Son empanaditas rellenas de guiso de cerdo y langostino con un toque nikkei. La masa del siu kao estaba crocante, y lograba contener un relleno bien generoso y fresco. Además, el relleno no era una pasta sin sabor ni brío; sino que al morder el siu kao se sentían los pedazos de langostino. En otras palabras, no es floro. El relleno contiene lo que la carta describe: como tiene que ser.

Simis Barra Wok también ofrece sánguches. Entre ellos destacan las burguer bun (16 soles por 3 unidades). Contiene lechón y langostino, bun al vapor y queso emmental. Miren, cuando vayan a Simis, pídanlo. Es imperdible.  La carne estaba súper jugosa y los vegetales estaban bien frescos. El bun no atosigaba. Todo lo contrario: sostenía muy bien la carne y sus acompañamientos, y absorbía súper rico sus jugos. Una delicia y a 16 soles: bien pagado.

 

No sé cómo, pero Vero y yo probamos otra entradita (jeje)… bueno, mejor dicho, un súper plato que me sorprendió gratamente: la causa (25 soles). Viene con un tartar de bonito al ponzu, huevos de codorniz, y emulsión de remolacha. Miren, les confieso que yo casi nunca pido causa en un restaurante porque suelo comparar este plato con la causa que mi mami prepara en casa. Y la causa de mi mami siempre gana. Creo que es algo que le sucede a la mayoría con el plato que mejor le sale a un ser querido y que nos ha deleitado desde la infancia. Pero, pucha, no sé, me animé a probar la causa de Simis. Estaba contenta por cómo se estaba desarrollando nuestra visita. Así que pensé “¿por qué no?”. Y menos mal que lo hice porque esa causa estaba hecha una delicia. No solo se ve bien; también cautiva el paladar. Ostentaba el balance perfecto entre lo acidito y lo picantito, y presentaba un sabor asiático debido al aceite de ajonjolí. La betarraga y el rabanito le daban un crunchy extra. Y el huevito de codorniz con la yema en su jugo, combinado con la papita, ya no ya. Pasu madre. Y saben qué: la masa tenía un sabor bien casero. Es decir, más allá de la apariencia y de los demás ingredientes, me hizo recordar a la causa de mi mamita. Y eso no es decir poca cosa. Cuando vayan a Simis, pídanla. No se arrepentirán.

 

Como platos de fondo (sí, no sé cómo, pero comimos más, jeje), probamos un tallarín sal tao con pasta udon (30 soles). Contiene, además del udon, muslos del pollo y vegetales al wok. A ver, cuando el plato llegó a la mesa, comenzamos a sentir un olor a ahumadito súper rico, de esos que reconforta y abre el apetito. Se notaba que el plato estaba recién hecho, recién salteado a punta de un fuego que una cocina convencional no posee. El pollo estaba bien jugoso. Me hizo recordar al de un yakitori hecho en las brasas. Y los tomates cherrys otorgaban una explosión de sabor que acompañaba muy bien los jugos y texturas del plato. La pasta udon (sí, esa pasta del soba) estaba cocida en su punto y bañada con los juguitos del saltado, pasuuu. Cuando la tienes en el paladar con un tomatito cherry y un poco de pollito… es el cielo. Increíble. Y en este invierno es EL plato. Constituye un imperdible más de Simis Barra Wok.

 

Como la vida es bonita, Vero y yo probamos otro plato de fondo (el último): el arroz chalapita (35 soles). Viene con chorizo amazónico, cecina de Tarapoto y plátano bizcocho. Miren, los trozos de cecina y de chorizo no eran microscópicos. Eran gruesitos, generosos. El huevo que sirve a manera de sábana le otorgaba una jugosidad extra al plato y ayudaba a equilibrar el sabor de las otras 2 proteínas. El arroz presentaba un sabor amazónico…. Y con el dulzor del platanito, suavecito y calientito, ya no ya. O sea, aquí tenemos otra exquisitez más de Simis Barra Wok.

De postre, Franco, el chef propietario de Simis, nos recomendó un limón del oriente (20 soles). Consiste en un curd de limón, crema de chocolate y especias, y sorbete de ajonjolí. Este último ayudó a limpiar el paladar. Y se notaba que era helado artesanal: estaba cremosito y el sabor a ajonjolí inundaba el paladar sin atosigarlo. El curd de limón estaba acidito y dulzón. Y con las barras de chocolate… pasu, el paraíso.

 

Después de este delicioso viaje gastronómico por lo peruano y lo asiático, conversamos con Franco. Él es un chef (casi) autodidacta, economista de profesión. Sin embargo, como ya se habrá notado, su pasión por la cocina pudo más. Lo que pasa es que cocina desde pequeño aunque ya de adulto empezó a interesarse por la gastronomía asiática. Su dominio del wok es envidiable. Para serles sincera, me sorprendí gratamente porque él no había trabajado antes en un restaurante fusión ni nada parecido. Su secreto es ser un chancón que hace lo que le apasiona hacer y que confía en el equipo que lo acompaña. Todos son súper profesionales y dedicados. No podrían ser de otra manera. Recuerden que la cocina está a la vista de todos, jeje.

 

En Simis Barra Wok nada es casualidad. Lo que se ve y aprecia es el resultado de un trabajo muy bien pensado, de un esfuerzo digno de admirar. Desde el diseño del local, el servicio, las bebidas y los insumos y los platos de la carta. Todo se complementa entre sí. ¡Súper recomendable!

Así que si no has ido a Simis Barra Wok, ¡qué esperas! No te vas a arrepentir. Es más: me lo agradecerás. Les cuento que yo regreso sí o sí. Así que tal vez nos encontremos.  Hasta el siguiente review. Saluditos.

Dirección

Calle Emilio Althaus N° 174 (Lince)

Horario de atención

Martes a sábado, 12:30-16:00 h y 19:00-23:00 h

Domingo, 12:30-17:00 h

Lunes está cerrado: que conste que les avisé.

Teléfono

 (01) 4174672

Las precisas

Simis Barra Wok cuenta con un privado (para 10-12 personas). Es súper iluminado (¡y cuenta también con los grafitis de Wa!). Te recomiendo llamar al restaurante para reservar este ambiente. Creo que es ideal para almuerzos de trabajo, de cumpleaños, entre otros.

En Simis, además de las bebidas de autor, también podrás encontrar opciones más clásicas como pisco sour, chilcano y gin tonic. También hay bebidas sin alcohol (como iced tea de té jazmín, té rojo y té verde) y cervezas del mundo.  ¡Súper!

¡Todos los platos de Simis están con 35% de descuento por todo el mes de julio! Que conste que les avisé.

Les recomiendo revisar el fanpage de Simis para enterarse de las promociones vigentes (en bebidas espirituosas y demás).