De 23 ediciones, es la primera vez que me adentro en el Festival de Cine de Lima organizado por la PUCP, es decir, soy una completa neófita de este evento ya antiguo, por lo que mi mirada, evidentemente, no reflejará una serie de situaciones que para otros es costumbre, y tal vez sea lo mejor.

He preguntado a personas que ya han asistido a varias ediciones si antes habían tantas películas que retrataran las vidas de las mujeres y lgtbi de esta forma y me dijeron que no. Por primera vez el Festival de Cine de Lima tiene una representatividad apabullante de mujeres haciendo cine y presentando sus propuestas, sus puntos de vista, sus creaciones, no solo en el más de un centenar de películas que estaban presentes, sino también en los dos concursos principales: la mejor película de ficción y la mejor película documental.

En ficción se alcanzó la paridad, de 18 películas, 9 eran de directoras; en documental se sobrepasó, de 11 películas, 7 estaban dirigidas por mujeres. ¿Qué muestra este hecho? Que hay un potencial enorme de mujeres creadoras que encuentran menos obstáculos para realizar sus propuestas narrativas, que los espacios se están abriendo más a entender la problemática de las mujeres para poder hacer cine, que hay una reflexión importante sobre las mujeres en el mundo de las artes y la cultura impulsado, quién lo podría negar, por el feminismo.

En la competencia de ficción pude ver de María Elche, Familia sumergida; de Ignacio Juricic, Enigma; de Alejandro Landes, Monos; de Sofía Quirós Ubeda, Ceniza Negra; de Lila Avilés, La camarista; de Melina León, Canción sin nombre; de Natalia Cabral y Oriol Estrada, Miriam miente; y de Lucía Garibaldi, Los Tiburones.

En competencia documental no vi ninguno. Las funciones para la prensa estaban íntegramente dirigidas a las de ficción, para conseguir las entradas que se reparten de 10 am a 12 m había que llegar a las 9 am, porque ya había cola, y las películas peruanas eran las más cotizadas, así que quien llegaba último tenía que conformarse con lo que quedaba o comprar sus propias entradas, que en el Centro Cultural de la PUCP solían estar agotadas y en el Cineplanet Alcázar estaban a un precio doloroso para la pobreza habitual de quienes hacemos prensa autogestionada e independiente. O sea, los que trabajamos por amor al arte.

De Hecho en el Perú, en donde compiten por el voto del público, tres películas de ficción y cuatro documentales, solo puede ver Mapacho, de Carlos Marín Tello. Pero competían, En medio del laberinto, de Salomón Pérez; La cantera, de Miguel Barreda; Hugo Blanco, río profundo, de Malena Martínez; Mi Barrios Altos querido, de Jimmy Valdivieso; Máxima, de Claudia Sparrow; y Yutupis, de Luis Pizarro.

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Equipo de “Mapacho”

De los dos documentales hechos por mujeres, he recibido las mejores opiniones y espero verlos pronto porque son historias necesarias de contar. La vida de Hugo Blanco, el legendario dirigente campesino que lideró la toma de tierra preludio de la reforma agraria sigue siendo desconocida para millones de peruanos y peruanas; y la lucha de Máxima Chaupe enfrentada a un colosal poder económico que suele aplastarlo todo a su paso es necesaria tenerla presente continuamente, porque da esperanza y resistencia cuando a veces parece todo perdido, si ella puede, con tantos obstáculos en la vida, entonces todas podemos.

Y acá habría que resaltar que este año ha habido un boom cinematográfico que reivindica a las luchas desde la izquierda: Hugo Blanco, río profundo; Máxima, La revolución y la tierra (Gonzalo Benavente) y El viaje de Javier Heraud (Javier Corcuera), llenan un vacío y tienen un importante valor documental para seguir mostrando lo que somos como nación desde la voz de los olvidados y silenciados.

La nueva sección Orgullo y prejuicio, seleccionó seis películas que intentan registrar los avances y problemáticas de las mujeres y la diversidad sexual en la región, pero queda chica, podría asegurar que el 70% de las películas presentadas en el Festival tenían historias que, aunque no necesariamente a propósito, mostraban a mujeres y LGTBI enfrentándose a un mundo que busca devastarlos.

De esta sección solo pude ver Que sea ley, el documental de Juan Solanas, que a pesar de registrar una serie de opiniones, testimonios y acciones de lo que fue la lucha por la legalización del aborto en Argentina el 2018, siento que es la mirada de alguien que puede ser cercano y aliado, pero no vive la realidad del aborto como lo viven las mujeres, por lo que a veces me conmovía y otras me dejaba indiferente. El documental tiene un gran valor documental, y nos queda esperar que las cineastas se animen a contar esas historias de lucha de las mujeres. Me perdí Greta, de Armando Praca; Las mil mujeres, de Rita Toledo; Un viaje en taxi, de MAK CK; Niña sola, de Javier Ávila; y Cachada, de Marlén Viñayo. Cuatro feministas y dos LGTBI.

En la competencia de ficción, de las que pude ver, Sócrates, Enigma, Monos, Bacurau, José, La camarista y Canción sin nombre tenían historias principales sobre temas LGTBI o personajes secundarios. Sócrates y José relatan historias de hombres gays jóvenes luchando contra la pobreza y sus deseos en México y Guatemala. Enigma narra la historia de una madre que pierde a su hija lesbiana asesinada por un crimen de odio, y cómo intenta reparar su indiferencia inicial hacia ella participando en un programa televisivo que le da la esperanza de encontrar a los culpables y en donde por fin podrá decir lo que siente. Monos es una película impecable y con muchos recursos que tiene un personaje trans masculino. Bacurau tiene un personaje lésbico de la tercera edad y una muy secundaria mujer trans. La camarista tiene un personaje secundario lésbico y divertido (aunque estereotipado). En la competencia de documental, solo Lemebel, de Joanna Reposi, se centra en la vida de un homosexual impresionante que marcó toda una época en Chile y que sigue generando seguidores dentro de la comunidad LGTBI.

En la sección Galas pude ver El Pepe, una vida suprema, de Emir Kusturica, e Insumisas, de Laura Cazador y Fernando Pérez. El Pepe es un gran documental que nos acerca de forma sencilla y cotidiana a la vida del expresidente de Uruguay, y uno de los más queridos hasta el momento, José Mujica, exguerrillero tupamaro, preso incontables veces y que llegó al más alto cargo de poder de su país, con quien se aprobaron leyes importantísimas como la despenalización del aborto y la legalización de la marihuana. Lo podemos ver en su granja plantando flores, alimentando a sus animales, manejando su tractor y luego en las calles uruguayas recibiendo la admiración de los transeúntes, aunque también algunas, pocas, diatribas. Sus reflexiones y su relación de pareja, apasionada, militante, sacrificada, con Lucía Topolansky, quien fuera su vicepresidenta, son el núcleo de la película. Imperdible y se estrena en Netflix el 23 de agosto. Insumisas es una película histórica basada en hechos reales sucedidos en Cuba en el siglo XIX y relata la historia de la primera mujer médico de ese país. Un hombre llega de Suiza para recuperar sus tierras pero las encuentra quemadas. En el transcurso, gracias a que es médico, se hace amigo de los pobladores, pero cuando descubren su secreto, la violencia irracional también aparece. No es un hombre, sino una mujer que decidió “disfrazarse” para poder cumplir sus sueños, casada en Cuba con otra mujer, verá cómo la intolerancia y los prejuicios perturbarán su vida para siempre.

La sección De música ligera, traía una película que ojalá pueda verse nuevamente: Una banda de chicas, de Marilina Giménez, relato testimonial que retrata las dificultades de las mujeres músicas en Argentina que tienen bandas.

https://www.youtube.com/watch?v=uRxhab-1Vl0

Mi ranking, sobre la base de lo que he visto, en competencia ficción va así:

  1. Canción sin nombre
  2. La camarista
  3. Miriam miente
  4. Bacurau
  5. Monos
  6. Enigma
  7. Familia sumergida
  8. Los Tiburones

En resumen, una gran diversidad de historias que ojalá permita, como en otros festivales prestigiosos del mundo, premiar a las películas de temática LGTBI el próximo año, reconocer aún más los esfuerzos que hacen las mujeres para hacer cine (nuestro cine regional tiene casi una completa ausencia de mujeres dirigiendo, ¿no les parece eso grave?), y ver la posibilidad de que también los LGTBI podamos contar nuestras propias historias, generando políticas, iniciativas y acciones para poder tener los medios, los insumos, los recursos, las herramientas para que más producción cinematográfica tenga los puntos de vista de quienes las viven. Se puede construir un festival y una industria cinematográfica con todas las voces, solo se necesita tener la voluntad política para hacerlo.

Posdata

Lo bueno

Luego de que la actriz de Canción sin nombre, Pamela Mendoza, denunciara que ella y su amigo fueron víctimas de racismo y homofobia en una función, aunque estos dos hechos podrían estar dentro del clasismo, porque fueron atacadas por un par de personas prepotentes, la organización del Festival decidió mejorar sus protocolos de atención a estos hechos y, además, pasar un anuncio antes de que empiece cada función señalando que no se permitiría ningún acto de violencia dentro de sus salas. Siempre es bueno recordarlo, porque solemos olvidar tratar como un ser humano al otro cuando estamos llenos de privilegios.

A mejorar

El trato a la prensa. Como buenos primerizos, mi amigo Julio Lossio, de Crónicas de la Diversidad, y yo, tuvimos que usar como “oficina” el espacio entre el primer piso y el segundo del Centro Cultural de la PUCP, para poder cargar nuestros celulares y laptops, y trabajar nuestras notas. Una salita no los hace más pobres ni más ricos, sobre todo si se tiene que esperar desde temprano para poder ver las películas en la tarde y hasta llegada la medianoche. ¡Seguimos!