El 23 de agosto se cumplen dos años de la desaparición de Solsiret Rodríguez, compañera feminista, estudiante universitaria, madre de dos hijos, amiga. Su madre la sigue buscando como cientos de madres buscan a sus hijas que siguen desaparecidas. Sus amigas mantenemos la esperanza de que aparezca para seguir organizando a su lado marchas por nuestros derechos, como si nada hubiera pasado, pero sabemos que algo le ha pasado, sabemos que alguien la ha desaparecido, sabemos que no está con nosotras y nos hace falta.

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El drama de las mujeres desaparecidas en el Perú es de nunca acabar, la justicia especialmente se cierne sobre las mujeres para dilatar procesos, no realizar diligencias con el debido cuidado y a tiempo, para olvidar, perder o nunca recuperar pruebas vitales para poder encontrarlas, como si cada minuto no contara para poder hallar a una mujer con vida, como si las vidas de las mujeres no importaran.

En el Perú no se activa una alarma cuando una mujer desaparece, la desidia policial frente a estos hechos es deshumanizante, los policías suelen decir que seguro se escapó con el novio o con el amante, y no mueven ni un dedo para buscarlas. Esta pasividad frente a una situación que debería ponernos los pelos de punta muchas veces tiene como consecuencia encontrarlas muertas.

Los familiares no solo tienen que cargar con el pesar de haber perdido a una hija, a una hermana, a una tía, a una sobrina, sino con la indolencia de un sistema de justicia que les da la espalda, que les hace gastar su tiempo, su poco dinero y su vida para poder recuperar a quienes aman, y que les amenaza constantemente, luego de meses y meses de idas y venidas, con archivar sus casos y dejar a todas estas mujeres en el olvido.

Shirley Villanueva desapareció un día cuando estaba con dos amigos paseando por la playa. Esthefanny desapareció con sus dos hijas pequeñas, Tatiana y Yamile, y hasta ahora no hay señales de ninguna de las tres. ¿Cuánto ha hecho la policía por buscarlas? ¿Cuánto hace el Estado peruano por protegerlas? ¿Por qué esperan tanto para buscarlas? ¿Acaso las prefieren muertas? ¿Tenemos que seguir saliendo las mujeres a las calles para que ni una más de las nuestras sea desaparecida?

Las compañeras de Solsiret están organizando una serie de acciones para recordar que desde hace dos años ella nos falta. El miércoles 22 hay un banderolazo en la Universidad Nacional Federico Villarreal, en donde nació su compromiso con las mujeres. El jueves 23 hay una conferencia de prensa en el Congreso y en la noche una vigilia cultural frente a la Dirincri de la avenida España.

Nosotras seguimos buscando a Solsiret, a Shirley, a Esthefanny, a Tatiana, a Yamile, a todas las que ya no están, porque si el Estado las olvida, estamos nosotras para recordarlas, para gritar que su memoria está viva, para tenerlas presentes en nuestros corazones y para alimentar la esperanza de algún día volverlas a ver. Eso es lo último que les quitarán a las mujeres en este país: la esperanza.

*Originalmente publicado en Diario Uno el 15 de agosto de 2018.