Es común que las personas utilicen la metáfora del cáncer para señalar una situación que hace daño. Por ejemplo, Tamar Arimborgo, la congresista fujimorista evangélica, hace aproximadamente tres semanas, nos legó un proyecto de ley en contra del enfoque de género sustentado sobre los argumentos del Colegio Médico de Pediatría, una organización conservadora y homofóbica, en el que se señalaba que el enfoque de género causaba cáncer y sida.
Esta misma metáfora la utiliza ahora el cardenal Juan Luis Cipriani, para despedirse de un cargo que le ha servido para inmiscuirse en la política y generar correlaciones de poder a favor del fujimorismo: el Arzobispado de Lima. El Vaticano aceptó su renuncia y a nombrado a un cura destacado por su progresismo, sociólogo de San Marcos y profesor de la PUCP: Carlos Castillo.
Cipriani señaló que el enfoque de género, la herramienta que busca nivelar la desigualdad de género entre hombres y mujeres, es un “cáncer para la sociedad”, como lo dijo anteriormente el Papa Francisco. De esta forma cierra su mandato, mientras desde hace dos años se disputa en el Poder Judicial la inclusión del enfoque de género en el currículo nacional de educación para frenar y prevenir la violencia de género, que hasta el momento está dejando 14 mujeres asesinadas en 24 días, feminicidios que son el verdadero cáncer de la sociedad.