En la manifestación peruana por el “Día Internacional de la Lucha Contra la Violencia hacia la Mujer”, aunque resulte increíble, diversos efectivos policiales agredieron de manera salvaje y brutal a una mujer que ejercía de manera válida y pacífica su derecho a la protesta, en una movilización contra la violencia machista, en donde su expresión artística de mostrarse con el torso desnudo, como forma de denunciar la violencia que azota día a día a las mujeres, fue causal para que reciba golpes, maltratos y humillaciones.

En este contexto, en donde hasta la policía nos maltrata en el día de la no violencia hacia la mujer, y sanciona moralmente toda manifestación feminista y de manera conjunta con muchas personas machistas se “indignan” con ver a las mujeres que protestan libremente desnudas, corresponde analizar si es verdad que su preocupación radica en la conservación de la decencia y moralidad, en donde las tetas de las mujeres deben mantenerse “correctamente” ocultas, o se trata de un mero cuestionamiento más que tiene la intención de deslegitimar la lucha feminista y con ello aferrarse a sus privilegios.

Desde siempre los hombres han crecido con un afán increíble de ver las tetas femeninas, por mencionar una parte puntual de nuestros cuerpos que siempre han sido sexualizados. Los hombres gozan y disfrutan viendo tetas, las buscan en revistas, periódicos, anuncios comerciales y a escondidillas las ven en material pornográfico mientras se autocomplacen sexualmente.

Los hombres, desde muy jóvenes, visualizan tetas por doquier y acosan sexualmente a las mujeres, quienes en infinidad de veces somos víctimas de miradas lascivas, por decir lo menos, en toda nuestra etapa de vida, pues aun usando uniforme escolar nuestras tetas son objetivizadas y vistas con amplio deseo sexual.

Los hombres, estando entre amigos, comentan permanentemente sobre las tetas, se pasan el material de las tetas, seleccionan a las mujeres de su entorno con las mejores tetas, desean ver y tocar las tetas que pasan por su entorno, ansían conocer las tetas de las mujeres que encajan en sus estereotipos machistas de belleza, disfrutan visualizar la ropa que les permite alucinar con las tetas, se excitan con solo pensar en las tetas y sienten un enorme placer sexual cuando las tetas se encuentran a su servicio. Pero ¿qué sucede cuando las tetas son expuestas por las propias mujeres de manera autónoma y por libre decisión en un afán no sexual? Ya no les gusta tanto, ¿verdad?, entonces, ¿realmente les ofende ver las tetas en las calles? O lo que les ofende es que las tetas expuestas se muestren de manera confrontacional y no al servicio de sus masturbaciones en una manifestación feminista.

Nuestros cuerpos son sexualizados desde temprana edad y una de las formas de acreditar ello es a través del acoso sexual callejero del cual todas las mujeres hemos sido víctimas alguna vez, en tanto nuestros cuerpos son vistos como objetos destinados al servicio del placer sexual del hombre. Es por tal motivo, que desde el activismo feminista se realizan diversas acciones para visibilizar nuestras protestas y una de ellas es el hecho de mostrar nuestras tetas. Nosotras somos dueñas de nuestros propios cuerpos y en ese desarrollo de la autonomía que tanto nos la han reprimido, sabernos dueñas de todas nuestras partes corporales y expresarlo con libertad es para el machista un acto sumamente incómodo, y aunque se rían o se burlen y pretendan ridiculizarlo, en el fondo les genera mucho miedo, pues las tetas expuestas con libertad en una manifestación política que busca igualdad de derechos, ya no están dispuestas a ser su objeto de placer sexual permanente.

A las personas machistas no les ofende ni les indigna en absoluto ver las tetas, pues cuando se exponen de manera cotidiana con afán sexualizador nunca las cuestionan, al contrario, les parece “riquísimo”, lo que les “ofende” (en realidad atemoriza) es que las mujeres decidamos sobre nuestros propios cuerpos y siendo dueñas de nuestra anatomía mostremos nuestras tetas sin temor alguno como elemento de lucha política.

Cuando las tetas, que tanto placer les causa, aún sea en contra de la mujer que las posee, no están dispuestas a satisfacer sus deseos sexuales ya no les gusta y por ello se disfrazan de una falsa moralidad y apelando a la “decencia” cuestionan las manifestaciones feministas en donde las tetas se muestran desafiantes y revolucionarias.

Todos esos “decentes” que dicen ¿es necesario que muestren así el torso desnudo?, ¿qué afán de calatearse en la calle?, hay formas de protestar sin llegar a esos actos de mostrar el cuerpo, ¿cómo quieren que las respeten si se muestran así? y muchos otros comentarios parecidos más, en otras ocasiones son los mismos que se erectan constantemente con las tetas, aún sea violentándolas y disfrutándolas en contra de la libertad de las mujeres.

Las tetas son nuestras y si bien en el momento en que lo deseamos las disfrutaremos como parte activa de nuestro placer sexual, son parte de nuestro cuerpo que NO ES UN OBJETO SEXUAL PER SE. Las tetas nos pertenecen y su exposición en las protestas políticas es sumamente revolucionaria por todo el daño que nos hacen por el simple hecho de poseerlas, lo cual se evidencia en el escándalo que genera verlas libres y luchadoras.

Esos efectivos policiales que atentaron contra una mujer feminista luchadora son los mismos que seguramente no atienden las denuncias de las tetas violadas y maltratadas, son quienes piensan que las tetas son causantes de la violencia y son aquellos que necesitan ver las tetas muertas para recién tener la prueba tangible del maltrato.

Las tetas expuestas no ofenden al machista, ofenden al machista las tetas expuestas como símbolo de una lucha política que les anuncia que ya no podrán hacer con nuestros cuerpos lo que les da la gana, como han estado acostumbrados desde siempre, y ello les está generando apretones testiculares impresionantes.

Las tetas son nuestras, nos pertenecen, son parte de nuestros cuerpos y es vital que el machista vaya acostumbrándose a no disponer de ellas a su antojo, que no se sorprenda al verlas como elementos de lucha, y así vaya asimilando que las tetas, nuestras tetas, serán sexualizadas únicamente cuando así lo queramos, con total voluntad y con plena libertad.

Foto: Andrea Laime