La violencia sexual se ha contado en el cine de múltiples formas, a través de cientos de películas hemos visto cómo se viola a una mujer o a varias, incluso una película “destacó” por mostrar una violación por largos minutos contra Mónica Belluci y toda la parafernalia publicitaria recayó en ver a la actriz siendo violentada, más que en los importantes mensajes que su director suponía que planteaba.

Muchas veces de forma innecesaria, la violación ha sido vista desde el lado del género que suele violar, y poco desde el género que es abusado, por eso las escenas suelen ser tan explícitas, largas, cotidianas, públicas y bochornosas, pero también ha dado un subgénero interesante que es el de la violación y venganza, que en algunos casos es más un despliegue de sangre, pedazos de cuerpo y hombres gritando y llorando, en un intento de expiar la culpa de quien está detrás de la cámara.

En ese sentido, películas como Visión nocturna son un oasis en medio de los intentos por describir, enseñar y ordenar cómo es una violación sexual y, sobre todo, cómo la viven sus víctimas. La directora Carolina Moscoso nos lleva por un camino distinto, que pocxs directorxs han explorado, para contarnos una historia recurrente y cotidiana en el mundo entero: una violencia sexual y un proceso legal que no se completa por los obstáculos que se presentan en el camino, desde reconocerse como víctima y confiarle a alguien esa experiencia hasta llegar a las instancias del Estado para ser revictimizada por un proceso legal y operadores de salud y justicia que muchas veces tienen poca solidaridad y empatía con las personas que se acercan para intentar acceder a sus derechos.

El dolor indecible de la chilena Carolina Moscoso | El Diario Vasco
Carolina Moscoso

Visión nocturna es el relato de una violación sexual desde un punto de vista femenino, pero no solo desde la mirada de una mujer, sino de la misma víctima de la violencia. Una mirada que nos lleva de la mano, a través de la voz de la directora, de forma escrita y con imágenes de su vida cotidiana grabadas antes y después de la violencia, a un drama privado, pero repensando el lugar de quien cuenta, sacándolo de lo establecido y del sentido común formado por la acumulación de perspectivas de aquellos que no eran vulnerabilizados, y llevándola hacia otra subjetividad, ofreciéndonos nuevas sensibilidades para narrar historias y hacer cine.

Las imágenes, a modo de diario personal, nos dicen que lo privado y lo público, el dolor y la alegría, la violencia y la felicidad, la indiferencia y la amistad, la vida y la muerte conviven, van en paralelo, se conjugan en los mismos tiempos, y por eso es tan fácil llorar y reír frente a una violencia, tener certezas completas y responder con dudas sobre algo que le ha pasado a una, porque el blanco y negro se ha quedado en las películas mudas, porque somos una gama de colores que se mezclan para forjarnos.  

En un conversatorio en el marco del Festival Transcinema, en donde se está pasando su película hasta el 23 de enero, Moscoso señala que ella no se sentía cercana a la forma de producir cine ni a las enseñanzas que había recibido en la escuela, y tampoco se sentía capaz de tocar temas que fueran públicos, que ella no podía mirar hacia afuera, porque le habían hecho creer que esos temas los tocan hombres, que ella no estaba legitimada para hacerlo, y por eso se decidió por buscar en su historia personal, en un tema privado, pero qué más público que la sexualidad, de la que se dice de todo, y muchas veces mal, porque quienes han tenido el poder de hablar y de hacer cine de ella y de sus formas, han sido los hombres, y sobre todo los hombres blancos y ricos. Las mujeres, las mujeres indígenas, las mujeres indígenas trans, las mujeres indígenas lesbianas con capacidades distintas cuántas veces han podido contar sus historias de violencia siendo estas tan continuas, tan diversas y tan vividas cotidianamente por prácticamente todas.

Moscoso nos ha demostrado que se puede hablar de un tema público sin apelar a una exposición primaria y brutal, con un modo de producción sencillo, austero, recogido desde lo pequeño, con presupuesto limitado y sin negociar su historia con un público o un capital que estipula cómo hacer rentables las películas, entregándonos un producto de altísima calidad.

Título original: Visión Nocturna. Dirección: Carolina Moscoso. Guión: Carolina Moscoso, María Paz González. Producción: Macarena Aguiló. Fotografía: Carolina Moscoso. Montaje: Juan Eduardo Murillo. Sonido: Mercedes Gaviria. Música: Camila Moreno. País: Chile. Año: 2019. Duración: 75 min.