El 7 de junio de 2018, Joshelin Trauco sería testigo y víctima de un sistema social, policial y judicial que está hecho para que los violadores salgan libres. Ella fue a una fiesta en Barranco, pensando en divertirse, pero terminó viviendo una de las experiencias más violentas que puede sufrir una persona: una violación sexual.

Adolfo Bazán Gutiérrez es un abogado, con dinero, recursos y prestigio para dar rienda suelta a sus deseos de apropiarse de los cuerpos de las mujeres, sin importarle lo que ellas quieran, y para eso no dudaba en usar el alcohol, las drogas, su auto y su departamento en Surquillo. Joshelin no sería la única víctima, pero fue la primera que lo denunció.

Ese fin de semana, mientras bailaban y conversaban, Bazán le echó una droga en su bebida, y la subió en su auto en compañía de otra pareja. El primer engranaje de un encubrimiento social es la indiferencia con la que una mujer en estado de inconsciencia puede ser dejada en manos de un hombre.

Joshelin subió al auto pensando que en compañía de la pareja no estaría tan expuesta al peligro, pero se equivocó, la pareja bajó y ella se quedó sola con su victimario. Al llegar a la cochera, Bazán la violó en su auto, luego del acto ella logró escapar hacia la puerta, cuando una vecina dio aviso a la policía porque estaba sentada llorando sin saber cómo salir.

El segundo engranaje de la cultura de la violación es el accionar policial negligente y machista. Joshelin se encontraba en estado de shock, tambaleante, llorando, en plena crisis pues había sido violada hace unos minutos, pero los agentes policiales Julio Santillán y Zapata Everquén, de la Divime Sur 1, prefirieron escuchar a los hombres “testigos”. Según ellos, el conserje no había visto ningún tipo de violencia, y Bazán les dijo que era su novia, que estaban discutiendo y que quería subirla a su departamento. Les creyeron y se fueron, pero Joshelin no iba a volver a caer en manos de su agresor.

Momento en que llega la policía

Con las pocas fuerzas que tenía logró salir a la calle y tirarse encima del patrullero para que le hagan caso, pero nuevamente la policía fue indiferente y negligente con su vida. Lo que le quedó fue parar un taxi y esperar que el taxista se compadezca de ella y tampoco se aproveche de su estado. Es el taxista, y no la policía, quien la lleva a la comisaría para que ella ponga su denuncia.

Momento en que Joshelin se lanza contra el patrullero

Un mes después, el 10 de julio de 2018, Bazán Gutiérrez es condenado a cumplir prisión preventiva por el delito de violación sexual, y pese a la flagrancia de los hechos y las pruebas acumuladas: un video, el estado de inconsciencia, la situación de vulnerabilidad, la presencia de la policía y los testigos que acreditaban que Joshelin había sido víctima de un delito, en diciembre del mismo año, su situación legal cambia a comparecencia.

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Dos abusos sexuales de Bazán

El tercer engranaje para que seamos un país de violadores es el judicial. Bazán Gutiérrez había violado a una mujer, luego de drogarla, y eso le importó muy poco al juez que lo liberó para que viole a otras mujeres.

Nuevamente en libertad, hizo lo que siempre hacía con impunidad, abusar otra vez. La diferencia entre Joshelin y la nueva víctima de Bazán, es que la segunda no era una desconocida, era la modelo Macarena Vélez, chica reality de un programa juvenil popular. Y eso cambiaría todo.

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Como Joshelin señala, desde Estados Unidos, a donde huyó dejando todos sus proyectos inconclusos para no volver a cruzarse con Bazán, “tenía que pasarle a una persona pública o que una de nosotras aparezca muerta para que recién ese hombre pague lo que está haciendo”.

Porque desconocida también es la exesposa de Bazán, quien lo denunció ante la policía por violencia doméstica. A ella Bazán la drogaba todas las noches, por cinco años, para poder irse de juerga , y uno de esos días, en donde la droga no fue tan potente, lo descubrió en su casa con otra mujer, también drogada. Lo denunció y pudo empezar los trámites de su divorcio. Todo quedó en una separación, pero el antecedente ya es terrorífico.

Más víctimas desconocidas aparecieron, mientras Bazán trata de huir del Perú con anuencia de todos los engranajes -la alianza entre la sociedad, la policía y el sistema judicial para mantener el machismo en nuestras vidas- que hacen posible que se culpe a las mujeres de la violencia sexual que viven, y que se justifique y compadezca del agresor, mientras ellas pierden la tranquilidad, las oportunidades, los trabajos, los estudios y la felicidad, para convertirse en víctimas.

La policía prefiere creerle al violador, los jueces prefieren sentir pena por el violador, la sociedad prefiere justificar al violador, y de esta forma salen libres y vuelven a violar con impunidad.