Querido papá Noel:

Te escribe un modesto periodista de 28 años, que no cree en fantasías ni se compra los discursos navideños de Coca Cola que enaltecen tu figura, pero que sabe que fuiste un santo de la Iglesia que le hizo bien a los niños en los primeros siglos de la humanidad. No creo en la Iglesia, pero creo que algunos santos como tú fueron útiles para hacer de este mundo un lugar un poquito mejor para vivir.

Imagino que, ya que trasciendes en el tiempo y con tu amigo Rodolfo y tus demás renos recorres el mundo, sabes lo que sucede en mi amado y sufrido país, que si bien no sufre la calamidad que Venezuela, tiene una clase política que cada día y mes que pasa se aleja de la gente común. Se ha hecho un referéndum necesario, pero insuficiente. Tenemos expresidentes que intentan asilarse, hijas de dictadores que se victimizan, alcaldes salientes que exudan formol, un Kongreso aún dominado por una mayoría rapaz y una sociedad atribulada que solo piensa en su peculio.

Te pido que a nuestro presidente Vizcarra le regales una correa, por todos los momentos duros que tendrá que sortear, y enfrentar con “correa”, pero además, quizá un libro que ya tenga en la biblioteca, “Historia de la Corrupción en el Perú”, del desaparecido Alfonso Quiroz, quien pudo detectar, como casi nadie, que la corrupción no se debe solo a las ambiciones partidarias, o a los egos venales, sino también al sistema económico.

Para nuestro nuevo alcalde de Lima, Jorge Muñoz, te pediría que le des un buen asesor de imagen para que nadie intente revocarlo a la mala. Muñoz está comenzando a caer simpático, sin embargo, te pido que no le sugieras un asesor de Los Portales, y que se aleje de las tentaciones de hacer lobbies con empresas privadas. Su alejamiento del modelo amarillo y su desconfianza hacia la derecha bruta y achorada ya es saludable, pero no suficiente.

A Daniel Salaverry quizá dale una brújula para que sepa ubicarse y no se crea la nueva carta del gobierno para la presidencia del Perú, pues no olvidamos que él proviene del keikismo ramplón. Y a nuestro querido alcalde Castañeda, una bolsa de cemento para que juegue con ella con sus futuros nietos y deje de joder a los capitalinos con su concreto invasor.

A Alfredo Barnechea, un espejito para que se pueda mirar con su amigo el Mudo lo antipáticos y fachas que se pueden ver juntos. A Marco Arana, quizá un libro de Rita Segato para que entienda que el feminismo no es una causa perdida. A Rosa Bartra, una muñeca Anabelle para que pueda entretenerse y no destilar tanto odio contra quienes no comulgan con su manera de gestionar los blindajes a los corruptos. A José Domingo Pérez, un cuerpo de seguridad nuevo, para que no lo amenacen los mafiosos y pueda llegar sano y salvo a casa.

A Alan García, un caparazón de las Tortuninjas para que pueda asilarse dentro de él y dejar la cantaleta de la persecución política. A Keiko Fujimori, una foto de su madre diciendo que tiene la cara del demonio, para ver si así se le va la malicia y la soberbia. A Pedro Chávarry, un viaje a Madrid para que pueda verse con su “hermanito” Hinostroza Pariachi y recordar viejos tiempos. Y para nuestro heroico exdictador Fujimori, un cuarto de hotel nuevo en Barbadillo y así pueda sentirse cómodo en su nueva prisión. Si un jacuzzi le hace falta, dáselo querido Papa Noel, pero que no salga de ahí.

A la alta sociedad  limeña dale una dosis de ubicuidad que les permita reducir su racismo y clasismo, a los músicos y artistas de Movistar hazlos ver “Roma” de Alfonso Cuarón, y así puedan entender de una vez por todas que los cholos (de aquí y de allá) sí tenemos talento. A la gente de Tondero, aparte de ver Roma, a ver si les regalas la mejor película peruana de todos los tiempos que fue “La Muralla Verde” y así puedan tener mejores ideas para crear. Igual para los “creativos” del racista comercial del “Uga Uga”.

A nuestra selección de fútbol, dale incentivos en sus equipos para que no tengan que protagonizar comerciales ridículos como los de Scotiabank, a Gareca un cerebro nuevo y así pueda “pensar” con autoridad y no pisar huevos ni apoyar marchitas “Por la vida”. A Orejita Flores, una camiseta de la U, pese a que soy de Alianza, pues admiro a quienes aman lo que quieren o creen pese a las diferencias de colores deportivos, e incluso políticos. A Paolo Guerrero una bolita antiestrés para que de una vez se olvide del TAS y pueda volver a brillar como antes. Y a Oviedo, un CD de los Wachiturros, y así nunca olvide sus orígenes.

Al papa Francisco, unos videos de Youtube para que sepa que el feminismo crece cada día y que sus normas antiaborto solo generan que las mujeres se rebelen (y con justa razón) cada día más. A los acosadores, una terapia psicológica y psiquiátrica para que dejen de serlo. A los golpeadores y abusadores, cárcel efectiva y posibilidad de reinserción social cumplida su pena. Y a los niños y jóvenes, una educación con igualdad de género para que nunca más una mujer sea maltratada.

A Bolsonaro dale un golpe en la cabeza, a ver si se le va el fascismo. A Trump un peinado nuevo (y un misil de juguete), a Iván Duque un reggaetón cantado por estudiantes para que así sepa que Maluma no es el único joven latinoamericano que triunfa. A Macri un reloj, para que cuente las horas y por fin pueda dejar maletas. A Piñera, una foto de Camilo Catrillanca para que nunca olvide a quien mandó matar su policía y no duerma en paz hasta arrepentirse. A AMLO unas pastillitas de humildad para que pueda hacer un buen gobierno. Y a Maduro, un pasaje a Rusia para que se vea con Putin, viva con él y nunca más vuelva a Venezuela.

Y al mundo, dale alegría y entusiasmo que falta nos hace. Y, pese a los tiempos difíciles, esperanza para tratar de reconciliarnos con quienes nos hemos peleado. Y si no se logra, quedará en nuestra conciencia que hemos intentado arreglar las situaciones que nosotros hemos provocado. Un feliz 2019 para ti y para todos aquellos que se atrevieron a leer esta intrépida columna.