Más tarde o más temprano, lo será. Mientras tanto, miles de mujeres seguirán politizando sus vidas y enfrentándose a las fuerzas conservadoras que quieren dejar todo como está: con mujeres sometiéndose a prácticas riesgosas, siendo chantajeadas por mafias que se aprovechan de su situación y viviendo en la clandestinidad un proceso que debería vivirse en libertad.
Será ley porque es una deuda de la democracia, una democracia que nosotras podemos “disfrutar” desde hace apenas 18 años, justo cuando una mujer cumple su mayoría de edad, esa mayoría que no le da ciudadanía a puertas de un Bicentenario en donde las mujeres no tienen mucho que celebrar.
Será ley porque el mundo avanza, y solo las teocracias y las dictaduras más feroces mantienen el control sobre los cuerpos de las mujeres como si nosotras fuéramos de su propiedad. Cualquier país civilizado se da cuenta de que, sin ciudadanía para las mujeres, ningún avance es posible, ni disminuir la pobreza, ni mucho menos la violencia.
Será ley porque tenemos a mujeres que nos representan en el Congreso y en las calles, en las empresas y en las casas, en el arte y en la academia, en los medios de comunicación y en los pueblos más lejanos, de todas las edades y de todos los colores luchando desde sus espacios para empujar los cambios que necesitamos.
Será ley porque hay una ola verde que no se detiene y avanza por toda Latinoamérica para concientizar a las mujeres sobre sus derechos, para hacerlas más fuertes, para unirlas con un objetivo: la autonomía de sus cuerpos. Esa ola recoge las luchas del pasado y tiene rostros del presente, el recambio generacional ha llegado porque el feminismo es un movimiento vivo que se nutre prácticamente solo con la fuerza de las mujeres. Nuestras hijas, nuestras sobrinas, nuestras nietas no serán las de antes.
Será ley porque es momento de vivir el aborto en libertad, de hablarlo a los cuatro vientos, de contárselo a nuestras madres, a nuestras amigas, a nuestras novias. Porque el silencio ya dejó de ser una opción para nosotras, porque la clandestinidad simbólica ya la vencimos, porque somos capaces de reconocernos entre mujeres que abortan, darnos la mano y amarnos.
Será ley porque las niñas que vienen merecen un mundo en donde no tengan que seguir luchando por derechos básicos, por responder sobre sí mismas, por decidir sobre su futuro, y para que las más pobres ya no lo sean y no mueran por ser pobres abandonadas por el Estado.
Será ley porque estamos orgullosas de abortar y de luchar para que otras puedan abortar sin miedo, sin culpa, sin vergüenza, sin dolor, en sus casas, con sus amigas, con las personas que las aman, y que ese día no sea un día de pesar, sino, como siempre lo ha sido, de alivio, de empuje, de coraje, de fortaleza, porque ese aborto nos devolvió el alma al cuerpo y nos permitió seguir caminando como queremos caminar: sin nada que nos fuerce a la maternidad.
Será ley porque el tiempo de las mujeres ha llegado y el miedo por fin ha cambiado de bando.