Escribe: Ariana Llerena Donayre

La violencia de género aumenta y la problemática de agresiones en distintas formas sigue creciendo en el ámbito universitario. Actualmente hay más de 50 denuncias legales por acoso, hostigamiento y violencia sexual que siguen en investigación desde la vía judicial, las que lamentablemente no tienen la celeridad debida. Los mecanismos de investigación que deberían abordar las autoridades de las universidades a donde pertenecen las víctimas y los agresores, no son suficientes e, incluso, en muchas de estas las autoridades ni siquiera hacen uso de estos mecanismos.

Pero también crece la indignación al no tener respuestas desde la vía judicial ni mucho menos desde la universidad a la que cada víctima pertenece.

Ante esta problemática, nacieron diversas organizaciones dentro de las universidades con un enfoque feminista para combatir la indiferencia y la violencia que se vive a diario en cada casa de estudios. De estas organizaciones y universitarias independientes se creó el BLOQUE UNIVERSITARIO FEMINISTA, que denuncia y visibiliza, desde distintas plataformas, las denuncias de nuestras compañeras.

Tenemos el caso de Lezly Carrasco Solís de la Universidad Nacional del Callao, quien denunció violación sexual por parte de José Eduardo Pachas Quispe, un estudiante de su misma facultad. La universidad hasta ahora no se ha pronunciado ni ha dado una respuesta que respalde y proteja a Lezly, por lo que su agresor sigue asistiendo a clases.

También está el caso de Stefanny Vargas Espinoza de la Universidad Nacional de Ingeniería, quien denunció a Fabio Aureo Portocarrero Pinedo, estudiante de su misma facultad, por violación sexual. La investigación judicial sigue en proceso, pero gracias a las compañeras que apoyaron a Stefanny, se logró abrir una Comisión de disciplina y poder tocar el tema a fondo, por lo que la Facultad de Arquitectura, en donde estudian ambos, dio la orden de prohibirle el ingreso al agresor hasta que duren las investigaciones.

Y el caso de A. F. C. en la Universidad Nacional Agraria La Molina, quien denunció acoso y violencia sexual de parte de Arturo Vivanco Rivas, estudiante de la Facultad de Pesquería. El Tribunal de Honor de dicha universidad no brindó ninguna respuesta eficiente para la víctima.

Pero la violencia no solo viene de parte de estudiantes, sino también de parte de profesores, como el caso de C. C. en la Universidad Nacional Federico Villarreal. Ella denunció al profesor Jorge Ramos de la Flor por el hostigamiento y las humillaciones que este profesor suele promover. La universidad no se pronuncia hasta ahora, por lo que parece que buscara blindar de estas denuncias al profesor.

Y así, la lista de denuncias va aumentando en las universidades públicas y privadas del Perú, por lo que es urgente conocer y accionar ante esta situación. La organización de las compañeras es fundamental para seguir resistiendo, pero, sobre todo, para obtener respuestas y medidas justas para las víctimas.