Cuando me enteré de la desgracia ocurrida la noche del sábado 22 en la discoteca de Los Olivos, no pude evitar recordar la tragedia de Utopía; sin embargo, la situación es aún peor ya que estamos en emergencia sanitaria. Nuevamente, un empresario sin escrúpulos, a quien no le importó el toque de queda, ni el distanciamiento social, ni mucho menos los protocolos de seguridad, con tal de seguir facturando, es responsable de, al menos, el delito de propagación de enfermedades y homicidio agravado.

¿No basta el riesgo mortal por el covid? ¿Es divertido flirtear con la muerte? ¿Qué puede llevar a un grupo de jóvenes a asistir a una discoteca en pleno toque de queda, en medio de una pandemia? Como sabemos, las reuniones familiares y fiestas sociales están prohibidas; sin embargo, el actual estado de excepción no le bastó al dueño, administrador y promotor de la discoteca Thomas Restobar, ubicada en el distrito de Los Olivos, para cerrar sus puertas y evitar tremenda tragedia. Según los vecinos, este establecimiento nocturno lleva a cabo, semana a semana, eventos donde congrega a más de un centenar de muchachos para escuchar música y beber licor cada fin de semana.

El descontrol y el miedo por evadir la inminente intervención policial y posterior detención, llevó a más de cien jovencitos a envolverse en una estampida, permaneciendo atrapados entre la pequeña puerta de metal que se abría hacia adentro, que daba el único flujo de entrada y salida hacia las escaleras. Se sabe que doce mujeres y un varón son las víctimas mortales de esta fiesta de la muerte, quienes perecieron asfixiados.

En este momento, trece madres y padres, lloran el fallecimiento de sus seres queridos que no llegaban ni a los 30 años de vida, otro tanto de jóvenes fue llevado a centros de salud cercanos para ser atendidos y, una veintena de muchachos están detenidos, quienes conscientes de la prohibición de celebraciones, asistieron motivados por un evento promocionado en redes sociales, queriendo dispersar el estrés producto del largo confinamiento.

Se ha confirmado la presencia de menores de edad en la discoteca. ¿Por qué el joven limeño tiene que ser tratado como infante y ser fiscalizado por la policía un sábado de toque de queda? ¿No es suficiente la desgracia diaria de perder alrededor de 200 peruanas y peruanos a manos del coronavirus?

Ninguno de los jóvenes fallecidos debió morir hoy, no así. Esto no debió pasar nunca.