Mario Arijan Cereceda Quispe

En Estados Unidos, el presidente Biden acaba de lanzar una política revolucionaria de impuestos a los más ricos, incremento del salario mínimo, más programas sociales y un nuevo rol del Estado en la sociedad, más presente y consciente de las necesidades urgentes de su población. Por supuesto, esto ha pasado casi desapercibido en la prensa nacional y se ha discutido poco en los programas y columnas de opinión de la prensa monopolizada. La derecha peruana y sus agentes mediáticos han hecho todo lo posible por minimizar este importante acontecimiento mundial.

Estas políticas tienen que ver con el Gran Reinicio (the Greath Reset) de la economía global, que se ha venido discutiendo estos años y que ha terminado por imponerse luego de acaecida la pandemia del coronavirus, con sus terribles consecuencias económicas y sociales. Tanto Davos, como Forbes, el Financial Times (conocida como la Biblia del neoliberalismo) y el FMI, han publicado y propuesto sobre un nuevo rol del Estado en las sociedades, más impuestos a los más ricos y a las corporaciones, más programas sociales que acaben con la desigualdad social y la pobreza extrema, de modo que se prevengan conflictos y violencia sociales que pongan en peligro la convivencia más básica. Todo esto también como una forma de preservar sus propios estatus sociales y su riqueza personal, ya que se han dado cuenta que no se puede ser inmensamente rico y disfrutar de tus privilegios si el mundo está en llamas.

Desde los estudios sobre la desigualdad de Piketty, en El Capital en el Siglo XXI, los estudios de evasión de impuestos y su papel en las crisis económicas de Gabriel Zucman, en La Riqueza Escondida de las Naciones, y, por supuesto, la sorpresiva interpelación a los más ricos del mundo en Davos por Rutger Bregman en 2019, cuando les increpó que en  ese encuentro de multimillonarios se hablaba de todo menos de la evasión tributaria y de cómo el 1% más adinerado no pagaba su justa contribución a la sociedad, “toda la caridad que hagan sin pagar sus impuestos es pura mierda” –les dijo en esa ocasión (Bregman escribió luego Utopía para Realistas, sobre cómo los estados de bienestar cambiaron el mundo y cómo estos sistemas se han venido desmoronando); el Gran Reinicio se ha impuesto en la discusión política y económica en el mundo occidental, antes convencidamente neoliberal, y ha empezado una gran crítica a los modelos económicos y sociales que han venido implementando las naciones sin tener en cuenta los estados de bienestar y la problemática de la población cada vez más precarizada.

La derecha peruana ha sido ajena a esta discusión. Mientras Biden, que siempre ha sido parte de la derecha del partido demócrata, tuvo que alinearse con esta nueva tendencia mundial, justamente para que no se “incendie la pradera”, como decían los comunistas de antaño, la derecha peruana, más DBA que nunca, pareciera que quiere solo echarle más gasolina a la hoguera, insistiendo con un modelo fujineoliberal que en el resto del mundo están desechando por incompetente, empobrecedor y porque genera violencia social. La izquierda peruana entonces, en nuestro caso representada por Juntos por el Perú y Perú Libre, estaría, paradójicamente, más cercana a Davos, Forbes, Financial Times y el FMI (todas publicaciones o instituciones exneoliberales y conservadoras) que la derecha peruana misma. Esta gran paradoja va a tener que estudiarse con mayor detenimiento, porque el fanatismo neoliberal peruano no cesa, a pesar de que ya ha amainado en los países de origen de esta corriente de pensamiento (la práctica del “terruqueo” de excandidatos como López Aliaga y Keiko Fujimori son una buena muestra de ello).

El Gran Reseteo es una realidad. Ha llegado para quedarse, y la última declaración de Hernando de Soto, de ir a Estados Unidos y Europa a advertir del peligro “comunista” de un candidato que busca redistribuir la riqueza con mayor justicia social, e imponer mayor tributación a los más ricos, buscando que estos Estados intervengan en el Perú e impidan esta elección, se va a encontrar con la sorpresa de que por allá están en las mismas, y que Soto estaba más perdido que huevo en ceviche o que la derecha peruana en Davos.