Escribe: Jinre Guevara

Les voy a contar lo que hemos pasado y seguimos pasando con mi familia. Lean por favor:

Mi madre entró en crisis por su edad y hemos recorrido días enteros y madrugadas enteras del siguiente modo…

Todos los hospitales públicos a los que acudimos con angustia estaban colapsados, todos. Entonces, con esfuerzo llevamos a mamá a las siguientes clínicas y en todas ocurrió lo mismo, presten atención:

Clínica Centenario: nos pidieron 45,000 soles para internarla y no quisieron atenderla en emergencia. El doctor se portó como un patán sin oír razones.

Clínica Maison de Santé Chorrillos: 40,000 soles para recibirla, no la recibieron sin mayor trato.

Clínica Maison de Santé Surco: 40,000 mil soles para recibirla y en emergencia luego de pagar unos exámenes urgentes sencillamente nos botaron. Mi madre estaba grave (septicemia) llamé a «Susalud» para denunciar y no contestaban el teléfono; el doctor de turno increíblemente mintió diciendo que mi madre estaba estable y que debíamos irnos.

Clínica San Judas Tadeo: no nos aceptaron y el doctor de turno ni siquiera la recibió en emergencia. Tuvo el cinismo de mentir a su propio colega (un amigo) diciendo que mi madre necesitaba UCI y que su oxigenación estaba en 83. Era falso, mi madre tenía oxigenación 96, nunca ha requerido UCI hasta hoy, o sea, mintió para no aceptarla.

Clínica Jesús del Norte: colapsada y cuando hubo oportunidad nos pidieron 37,500 soles solo por ingresarla.

Clínica Providencia: fue el único lugar donde encontramos por fin un buen trato y fue por un joven doctor venezolano que estaba de turno. Finalmente, no se pudo internar, nos pidieron 35,000 soles de ingreso.

La última clínica a la que acudimos tenía especialidad en los malestares de mi madre, pero nos pidieron 50,000 soles POR SEMANA. O sea, casi un cuarto de millón de soles por mes.

Señores, no me pidan más datos, estoy haciendo esto con esfuerzo para que sepan que esto es lo que estamos pasando en carne propia, dentro de MI FAMILIA, en nuestro país.

Y todo esto, dentro de una EMERGENCIA decretada por el gobierno.

Las clínicas privadas hacen negocio descarado con la desesperación, para ellas no hay emergencia ni respeto a la vida. ¿Y todavía hay gente que cree que un Estado no debe tener capacidad para regular estas condiciones crueles e indolentes?

Cuando mi hermana falleció hace un mes por una emergencia, entre otras razones, fue porque todo estaba colapsado y no había atención. Fue doloroso.

Acá algo es cierto: estamos así porque hemos dejado que el gran capital haga lo que le da la gana con nuestro país, se hicieron una Constitución a su medida y financian campañas de congresistas mafiosos para conseguir leyes a su medida.

Aquí no se trata de «terruquear» (no seas estúpido para andar con esas tonteras), aquí se trata de darse cuenta de que algo no está bien hace varias décadas.

Hace muchos años que estamos bajo este sistema miserable, inhumano, injusto, cínico y abusivo por parte de los grandes capitales, tanto en la salud como en otras áreas sociales. Aquí la salud es un cruel negocio y los médicos se forman pensando que eso es normal… aquí los viejos no cuentan porque no son «rentables» y los doctores aprenden a actuar bajo esa mirada usurera para no perder sus trabajos.

¿Y todavía hay que gente que cree que no hay que cambiar nada o que debemos seguir con los mismos personajes, partidos y gobiernos que no hicieron nada para cambiar estos negocios indolentes?

Mi madre sigue mal, batallando y está siendo atendida desde hace días en casa rodeada del amor de sus hijos, nietos, de toda su familia… y por suerte, por dos médicos venezolanos generosos que llegan a casa y no entienden todavía por qué en el Perú aguantamos este sistema tan inhumano, algo que nunca vieron.

Esto tiene que cambiar, entendámoslo, tiene que cambiar. Estamos perdiendo familias, amigos… y solo un grupo de indolentes negociantes están ganando con nuestras desgracias en plena crisis: los empresarios de la salud, de las farmacias, etc., sustentadas por autoridades corruptas.

Esto tiene que cambiar.