Estamos, por si no lo sabían, en la semana del orgullo LGTBI. Ayer se celebró el día del Orgullo (esta columna fue escrita el viernes 29 de junio), y esta semana fuimos testigos de reivindicaciones contra el racismo por parte de Edison Flores (quien culpa, con razón, a las clases altas por querer hacer lo que quieran con los que son diferentes) y de Luis Advíncula (criticó con firmeza el desafortunado post de la Policía Nacional donde se insinúa que un drogadicto o traficante tiene que ser negro para ser catalogado como tal). Pero, ustedes me preguntarán, ¿qué tienen que ver los LGTBI con el racismo? Demasiado, en realidad, si tomamos en cuenta que ocho de cada diez peruanos LGTBI son mestizos, y quizá no encajen en el perfil de belleza de un Ricky Martin, en los bíceps perfectos de Cristiano Ronaldo, o en la cara bonita de Alberto de Belaunde.

Desde la victoria de Donald Trump, hace año y medio, las políticas globales en favor de los LGTBIQ+ han sufrido un retroceso, y han aparecido organizaciones contra la mal llamada “ideología de género”. Tanto así, que hasta un supuesto defensor de las causas de los LGTB como Juan José Garrido Koechlin ha defendido la existencia de tal “ideología” en una columna. Los LGTBI sufren el acoso de Beatriz Mejía, quien aseguró en una entrevista conmigo que los crímenes de odio se deben a que los homosexuales se matan entre ellos, o porque hay heterosexuales que se sienten acosados por homosexuales. Le repregunté si el acoso justifica un asesinato, y evadió responderme. Así actúan, con negacionismo, con malicia. Algunos rockeros de la escena local postean cosas contra el aborto libre, celebran al Negro Mama y a la Paisana Jacinta, defienden la “inocencia” de Edu Saettone y Guillermo Castañeda, y señalan que debería existir un día del orgullo heterosexual. En resumen, la discriminación en el Perú es el pan nuestro de cada día.

Junio es un mes de reivindicaciones, de combate. No solo se celebra la Fiesta de San Juan o el Inti Raymi, sino que también se revaloriza el papel de los afroperuanos y los LGTBI en la sociedad. En resumen, es un mes de la inclusión, y aprovechando que estamos en tiempos de fútbol, de profunda reflexión. Fue triste ver a hinchas australianos imitando como mono a Luis Advíncula, lo que demuestra que la lucha contra el racismo no tiene cortapisas ni fronteras, y que las sociedades más avanzadas, por más leyes estrictas que tengan, no evitan verse reflejadas por su instinto bestia cuando las papas queman.

Recuerdo que en la película “No se lo digas a nadie”, el personaje de Giovanni Ciccia, que interpretaba a un bisexual reprimido, le decía al personaje de Joaquín, interpretado por Santiago Magill, que “no era homofóbico, pero que solo odiaba a los cholos rosquetes que malean el ambiente”. Más o menos así se resume el pensamiento de quizá la mitad de los que mañana marcharán en favor de los LGTB: si hay heterosexuales que se quejan de los “escandalosos” que son los Drag Queen, hay homosexuales que dirán que la marcha está cada vez “más choclona y corriente”. Da cierta repugnancia ver quizá a Beto Ortiz liderando esta marcha, cuando por Twitter se refirió a un afrodescendiente que lo cuestionaba por ya no sé qué, como “mi querido sanborja”, cuando todos sabemos que decir “sanborja” no se refiere al distrito sino que es una manera peyorativa de referirse a los negros.

En fin, hay negros que aplauden a Jorge Benavides y se ríen de sus “gags”, y que sacan provecho de su condición para lucrar en lugares exclusivos, pero evitan a los “cholos que malean”, porque saben que si se juntan con ellos no podrán salir en Circobeat. Así como hay reyes de la papa que actúan de manera misógina con las mujeres rusas dizque porque el peruano es un “macho conquistador”, y hay gays que se casan con mujeres para evitar el qué dirán de la familia puesto que han sido criados bajo la familia sodálite o del Opus. Y así, miles de casos que reflejan que la discriminación ya no parte solo de las clases altas, sino que esta se ha generalizado en todos los estratos. Aunque, citando al “oreja” Flores, esta tiene un origen específico, que es la burguesía, cuyas conductas de exitismo y elitismo fueron imitadas en los últimos 30 años por las clases populares gracias al modelo individualista y fujimorista. Un modelo neoliberal que en México está a punto de derrumbarse, con un nacionalismo fuerte. Pero esa es otra historia, mientras que acá los 73 fujimoristas siguen haciendo de las suyas con los derechos de las mayorías raciales y las minorías sexuales del Perú.

Pese a todo, feliz dia del orgullo LGTBI, y feliz mes de la cultura afroperuana, que ya se acaba.

 

Foto de portada de Alejandra Sánchez.