Rafael López Aliaga ganó la alcaldía de Lima sobre la base de diversas promesas hasta el momento todas incumplidas. Hay más inseguirdad ciudadana, mayor desabastecimiento de las ollas comunes, no hay tanques de agua en ningún cerro y los dueños de los peajes siguen cobrando con toda tranquilidad.
Diversas gerencias han entrado en modo de “austeridad”, porque según López Aliaga, la gestión anterior los ha dejado sin dinero, por lo que se ha despedido a gran cantidad de personal, no se contrata nuevo personal necesario y los antiguos tienen que hacer labores dobles o triples para subsanar la falta de recursos humanos, hay más trabas para la realización de eventos culturales, y ni siquiera dan agua a los invitados a los conversatorios y charlas que organiza la Municipalidad de Lima.
El desempeño de López Aliaga hasta el momento ha sido deficiente, incluso lanzando frases procaces cuando se le cuestiona su labor como alcalde o argumentando que se oculten sentencias de violación sexual de sus funcionarios porque “no es el momento para denunciar”.
A lo que sí le ha puesto más empeño en estos cien días de gestión es apoyar al fascismo, inaugurando el Foro de Madrid realizado en Lima, reunión de la ultraderecha iberoamericana que llegó sin que ningún congresista protestara por la soberanía del país. Asimismo, premió con sendas condecoraciones a quienes han estado jugando a favor de la derecha política en el Perú, el empresario Erasmo Wong, financista de inútiles marchas contra Castillo desde que este empezó a gobernar, y Patricia Benavides, Fiscal de la Nación con graves cuestionamientos de corrupción, y a la que hasta ahora le siguen buscando sus tesis de maestría y doctorada, extrañamente desaparecidas.