La plataforma web Somos periodismo realizó una minuciosa investigación sobre la diversa información que ha ido propalando el candidato aprista Mijael Garrido Lecca sobre su vida. En el informe realizado por Alejandra Ampuero, con apoyo de Alexa Pinedo, descubren cerca de siete mentiras que el experiodista ha intentando instalar en la opinión pública.

¿Mitómano? ¿Egocéntrico? ¿Narcisista? No lo sabemos bien, pero Garrido-Lecca tiene una grave problema de percepción sobre su vida, una vida que no calza en lo que le gustaría que sea, en lo que sueña en sus febriles delirios de grandeza, y en sus afanes mediáticos por hacerse conocido (y querido, admirado o envidiado), al final termina no importándole el sentimiento que despierte, lo que él quiere es estar en boca de todos, sentirse famoso, miles de likes, seguir alimentando esa leyenda que se construyó solo a punta de mentiras.

Mijael ha querido ser abogado y de los que defienden la integridad de la Constitución, por eso firmó un pronunciamiento junto a constitucionalistas de verdad, a pesar de solo ser bachiller de Derecho y nunca haber ejercido la carrera que le pagaron sus padres ni haberle dedicado ningún texto académico a la materia.

Mijael ha querido ser periodista y ser admirado por ejercer una profesión que nunca estudió, pero a la que se lanzó con todo el vigor posible, ayudado por el Estado con 143 mil soles para que levante esa web derechista llamada Altavoz, que luego quebró por su inopinado viaje a Siria con su compañera Ariana Lira.

Mijael quería ser un gran negociante y cotizar en la Bolsa de Valores de New York, y por eso no dudó en decir que Altavoz era considerado por la revista Forbes uno de los diez diarios nuevos más importantes del mundo. Sí, ¡del mundo! A pesar de ser muy poco conocido en Perú, la verdad, solo era conocido en Lima, y dentro de Lima, en un estrato A-B, y dentro de ese estrato A-B, a la parte más facha.

Pero a Mijael no le importó que los números de Altavoz estuvieran en rojo, él quería ser corresponsal de guerra en Siria, en Egipto, en Jordania, y emprendió un viaje carísimo y larguísimo para terminar siendo deportado, nunca cruzar la frontera,pasear por aeropuertos y no realizar ninguno de los empeños periodísticos que se había planteado.

Entre ellos, escribir un libro sobre Siria, porque Mijael también quiere ser escritor, y analista internacional, y usar su experiencia en Siria en su único viaje allá, para contarnos lo que estaba sucediendo, y hacerlo no a través de cualquier editorial, sino de Penguin Random House, una editorial prestigiosa, sobre la que también mintió.

Pero el sueño más grande de Mijael era ser militar, y por eso inventó toda una historia de audaces aventuras en el Ejército. Se nombró a sí mismo, capitán, imaginó que comandaba un grupo de bravos militares de las fuerzas especiales en el VRAEM, se soñó yendo a cazar a terroristas en Huaycán con una AKM en las manos, hasta que el Ejército tuvo que responder que solo era teniente de reserva, ganado a punta de tres meses de entrenamiento en un cuartel.

Los sueños de Mijael aún no se cumplen del todo, y tal vez su intento de pasar por el Congreso es uno de ellos, por eso tampoco le importa mentir acerca de su militancia en el APRA, será porque para ser parte de ese partido necesita hacer justamente eso: mentir. Y en el Congreso mentir no le costará mucho.