El Covid-19 (coronavirus) se inició en China en diciembre del 2019, en la actualidad se encuentra extendido en 171 países. El aumento desgarrador de contagiados y muertos a nivel internacional por el virus nos hace reflexionar sobre la fragilidad de la vida humana, la justicia social, la responsabilidad civil y la esperanza.  

La pandemia producida por el coronavirus nos ha hecho recordar una vez más lo delicada que puede ser la vida humana, su vulnerabilidad, somos, al final, cuerpos frágiles. El golpe mundial que ha dado el Covid-19 nos ha hecho reflexionar algo que el neoliberalismo, el capitalismo, el patriarcado y el colonialismo ha querido ocultar siempre: lo verdaderamente importante y el centro de todo el sistema económico-social es la vida.

Los Estados que tienen vivas sus políticas de ajuste estructural, donde se privatizan los servicios públicos y recortan los gastos sociales, entre otros, han revelado lo inútil de sus apuestas políticas, ¿dónde están los hospitales públicos de calidad que necesitamos?, ¿dónde están los servicios sociales?,¿qué hacemos con los más necesitados?, o en sus palabras ¿dónde está el mercado que todo lo regula? Cuando este caos termine, los gobiernos tendrán que dar muchas respuestas a sus ciudadanos y ciudadanas, especialmente el Gobierno peruano.

El Perú tiene grandes brechas sociales que complejizan más el problema del virus, sin embargo, eso no es algo que se pueda arreglar de manera inmediata, lo que nos queda hacer, lamentablemente, es un doble esfuerzo y ayudarnos entre compatriotas para acatar la cuarentena, y ayudar a que los que no pueden, puedan. No queda duda que la cuarentena es también una cuestión de clase.

Se van anunciando posibles medicamentos para prevenir o tratar el virus, pero aún no hay nada concreto al respecto. Por ahora, la única medicina que se tiene son nuestros propios cuerpos. Hasta el momento, la solución para enfrentar el virus es nuestra capacidad de agencia plasmada en la responsabilidad civil. No hay que caer en pánico, es importante ser responsables cumpliendo con la cuarentena para detener a tiempo el problema. Esto no es cuestión de si quiero o no quiero, ni de unos cuantos, sino de todos, hay que entender que “mi vida está en tus manos y la tuya en la mía”, solo comprendiendo esta lógica nos daremos cuenta que cada uno somos la medicina para curar el virus.

Esperanza es lo que ahora nos debe sobrar, buenos ánimos frente al mal tiempo, cumplir con los métodos de prevención, no entrar en pánico, no generar caos, no ser egoístas acaparando los alimentos, limitar las malas noticias de los medios de comunicación que nos maltratan psicológicamente y, sobre todo, acatar la cuarentena. Hay que cuidar de nuestros cuerpos y de nuestras mentes. Esto pasará pronto, pasará…