Antes era demasiado normal que un cómico utilizara recursos homofóbicos y machistas para “hacer reír” al público. Usando las formas más burdas y rápidas, y conociendo el imaginario social que despreciaba y se burlaba de las personas LGTBIQ+ y racializadas, y justificaba la violencia contra las mujeres, los cómicos destilaban lo que la sociedad alimentaba con fruición: violencia contra lxs más vulnerables.
Así, los cómicos construían sujetos sobre la base de los prejuicios sociales: cualquier masculinidad que se saliera del orden patriarcal se convertía en un ser afeminado, y cualquier feminidad que se saliera de este orden, se convertía en una machona asesina. Carlos Álvarez nos ha dado grandes muestras de ello con sus imitaciones del Padre Maritín o de Abencia Meza, reforzando los estereotipos sobre las vidas lésbicas y gays, a pesar de formar parte de esta comunidad, siendo paradójico que ayude a agravar la violencia y la criminalización contra sus pares.
A pesar de los años, y de los cambios evidentes que ha dado la sociedad peruana, mucha gente que era relevante en el pasado y que se convertían en líderes de opinión porque tenían la posibilidad de tener una voz en los medios de comunicación, demostraron que no eran realmente capaces de avanzar hacia los nuevos tiempos y demostrar que no estaban desfasados, que no replicaban ideas atrasadas e incorrectas, y que podían seguir haciendo humor luego de una necesaria autocrítica, como el mismo Álvarez señaló en una entrevista para RPP a inicios de año:
“Hace 20 o 30 años, ves humores todavía del color de la persona. Se hacían bromas. O el tema de los gays, la femineidad, el machismo. Lamentablemente, esto ha degenerado en cosas muy malas para el país, que nuestra sociedad está bastante sensible… Autorregularse en base a valores y principios que no enciendan ciertas taras y ciertas situaciones que agreden a comunidades que tenemos que respetar… En el tema del feminicidio, por ejemplo, hacer un sketch en el que golpeas a una mujer… Si bien nosotros hacíamos golpes trucados en la época de las mil y unas, ya no lo hacemos ahora, porque ya no podemos colaborar a crear una imagen de golpear a una mujer, así sea por broma”.
Medio año después, Álvarez vuelve a encender las taras de la homofobia al recrear el último suceso racista ocurrido en el distrito de Magdalena con un joven que se negaba a ponerse una mascarilla. En su negativa a colocarse la mascarilla, el joven utilizó insultos racistas contra los serenos que resguardaban las calles viendo que se cumplan las medidas de seguridad. A través de una caracterización de una persona “amanerada”, convierte un grave delito de racismo en una parodia de la homosexualidad, haciendo varias alusiones a referentes que activan la homofobia en el espectador, como por ejemplo, “yo sé lo que me pongo en la boca”, “la voz que se me apaga”, “flagéleme si quiere”, “chómpiras de ambiente”, el uso del pepino, etc.
Luego de que Facebook eliminara su video y el cómico se quejara diciendo que no estaba ofendiendo a nadie, comprobamos que hay personas que aún no dan el salto a la decencia.