Organizar.
Si algo provechoso nos dejan los resultados electorales, es la importancia de las organizaciones para que las cosas salgan, malas o buenas.
A nivel del Estado, la ONPE una vez más nos mostró dos caras de una misma moneda: nos dio un ejemplo de buena organización en la distribución de las mesas electorales, que se desplegaron en más centros de votación y en aulas con menos aforo, con lo que de ese lado se evitaron las aglomeraciones. Al mismo tiempo, nos dejó un ejemplo de mala organización al no prever que, como siempre ha ocurrido, habrían mesas que demorarían en instalarse, aspecto de mayor gravedad en este proceso al afectar especialmente a los adultos mayores, a quienes se les indicó que se acerquen a votar en las primeras horas del día. Lo que generó aglomeraciones en colas y espacios allí donde las mesas no se instalaron a tiempo. Este grave error, además de la tibieza con que se trataron infracciones electorales groseras como el emitir publicidad en el mismo centro de votación de algunos candidatos presidenciales, nos lleva a plantear que una nueva Constitución tiene que dejarnos una nueva organización de los procesos electorales.
A nivel de la sociedad, los partidos políticos que quedaron mejor parados ante la ciudadanía han sido los que cuentan con una orgánica que les transmita sus mensajes de forma capilar entre sectores sociales: Perú Libre se basó en las redes de docentes de los Sindicatos Únicos Regionales -SUTER-, sumados a algunas organizaciones religiosas rurales, sumadas a la base del partido, que aparentemente habría usado en su campaña, recursos públicos de la región donde tiene un gobierno regional y algunos gobiernos locales. Fuerza Popular aún tiene bases clientelares en medio de tejidos sociales diversos, desde clubes de la construcción hasta asociaciones de mercaderes. Avanza País tiene parte de la organización fujimorista en Lima y algunas otras ciudades, además de algunos gobiernos locales. Renovación Popular convirtió las sedes de ciertas organizaciones religiosas en bases militantes de campaña. Y Juntos por el Perú tuvo mejores resultados allí donde tuvo bases más consistentes. Otros partidos políticos que pasaron la valla congresal del 5%, lo hicieron gracias a orgánicas de campo de mejor desempeño que sus líderes, como puede verse en Alianza para el Progreso y Partido Morado.
Estas realidades nos dicen que buenas ideas en malas orgánicas serán postergadas incluso por malas ideas en orgánicas efectivas. Evidentemente, es mucho mejor tener buenas ideas en buenas orgánicas, pero el escenario político no nos muestra esta combinación.
Esta constatación nos deja a quienes queremos un país mejor para todas las personas, con una ruta clara de por dónde ir: construir orgánicas que encaucen el mensaje de todos los derechos humanos para todas las personas. En los mercados y mercadillos (como lo hicieron grupos conservadores mintiendo hasta el mismo día de las elecciones), las asociaciones de madres y padres de familia, entre los docentes, entre los demás gremios; entre los barrios o urbanizaciones; en general, allí donde las personas se agrupan para desenvolver parte de sus vidas. Como sí las tienen los mensajes de solo algunos derechos para solo algunas personas.
Hemos visto que cada cinco años, las segundas vueltas nos ponen en disyuntivas cada vez peores. En esta vez, ninguna de los dos candidaturas que han pasado a esta etapa, llega a la quinta parte del electorado. Si queremos salir de estos ciclos de empeoramiento político, hemos de seguir aquella ruta y entregar tiempo y esfuerzos en construir o apoyar orgánicas para que los liderazgos que están surgiendo, puedan transmitir los mensajes acordes con el espíritu de libertad, igualdad y fraternidad que animan una buena modernidad.