Existe un desfase escalofriante entre el gobierno central y algunos gobiernos regionales y locales respecto a las medidas tomadas antes, durante y después del contagio del coronavirus.
Mientras Martín Vizcarra, presidente de la República, y Pilar Mazzetti, jefa del Comando COVID-19, están combatiendo esta pandemia básicamente en la capital, en el interior del país la crisis está en manos de gobernadores regionales y alcaldes provinciales y distritales, algunos realmente incompetentes; «autoridades» que vienen dedicándose —además de a declarar tonterías— a regalar víveres (como si fueran candidatos) y a desinfectar la vía pública (de los modos menos ortodoxos y más ineficaces posibles).
Sin embargo, no hacen absolutamente nada respecto a la economía local, la reorganización social, al fortalecimiento del sector cultural, la quiebra de empresas, el desempleo, la pobreza, la falta de alimento, al hacinamiento, la necesidad de ventiladores, camas de UCI, pruebas de descarte, al tratamiento de enfermedades mentales, ciudadanos y ciudadanas muriendo en sus casas, las consecuencias psíquicas del «aislamiento», la violencia contra las mujeres que viven encerradas con sus agresores, la problemática de la educación básica regular, etcétera, etcétera, etcétera.
El gobierno, ante esta probada ineptitud, viene instalando el «Comando Covid- 19» en diferentes regiones del país. El problema con esta medida es que quienes la integran son las mismas autoridades y funcionarios que antes demostraron su ineptitud.
¿No sería más eficaz que el Estado designe expertos de diferentes campos para que lideren técnica y políticamente la lucha contra el coronavirus en las 24 regiones del Perú y que los gobernadores y alcaldes implementen sus disposiciones bajo sanción de hacer caso omiso a estas?
De lo contrario veremos a los mismos personajes de siempre asumiendo cargos en el Comando Regional Operativo COVID-19 (ayayeros, «hermanitos», testaferros, parientes de congresistas, entre otros) y nuestros familiares y amigos se seguirán amontonando en fosas comunes como si se trataran de residuos sólidos.
La corrupción, la ignorancia y las ansias de poder matan más que el coronavirus, y se tienen que hallar responsabilidades por estas muertes.