Pedro, el profesor de escuela pública rural, no es el lobo
El primer lugar que ha ocupado el profesor Pedro Castillo ha dejado boquiabiertos a tirios y troyanos. Pero, en realidad, más a los tirios que a los troyanos. Porque los troyanos sabían que algun@ de sus candidat@s de la DBA se enfrentaría a un/a adversari@ de izquierda. Más bien, quienes votamos por Verónika Mendoza esperábamos, con ilusión, una segunda vuelta entre la cusqueña y cualquiera de los candidatos fujimoristas. Pero no deja de sorprenderme las inaceptables reacciones de ciertos sectores de quienes han respaldado a Juntos por el Perú frente a la justa victoria del chotano.
En un momento en que es necesario tender puentes, ver posibilidades de acuerdos y construir alternativas más abiertas, más democráticas y más comprometidas con los derechos de tod@s, aparecen insultos racistas y clasistas que dan vergüenza ajena. Parece que fuera la derecha la que se expresa así; pero es “formalmente” gente de izquierda la que no soporta que el pueblo haya favorecido a un candidato que, comparado con Verónica, “no da la talla”.
Le critican desde su forma de hablar, sus frases “mal” construidas, su dificultad para construir un discurso coherente. No reconocen en ello una de las formas de los castellanos andinos regionales que tanto celebraban cuando apareció un video sobre este tema en APRENDO EN CASA. Ahora que ese castellano se materializa en personas concretas, en ciudadanos con ambición de presidencia, se corporaliza en un rostro, se expresa en un nombre y disputa la presidencia, se acabó el espíritu democrático y la fiesta de la diversidad.
Para quienes trabajamos en el campo educativo y estamos más ligados a la escuela pública, como yo, vemos a Castillo como el típico docente rural que ocupa dirigencias sindicales. Uno de esos docentes a quienes invitamos a participar en las capacitaciones, que invitamos a los procesos de evaluación, a quienes entregamos materiales, a quienes agradecemos por haber hecho todo lo posible para que la educación no se caiga durante la pandemia (aunque se haya caído, pero no por responsabilidad de ell@s). Pero ahora que compite para la presidencia, no nos gusta. No es capaz. Es conservador. No está preparado. Es un improvisado. Cuando ayer decíamos que l@s docentes son creativ@s, son comprometid@s, son el factor de mejora en las escuelas. ¿Qué pasó con todo ese rollo? ¿Lo olvidamos? ¿O era solo pura finta para justificar nuestros trabajos?
Tanto nerviosismo por Pedro, nos ha hecho olvidar quién es el lobo. Y el lobo es el fujimorismo y sus aliados, dispuestos a comerse al país por entero y de una sola vez. Es esta mafia dispersa en todos los partidos de derecha que constituyen la real amenaza y el inminente peligro para nuestra sociedad. Pedro Castillo no es el enemigo. Él representa la esperanza para quienes han votado por él. Y aunque haya estúpid@s que digan que “18% no es la mayoría de peruan@s y no me representa”, otro hubiera sido el cantar si Mendoza hubiera pasado a la segunda vuelta raspando con un 14%. Allí sí hubiéramos gritado que fue la vencedora de las elecciones. Bien caraduras somos.
Hay gente que salta y argumenta indignada: “Pero ese señor es un machista, un homofóbico, xenófobo y antiderechos”. Personalmente, no le he escuchado hacer esas afirmaciones. Y en su programa no he leído algo directamente relacionado con esas posturas. A Cerrón, su socio mayor, sí lo he escuchado y lo rechazo. Pero aún si fueran esos sus puntos de vista, no lo hacen peor que una corrupta, dictadorzuela, clasista, racista y ladrona que, además, es merecedora de los mismos adjetivos que se le atribuyen a Castillo.
Es más, el peruano promedio es así, es decir, machita, homofóbico, racista, clasista y xenófobo. Las excepciones no son una mayoría. Castillo, en el peor de los casos, es el peruano promedio con quien hay que lidiar cada día.
¿Por qué creemos que alguien que es, supuestamente, misógino, homofóbico y antiderechos debería quedarse en su escuela con niñ@s que están bajo su “nefasta” influencia en lugar de asumir la presidencia de la república? ¿Creemos que l@s niñ@s sí lo pueden enfrentar, mientras que nosotr@s, a través de los movimientos sociales, no? Yo lo preferiría, en todo caso, lejos de l@s niñ@s.
El programa de Patria Libre es ambicioso y radical. Ninguna de estas características lo hacen negativo. Comparte muchas iniciativas que también estaban en el programa de Juntos por el Perú. No hay que temer esas coincidencias. Apuesta por un Estado eficiente que ponga a la persona por encima del mercado, quiere una nueva Constitución, combate la angurria de los grupos económicos, tiene iniciativas a favor del ambiente, apuesta por la salud y la educación, etc., etc.
En los otros temas importantes como la defensa de los derechos de la mujer, de la comunidad LGTBI, de los pueblos indígenas y afrodescendientes, y el fortalecimiento de las instituciones democráticas hay muchísimo que aportar desde nuestras canteras.
En Educación, particularmente, también hay mucho que discutir y construir en su programa (porque Plan de Gobierno no he “leyido”). Hay planteamientos con los que no podemos estar de acuerdo. Tal vez, y con más razón, sea el momento de aportarle a su plan de gobierno. Sería oportuno e inteligente que instituciones como el Consejo Nacional de Educación y Foro Educativo ayuden al profesor a mejorar y cambiar sus planteamientos desde un diálogo constructivo.
El hecho es que quien pasó a la segunda vuelta fue Pedro Castillo. Y esta es una oportunidad de hacer pedagogía política. La pedagogía política apuesta por el cambio, por la mejora, por la transformación. Castillo presidente puede ser mejor que Castillo docente. Fujimori siempre será Fujimori.
Si nos interesa la política y nos interesan los cambios de verdad, no debemos renunciar a la posibilidad de influir en Castillo y construir una plataforma política más amplia con él, alcanzarle otras propuestas técnicas complementarias y hacer campaña a su favor.
Caer en la desesperanza porque no ganó nuestra candidata es, realmente, de perdedores. Y atacar a un candidato de izquierda que va a enfrentar al fujimorismo criminal, un craso error.