Ya hay personas que miran el futuro de Federico como el de Alan, un hombre joven dirigiendo un partido viejo, dándole una nueva imagen frente a todas las acusaciones de corrupción y traición que arrastra el Apra desde hace varias décadas.

Dejen que Federico siga siendo un niño, él no merece continuar con el legado de su padre, merece mantenerse aparte de la política peruana, merece reflexionar mientras va haciéndose adulto y que no le sigan diciendo al oído que su padre fue un héroe, porque no lo fue, a pesar de todo lo que digan los apristas en estos momentos.

Alan García huyó nuevamente de la justicia y fue incapaz, como lo fue toda su vida, de hacerle frente con un Poder Judicial libre por fin de la influencia de su partido, cuando fueron cayendo uno por uno todos los cuellos blancos y el mismo Chávarry. Sin poder, los días estaban contados para que García vaya preso.

Su menor hijo no merece el destino de Keiko Fujimori, hoy presa por creer que su padre era un héroe y continuar la tradición delincuencial de este, ni el destino de Kenji Fujimori, defenestrado de la política luego de tener incluso la esperanza, como su hermana, de ser presidente del Perú.

Del aprismo no esperamos nada, necesitan héroes a como dé lugar para que su partido sobreviva, pero la prensa sí tiene una enorme responsabilidad sobre la imagen que están dando no solo de Alan García, sino también de su menor hijo. No construyan sobre lo que no hay, no levanten lo que todavía debería estar en ciernes, no vean como a un hombre a alguien que todavía es un niño y que no debe cargar sobre sus espaldas un legado de corrupción y cobardía. No le destruyan la vida.