Escribe: Cristina Sánchez Bravo
El 23 de setiembre, el diario El Comercio publicó una nota con una llamativa descripción en el encabezado: “La ONU declara una emergencia climática y Greta Thunberg provoca a los líderes”. Quizás, buscando generar mayores visualizaciones e impacto, la redacción del título cayó en la utilización de un lenguaje que no era el más adecuado.
Greta Thunberg es una estudiante y activista de 16 años, cuyas actividades y formas de protesta en relación con el cambio climático han llamado la atención a nivel internacional, y además ha participado en algunos eventos como TEDx Estocolmo y la COP24 buscando generar conciencia sobre un tema que nos compete a todos.
Para la Real Academia Española (RAE), la palabra provocar tiene, entre otras acepciones, las siguientes: (i) buscar una reacción de enojo en alguien irritándolo o estimulándolo con palabras u obras; y (ii) excitar en alguien el deseo sexual; ninguna de las cuales ha sido la real intención de Greta.
Es importante que el periodismo no caiga en esta clase de errores, en donde se hace creer a la lectoría que una joven de 16 años está buscando hacer enojar a un puñado de políticos o a lo mejor está haciendo una rabieta, distorsionando el meollo del asunto y banalizando, en el titular de la noticia, su real objetivo.
Así, lo que Greta quiso hacer fue un llamado de atención a las personas que, de alguna u otra manera, nos representan, exhortándolas a comprometerse a realizar cambios concretos, planes y estrategias que puedan aplicarse en distintos países de manera inmediata, porque, como dijo el Secretario de la ONU, António Guterres, es cierto que estamos perdiendo la batalla, pero aún no es tarde para contrarrestar y combatir el cambio climático.
Que este sea un llamado a todos y todas para despertar a nuestra Greta interior, y de esa manera buscar alternativas y soluciones que, desde nuestro entorno, puedan ayudar a revertir los cambios climáticos actuales y, de esa manera, poder dejarles un planeta habitable a las futuras generaciones.