La presencia de dos charlatanes invitados por la congresista fujimorista Nelly Cuadros en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la más antigua universidad del Perú y que se enorgullece de su prestigio, debería darnos signos de alerta.

No es casual que estos personajes, que darán una charla en la que aseguran desenmascarar a la ideología de género, den rienda suelta a sus argumentos conspiranoicos en una universidad que no se ha preparado para enfrentar este tipo de ideas a través de la conformación de núcleos de conocimiento que den respuestas efectivas a la ola de posverdad y fakenews que invaden la sociedad digital y, por tanto, a la opinión pública. En lugar de eso, San Marcos abre las puertas a ideas anticientíficas, poco rigurosas y sin ningún tipo de sustento académico.

¿Cómo es posible que dos personas que son rechazadas incluso en su propio país por la cantidad de mentiras que suelen difundir a través de sus redes, puedan dar siquiera una charla en la universidad estatal laica que ha sido cuna de grandes pensadores? Laje y Márquez se han convertido en difusores de un discurso de odio repleto de homofobia, machismo y racismo, en contrapunto con los más obscenos mensajes de voceros de con mis hijos no te metas, pastores fundamentalistas o congresistas evangélicos. Todos representantes de lo más oscuro del pensamiento reaccionario actual.

Falacias más o falacias menos, la universidad no se puede permitir tener esas incongruencias, pues este espacio sirve justamente para frenar estas ideas, para avanzar sobre ellas, para dejarlas en el pasado, y esto no se logra permitiendo que representantes del fascismo, la homofobia o el racismo puedan predicar abiertamente sus mensajes de odio, se logra produciendo respuestas adecuadas y promoviendo debates realmente relevantes.

No se trata de censura o freno a la libertad de expresión, las ideas desfasadas, intrascendentes, paranoicas y sin sustento como las de la existencia de la ideología de género no tendrían sentido si la universidad no les diera sentido, pues es el espacio ideal para detenerlas, la universidad no es una iglesia, ni un partido político ni una plaza pública en donde la gente puede decir, en pocas o muchas palabras, lo que le da la gana, es el lugar en donde se crece intelectualmente a través de la rigurosidad de la ciencia, el conocimiento forjado en la evidencia y un firme compromiso con el saber, nada de eso traen estos dos personajes a una universidad, solo desprestigio e ignorancia.