La Comisión Especial para la Intervención frente al Hostigamiento Sexual de la PUCP, luego de reunirse el 30 de junio, publicó un pronunciamiento sobre las denuncias contra el profesor principal y exministro de Cultura, Luis Jaime Castillo Butters, quien fuera denunciada por cinco exestudiantes peruanas y extranjeras que tuvieron relación con él en el sitio de excavación San José de Moro.

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Las denuncias, que incluyen acoso sexual, burlas, humillaciones, comentarios sexistas y homofóbicos, y explotación sexual, fueron publicadas en el blog del periodista Michael Balter el 29 de junio, generando que la defensa de Castillo Butters le iniciara un proceso penal por difamación si no se retractaba.

Ese día, colectivos feministas de la PUCP también se pronunciaron exigiendo a la Comisión de Hostigamiento que inicie de manera inmediata y de oficio la investigación contra el que es considerado “el arqueólogo más poderoso del Perú” por varias generaciones de estudiantes.

El Centro Federado de Letras y Ciencias Humanas PUCP también se pronunció rechazando la violencia machista, apoyando a las denunciantes y respaldando a la omisión de Hostigamiento Sexual PUCP.

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Las denuncias

Acá transcribimos lo escrito por Balter, luego de investigar con sobrevivientes, testigos y documentación lo que ellas habían vivido, varias terminaron renunciando a sus sueños en la carrera de arqueología.

El 2 de junio, a pocos días de publicada la historia de los acosos perpetrados por Gary Urton en The Harvard Crimson, fui contactado por una persona que pertenecía a un colectivo de mujeres que se estaban organizando para denunciar los abusos en la arqueología, de manera particular, en el Perú. El grupo nuclear tiene un aproximado de 15 integrantes de Perú, Estados Unidos y otras partes del mundo. El colectivo ha crecido y se le han sumado un número importante de apoyo alrededor del mundo, actualmente este grupo tiene cientos de mujeres que han extendido su solidaridad al grupo nuclear.

El primer acercamiento que tuve con una de las personas de este colectivo fue con una profesora. Describió a Luis Jaime Castillo Butters, exministro de Cultura del Perú y actual miembro electo de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (U.S. National Academy of Sciences,) como “probablemente el arqueólogo peruano más poderoso, sino el más poderoso”. Esta profesora me comentó que Castillo no solo “es conocido como un acosador sexual” que mantuvo relaciones con estudiantes, sino también es muy conocido por ser una persona “extremadamente vengativa y política”. La implicancia, aquí, es que nadie se atrevía a meterse con él, por lo menos hasta ahora. Esta persona me puso en contacto con otras fuentes, quienes en su momento me introdujeron a más personas. Otras (os) se aproximaron a mí de manera independiente después de que hiciera público, en mis redes sociales, la presunta mala conducta de Castillo. Más víctimas, sobrevivientes y testigos me siguen contactando en el transcurso de estas semanas.

Lo que se narrará a continuación está basado en testimonios directos de sobrevivientes y testigos; asimismo, se incluye declaraciones de personas que corroboran la historia de las víctimas ya que las mismas acudieron a ellas al momento de sucedidos los hechos. Como siempre, mis reportajes no están basados en rumores o información obtenida de segunda mano. Sin embargo, las personas que han compartido sus historias conmigo han decidido hacerlo de manera anónima, ya que la reputación de Castillo en torno a amenazas y represalias han sido evidenciadas con acciones contra colegas peruanas(os) y contra este reportero, con quien ha iniciado acciones legales. Es por eso que no es de extrañar que las víctimas de abuso sientan reparos de hacer sus denuncias de manera pública.

Es difícil de fechar cuándo Castillo Butters inició a tener contactos sexoafectivos con estudiantes, pero su comportamiento parece remontarse -por lo menos- al 2003, cuando recién había comenzado a trabajar en San José de Moro. De acuerdo con una testigo directo de estos hechos, Castillo Butters habría tenido -al menos- dos affairs con estudiantes mientras él estaba casado con su primera esposa: una de ellas, una estudiante de la Universidad Nacional de Trujillo y la otra una estudiante doctoral francesa que venía haciendo su investigación en Lima. La testigo -quien trabajó en San José de Moro- cuenta que la marca registrada de Castillo Butters era alentar a los estudiantes a beber en exceso y promover comentarios sobre el cuerpo de las mujeres, lo cual ha tenido como resultado comportamientos similares por parte de otros individuos dentro del proyecto y otros sitios arqueológicos creando una cultura profundamente sexista que hasta el día de hoy se mantiene vigente.

“Estas actitudes se han convertido en cosas normales, se han normalizado, son esperadas y alentadas” en la arqueología andina, dice una de las informantes, quien trabajó en San José de Moro por muchos años.

Es sabido que Castillo ha colocado a estudiantes peruanos(as) en programas de posgrado de primer nivel en los Estados Unidos, muchos de los cuales trabajaron con él durante años. Algunos(as) de mis fuentes peruanas alegan que le dice a estudiantes jóvenes que si quieren ir a alguna universidad grande en Estados Unidos, como Harvard, Yale y Stanford, el puede hacer que suceda siempre y cuando trabajen para él. Otros testigos alegan que incluso ha sostenido una relación sexoafectiva de larga data con una de sus estudiantes, la misma que -junto a otros de sus estudiantes- no desean hablar sobre esta situación, así que he decidido mantener el anonimato de estas personas. Sin embargo, Castillo Butters frecuentemente se ha referido a esta estudiante como “mi mujer”, a veces inclusive, hablando con otros(as) arqueólogos(as) a quienes no conoce tan bien.

Ahora revisemos algunos testimonios individuales e historias personales de algunas de las estudiantes que han trabajando con Castillo a lo largo de los años. Estas estudiantes serán identificadas con letras. A su vez, quisiera resaltar que las personas incluidas abajo no son las mismas personas que ya fueron mencionadas. Para proteger la identidad de estas personas, de la mejor manera posible, no voy a incluir los años en los cuales estos episodios transcurrieron. Todos sin embargo son después del año 2005.

Estudiante A: es una académica latina nacida en Estados Unidos. Mientras realizaba sus estudios de postgrado en una universidad de Estados Unidos se interesó en la cultura material de culturas andinas prehispánicas y decidió viajar a Perú para trabajar en San José de Moro por sugerencia de varios de sus asesores, quienes le dijeron que “tenía” que trabajar con Castillo Butters si deseaba convertirse en una arqueóloga andinista. “Cuando llegué comencé a ser testigo de comportamientos inapropiados y una cultura masculina tóxica que se extendía en todos los niveles del proyecto”, declara ella. “Todo el mundo se acostaba con todo el mundo en ese proyecto. El consumo excesivo de bebidas alcohólicas era la norma y los profesores que tenían a su cargo estudiantes lo sabían y consentían estos comportamientos”. Pero fueron dos aspectos que, en particular, le resultaron alarmantes: el primero, relacionado a las frecuentes solicitudes de Castillo Butter a las mujeres del proyecto -incluida ella- de que “usen menos ropa mientras excavaban”; y la forma en que trataba a los trabajadores que laboraban dentro del proyecto.

La Estudiante A también recuerda la forma en que Castillo Butters se ensañó con un estudiante peruano LGTBIQA+, quien -en reiteradas ocasiones- le contó los comentarios denigrantes y comportamientos ofensivos contra él, lo que incluían bromas persistentes, donde Castillo Butters alentaba a sus estudiantes a actuar de la misma manera.

Frente a toda esta situación, la estudiante A decidió confrontar a Castillo Butters y, junto a él, a otros profesores y asistentes de profesor que trabajaban en el proyecto. Como resultado, Castillo tomó serias represalias contra ella tratando de cerrarle las puertas de la arqueología andina. Castillo se encargó de diseminar la idea con otros directores de proyecto que dicha estudiante era “problemática” y que no era “colaborativa” en las labores de campo. Cuando la Estudiante A se dio cuenta de que este era un problema profundamente enraizado dentro de la arqueología, decidió dejar la profesión y perseguir otras metas. Ella menciona: “Nada de lo que comparto contigo es un secreto. Todo esto es de conocimiento público”.

Otra integrante del colectivo de mujeres explica que Castillo Butters tiene el poder para bloquear a estudiantes e, incluso, a colegas más senior, y que -regularmente- lo hacía: “A nosotras nos dijeron que él era la persona que teníamos que impresionar y contentar si queríamos tener una carrera en Perú, él era la única puerta”

Profesora A: fue una de las asesoras de la estudiante A en la universidad donde estaba realizando estudios de posgrado. A principio de junio, durante una conversación telefónica, la profesora A respaldó el testimonio anterior. Me contó que la estudiante A reportó todos estos eventos en el momento que transcurrieron. “Peleó por mucho tiempo” para mantenerse en la arqueología, dice la profesora, pero finalmente fue inútil. “Después de su segunda temporada con Castillo, ahí fue cuando finalmente decidió que era suficiente. Estaba muy molesta. Estaba tan emocionada de estar en una excavación arqueológica. No dejaba de llorar, no podía creer que esta era la forma como funcionaba la arqueología”. 

Estudiante B:  trabajó en San José de Moro por varios años, incluyendo la temporada en la que la estudiante A estuvo ahí. Ella ha sido testigo de todos los episodios descritos por la estudiante A, los cuales incluyen el constante sexismo por parte de Castillo Butters, las burlas homofóbicas y el trato lamentable a los trabajadores del proyecto. Ella manifiesta que -en múltiples ocasiones- los trabajadores del proyecto acudieron a ella para que interceda por ellos, ya que tenían miedo a represalias en su contra. Asimismo, la estudiante B dice que, si bien no fue víctima de abuso sexual por parte de Castillo, frecuentemente este realizaba comentarios acerca de su cuerpo, su peso, además de sugerencias sobre el uso de menos ropa. Asimismo, él actuó contra ella a través de obstaculizar su trabajo para obtener su doctorado.

Profesora B: es miembro del colectivo de mujeres y conoce hace varios años a la estudiante A y a la estudiante B. La profesora B confirma todo lo mencionado por ambas estudiantes acerca de la conducta de Castillo Butters. Esta profesora compartió conmigo la forma en que Luis Jaime Castillo adquirió poder en Perú: “Sus primeras conexiones con la academia norteamericana comenzaron cuando él era uno de los pocos estudiantes que accedió a estudios de postgrado en Estados Unidos, ahí comenzó a ganar poder. Él ha cultivado relaciones internacionales, por ejemplo, con Gary Urton de Harvard y otras personas reconocidas en el ámbito académico. Utilizando su poder sustentado en la conexión con redes de prestigio, él era capaz de atraer estudiantes a su órbita, prometiéndoles un futuro en la arqueología”

Estudiante C: es una exestudiante peruana de arqueología que trabajó en San José de Moro solo un año. Durante este tiempo, me comentó, Castillo la presionaba persistentemente para acostarse con él. Le prometía abiertamente que le daría más responsabilidad en las excavaciones si es que aceptaba. La estudiante C rechazó a Castillo, aunque con gran dificultad, ya que no se sentía cómoda contándole lo que estaba pasando a otros(as) estudiantes o a sus colegas mayores. (“Estaba realmente aterrorizada”, me contó). La estudiante C dejó la arqueología poco tiempo después de esta experiencia y nunca le contó a sus amigas(os) hasta que vio mis posts en las redes sociales. 

Estudiante D: es una exalumna peruana de la PUCP, donde Castillo Butters es profesor principal. Ella manifiesta que si bien Luis Jaime nunca la presionó para que se acostara con ella, él -de manera persistente- coqueteaba con ella, incluso durante clases. La estudiante D narra que Castillo Butters le pidió “ir por un trago” fuera de la universidad, a lo cual ella accedió en una ocasión, pero logró manejar la situación para que no volviera a pasar evadiendo a Castillo. 

La estudiante E es otra estudiante de Estados Unidos que trabajó en San José de Moro. La Estudiante E trabajó ahí relativamente al mismo tiempo que las estudiantes A y B. “Castillo realmente sabe cómo utilizar su poder y cómo asustar a la gente”, refiriéndose a las amenazas legales contra testigos, al igual que su comportamiento pasado. 

La estudiante E, quien era calificada como una “chica blanca guapa”, dice que ella y otras estudiantes mujeres utilizaban ropa ligera que creían sería decente, por el exceso de calor mientras excavaban -en temperaturas que llegaban cerca de los 38°C. Pero Castillo a menudo las instaba a usar aún menos ropa. Un día, me dice la estudiante E, estaba excavando en shorts y un sujetador deportivo cuando Castillo se le acercó y le dijo que ese día vendrían algunos representantes de una organización que estaban considerando darles financiamiento. “Necesito que tengas esa ropa puesta cuando vengan”, la estudiante E menciona que por el miedo, obedeció.

En otras oportunidades, la estudiante E dice que Castillo le pediría que se ponga ropa bonita y que bailara con los visitantes masculinos, autoridades y otras personas notables, quienes iban a San José de Moro. “También me pedía que me sentara con los hombres a la hora de la cena o del almuerzo, también me pedía que lo acompañara a otras fiestas para ayudar a entretenerlos”.

“Fui utilizada como una dama de compañía” la estudiante E dice, “nunca fui agredida, pero me utilizó de maneras muy inapropiadas”. La estudiante E me cuenta que se siente culpable de lo que aceptó hacer, pero sintió que tenía que hacerlo para seguir adelante. Siente que tiene algo de culpa sobre lo que pasó al no resistir las demandas de Castillo.

Además de la explícita explotación sexual y el comportamiento de represalia ejemplificado en los testimonios anteriores, numerosas fuentes me han informado sobre otros ejemplos de abuso de poder por parte de Castillo.

En 2009, por ejemplo, Castillo y un colega estadounidense fueron nombrados coeditores de la revista Latin American Antiquity, publicado por la Sociedad de Arqueología Americana (SAA). Después de un corto tiempo, algunos(as) arqueólogos(as) comenzaron a sospechar que Castillo estaba utilizando enfoques sesgados para el proceso de revisión de artículos. La SAA creó un pequeño comité que fue mantenido en secreto (hasta del comité editorial de la revista). Según un miembro con información interna de lo sucedido, el comité encontró que Castillo había estado favoreciendo o desfavoreciendo a algunos(as) investigadores(as) e institutos. Fue removido del cargo en los siguientes años encubriendo las razones de su retiro.

Asimismo, hablé con una exestudiante que fue alumna de Castillo en la PUCP el año 2013, cuando este era Viceministro de Cultura: “Él faltaba mucho a clases en la PUCP por sus viajes al extranjero. Él nos amenazó a toda la clase para que no nos quejemos a la facultad, diciendo que si algún día queríamos un posgrado en el extranjero íbamos a necesitar su carta de recomendación”.

Un(a) arqueólogo(a) estadounidense que ha trabajado en el Perú por más de una década menciona: “El abuso de Luis Jaime ha sido sabido por todos(as) nosotros(as). Es una vergüenza que ninguno(a) de nosotros(as) lo haya expuesto hasta ahora”.

Como resultado de las acusaciones en contra de Castillo, Urton y otros profesores de la PUCP, un número de organizaciones estudiantiles y activistas en el Perú han publicado declaraciones condenando el acoso sexual y otras formas de mala conducta. Como mencioné anteriormente, Castillo, a través de su abogado, ha amenazado a colegas que hablan de él, incluyéndome. Abajo estoy colocando la carta que recibí donde me amenaza legalmente, me da 24 horas para eliminar todo comentario sobre él en mis redes sociales.