Dana Hart nació en Argentina, pero migró a Chile con toda su familia en plena crisis económica, política y social en 2001, mientras De la Rúa escapaba en helicóptero de un país que llevó al colapso. En Chile estudió Pedagogía en Historia y luego una serie de especializaciones en psicoterapia. Vinculada al movimiento social y al movimiento feminista, sus conocimientos los usa para dar ayuda, soporte y acompañamiento a mujeres y disidencias en casos de abuso sexual y violencia de género; además de crear materiales, textos y publicaciones que fortalezcan la lucha de cientos de mujeres y disidentes que, en el ámbito del psicoanálisis, vienen luchando contra las ideas hegemónicas. Su primer libro, Histe(ó)ricas (2020), publicado por la editorial feminista Gafas Moradas, es un aporte para fortalecer el proceso de liberación de las mujeres y disidencias de sus ataduras patriarcales. Ha publicado un segundo libro titulado Sexualidades feministas.

Cómo nace la idea de darle voz a estas tres pensadoras y sentarlas en el diván.

Hay toda una serie de problemáticas, crisis y violencias que atañen a las mujeres y disidentes que muchas veces son tomadas como particularidades, como si fuera una singularidad, y resulta que a medida que el tiempo avanza nos vamos dando cuenta de que, en realidad, esas problemáticas que antes creíamos individuales son problemáticas sociales, que tienen que ver con miles de mujeres y disidentes que pasan por situaciones muy parecidas. Estas tres mujeres, de alguna manera, nos permitieron representar esas problemáticas, esas violencias que sufrimos día a día, en la voz de reconocidas referentes históricas que en muchas ocasiones también pasaron por acontecimientos o violencias similares.

Cómo fue el proceso de creación del diálogo con cada una de ellas.

En la medida en la que fui leyendo a cada una de estas tres autoras, comenzando por Simone de Beauvoir, continuando por Melanie Klein y terminando por Virginia Woolf, resultó que, en la lectura de ellas, en el estudio meticuloso de lo que van escribiendo a lo largo de su vida -recordemos que la literatura que tiene cada una de las tres es muy extensa-, podemos darnos cuenta de estas crisis que mencionaba anteriormente, estas violencias que se ven expresadas en sus escritos.

Cada una representa una problemática que atraviesa la vida de las mujeres (el impacto del abuso, la lucha contra la subestimación, la maternidad cuestionada), ¿por qué elegiste esas temáticas en cada una de ellas?

Si una empieza a recorrer el camino y a leer a Simone de Beauvoir, se va a dar cuenta de que ella reflexiona y se cuestiona muchísimas cosas. Sabemos todos que se cuestiona si la mujer nace o se hace en el proceso, y que a través de El segundo sexo llega a la conclusión de que la mujer se hace, es decir, es una construcción histórica. Esa problemática que ella plantea todas tenemos claro que está, pero ¿qué otras problemáticas, crisis y violencias también plantea, no solo en sus escritos sino también en su vida, que se expresan en lo que escribió, pero que también tienen que ver con su propia vida? La relación con Sartre, por ejemplo, ¿qué crisis plantea, qué discusiones, qué problemáticas, o ninguna, o no plantean ninguna? Está también este problema del punto de vista, de que en la lectura de las cartas, por ejemplo, con Sartre, pueden aparecer opresiones que una lee con años de diferencia, pero que igual está bueno sacar a la luz en el sentido de discutir, pensar y reflexionar en base a ello.

En el mismo sentido con Melanie Klein, una empieza a leerla y en la medida que avanza el oído y la vista entienden que ella tiene crisis de género igual que nosotras en muchos aspectos, por ejemplo, en relación con su hija. Ella tiene una hija y va planteando teorizaciones que parten por pensar que es la madre la que en realidad hace al superyó, que la clave de la constitución psíquica es la madre, el seno materno, el pecho o su sustituto a través del biberón; pero cambiando el eje y poniendo a Melanie Klein como una mujer disidente al interior del psicoanálisis, a diferencia de Freud, que plantea que la clave es el padre en la constitución del superyó y en muchas otras cosas más, pasa a plantear discusiones disidentes que se asemejan a problemáticas que nosotras tenemos hoy en día, ¿cuál es la relación madre-hija en el siglo XXI desde el feminismo? Está bueno ir pensando con ella y reflexionando en base a ese u otros temas que también se expresan en Virginia Woolf y aquí es donde está el tema número uno de lo que queremos transmitir en el libro.

Virginia Woolf es una escritora referente que claramente en sus escritos podemos ir siguiendo cuáles eran sus demandas y problemáticas, en donde plantea que la mujer tiene que tener derecho a escribir, una habitación propia y un sueldo que le permita hacerlo (en el tema de la escritura hay un tema de clase social también involucrado). Tiene muchas novelas, como La señora Dalloway, en donde va mostrando problemáticas de mujeres, pero sobre todo expresa su propia vida. Ella se suicidó de una manera muy terrible, sumergiéndose en el agua, y además estaba diagnosticada con un trastorno de personalidad bipolar. Lo que el libro hace es cuestionar de dónde sale ese trastorno y preguntar si tiene relación con el abuso sexual que ella sufrió por parte de sus dos hermanos cuando era una niña. ¿Hay alguna relación o no hay ninguna relación? Es la pregunta fundamental del libro, porque a partir de ahí se patologizan muchas de nuestras características de adultas y queremos cuestionar si es correcta o no esa dinámica que se da.

La historia de la sexualidad es un continuo de dispositivos de control sobre las mujeres…

La historia de la sexualidad femenina, en este caso, está vinculada a las experiencias que una niñe tuvo que realizar a través de su vida, cotidianamente, cada noche, y cómo esas experiencias le fueron marcando, es decir, fueron determinando su experiencia sexual, es en lo que trata de concentrarse el libro -yo por ejemplo, fui abusada sexualmente, violentada sexualmente durante la infancia durante muchos años-; entonces, mi experiencia sexual va a estar vinculada con una historia de abuso inevitablemente. Lo que está marcando también este libro Histe(ó)ricas es de qué manera nuestra sexualidad, nuestra posibilidad de desarrollo y vida sexual actual de adulta está súper determinada por el patriarcado y por las experiencias que tristemente tuvimos que hacer en este patriarcado, y por las represiones y las libertades nos dieron, así como por las que nosotras luchamos y conquistamos. Yo creo que esa dialéctica entre la historia de lo que nos pasó y el presente de la lucha que damos es la que configura nuestra sexualidad desde el punto de vista feminista.

Cómo se ha dado el paso a la ansiada autonomía y cuánto nos falta aún para resolver estos dolores originados por el patriarcado

Muchas veces acudimos a psicólogos, a terapeutas, en busca de sanación, en busca de estar mejor, en busca de la estabilidad emocional tan anhelada, y eso está bien, pero al fin y al cabo hay un punto en el que te das cuenta de que vas a seguir llorando así tengas al mejor terapeuta de la Tierra en este momento, ¿por qué? Porque no somos personas aisladas en la nada, donde podemos estar tristes o felices a partir de nuestra propia estabilidad emocional, somos personas que estamos sumergidas en una realidad y esa realidad no es feliz, no es un mundo hermoso, divino, estamos en medio de una pandemia, hay miles y miles de personas que están enfermas, muriéndose, sin poder acceder a respiradores, hay adultos mayores que están en este mismo momento en un geriátrico, en las peores condiciones, con las manos atadas a la cama tratando de sobrevivir, miles y miles de trabajadores de la salud haciendo todo lo posible para que esto salga adelante con Estados y gobiernos que nos están reprimiendo por una sola queja; obviamente que el estado de ánimo está sujeto a la realidad, como dice Adler, en la mujer también está vinculado el mundo, el contexto, con la realidad y el interior del estado de ánimo, estar feliz en una situación de pandemia estaría desentonando y llamaría la atención.

Los dolores que tenemos son dolores que parten del patriarcado, parten de un régimen de dominación patriarcal, muchos de ellos tienen que ver con la empatía de ver a otres en situaciones terribles, entonces, lo que está transmitiendo el libro no es una filosofía de ser feliz, llame ya, ahora y le vendemos una receta automática para sonreír, porque eso no existe, tampoco lo contrario, tampoco es el culto de la tragedia, no, simplemente es decir “hay una forma de resolver nuestras problemáticas, sí, hay una forma de terminar con los dolores, sí”, y esa forma es terminando con la sociedad patriarcal, así de simple. Por eso el feminismo es una herramienta terapéutica hasta el final, porque es la transformación de la sociedad lo que nos va a dar la posibilidad de felicidad y de quitarnos la angustia, no después, como muchos dicen parodiando, “el problema de las mujeres queda para después de las transformaciones de clase”, sino hoy mismo, a partir de hoy mismo, en el proceso de transformación de la realidad es donde encontramos la posibilidad de sentirnos bien, entonces ¿dónde nos sentimos bien? Nos sentimos bien cuando vamos a una marcha, cuando estamos en un colectivo de otras compañeras que no son opresivas, nos sentimos bien cuando creamos, cuando vamos a crear algo, no hay sentimiento más placentero que terminar de hacer algo y sentarse a descansar y mirar la obra recién hecha de lo que sea, ya sea algo de cocina, ya sea una pintura, ya sea una canción o pintar una pared.

Es muy importante crear, transforma y buscar la manera de cambiar la realidad porque cambiando la realidad en esa dinámica que tiene que ver con el feminismo es como podemos, sin duda, no solo sentirnos mejor, sino ganar por fin esa estabilidad emocional que tanto anhelamos. La estabilidad emocional que necesitamos por dentro tiene que estar afuera en la sociedad también, porque si hay gente pobre, si hay explotación, si hay gente muriendo de hambre, evidentemente la estabilidad emocional no es acorde, hay que buscar que sea acorde con la realidad.

La sexualidad femenina ha sido un tabú, invisibilizada o ilegible incluso (en lesbianas), lo que ha tenido (y tiene) un impacto en la salud de las mujeres, cómo podemos hacer las mujeres para darle la vuelta y lograr conjugar placer y deseo sin las limitaciones del patriarcado.

Yo tengo la sensación de que la sexualidad se va a ir colectivizando con el tiempo, para mí la salida es esa, obviamente es un punto de vista, hay miles de puntos de vista y perspectivas y hay que aceptarlas. Desde la mía, yo creo que la sexualidad se va a ir colectivizando y con el tiempo cada vez más va a ser natural o común o normal que las personas tengan una vida sexual que vaya más allá de dos, yo pienso eso porque he visto procesos de tomas de universidad, tomas de empresas, he leído historias, he visto que la colectivización de la sexualidad es una buena idea para romper la heteronorma.

Señalas que nosotras no tenemos un “ello” como formuló el psicoanálisis en un inicio, sino un “ella” o “elle”, que puede ser reformulada a través de la terapia, explícanos un poco más del concepto y su tratamiento.

En la literatura psicoanalítica, empezando por el padre fundador que es Freud, se establece que existe una división de dimensiones -una dimensión no dividida digámosle-, que van desde el yo hasta el ello, y el superyó, esas tres dimensiones que existirían. El ello tocando con el inconsciente, aunque todas son partes del inconsciente, el yo funcionando como mediador, y el superyó, que se caracteriza como la voz del padre en el caso de Freud, o la voz de la madre, pero en realidad es la interacción con la madre, en Melanie Klein y esa parte de la disidencia. Entonces, por qué, si estamos en pleno siglo XXI, yo voy a seguir caracterizando estas tres dimensiones sin pensar o sin incluir el problema de la identidad de género o el lenguaje inclusivo. El ello no solo como forma, sino como contenido, en la literatura está escrito como agresivo y se aplica esa palabra. Yo creo que puede ser polémico, alguien te va a decir “no, el ello es otra cosa”, pero el que revisa y revisa, generalmente sin sentido común del psicoanálisis, lo vincula con lo agresivo y con quien está, es decir, con lo instintivo, con lo indomable, con esa libido incontrolable.

La pregunta es, en la subjetividad patriarcal que nos rodea, ¿qué se entiende por agresivo, por impulso libidinal que no se puede controlar?, ¿el instinto de quién? Del hombre. Es clásico, muchas feministas han escrito diversos documentos discutiendo contra la idea de que el hombre es agresivo por naturaleza y la mujer es pasiva; en el psicoanálisis está expresado así, el ello es este impulso agresivo, se entiende así; entonces, el llamado a cuestionar es: está bien dividir en dimensiones, porque son las dimensiones que la sociedad patriarcal va moldeando en el individuo, ¿pero cómo esas dimensiones se dividen para una mujer disidente? Yo, como mujer disidente no tengo un ello agresivo, puedo sentarme diez horas con Freud en un análisis y no lo va a encontrar, no lo tengo, porque ¿qué tengo? Tengo esa dimensión constituida ya, con tintes de identidad de género casi como hasta si pudiera hablar. Es una ella, en otros casos será un elle. En mi caso en particular es una ella, yo identifico que existe como una voz, se vincula con lo instintivo, con lo que no se quiere decir, con lo reprimido, la voz de lo reprimido que habla y que sí trata de expresar.

Freud lee esas expresiones del inconsciente a través de los sueños, de los errores gramaticales, los errores del habla, de las ocurrencias, de cualquier elemento, inclusive de la literatura, de las novelas. Freud puede y es capaz de leer el inconsciente de los hombres en sus distintas expresiones, pero yo creo que debemos ser capaces de leer las distintas expresiones de esta ella en el caso nuestro, que tiene sus características particulares y que también tiene sus expresiones. Yo no lo identifico como agresivo, tampoco pasivo, sino con otros elementos que están planteados en el libro para empezar a abrir a ese nivel, en ese rango, esa discusión.