El cantante de cumbia Tony Rosado es un ejemplo de todo lo que no tiene que ser ni hacer un hombre. En sus espectáculos siempre insulta a las mujeres o las toca indebidamente, dándole un mal ejemplo a los que asisten e incentivando la violencia contra ellas en un país que ya va contando más de 90 muertes por feminicidio.
Rosado, un hombre que ya se acerca a la tercera edad, no sabe o no quiere darse cuenta que la naturalización de la violencia contra las mujeres, disfrazadas de chiste, canción o chanza, a estas alturas es inaceptable porque se convierten en difusores de comportamientos machistas en niños, adolescentes y jóvenes, y porque perjudican la vida de las mujeres en sus diversas edades.
Según él, esto es lo que quiere el público, pero esa no es una razón para hacerlo, el público puede querer que baile calato si le da la gana, una cosa es querer, y otra hacer. En ese sentido, reproducir acciones que están mal, porque cosifican y humillan a las personas, que son perjudiciales para su salud física y/o mental, que insultan y denigran, y que terminan convirtiéndose en formas de reproducción del machismo que queremos desterrar de la sociedad, se constituye en apología a la violencia contra una población en situación de vulnerabilidad y el Estado debería tomar acciones al respecto.
No necesitamos más Tonys Rosado ni en la música, ni en la sociedad.