El candidato municipal por Lima, Juan Carlos Zurek, no muy bien asesorado, subió un mensaje para la única contendiente mujer, Esther Capuñay, en el que equiparaba su debate a una cita romántica. Un nuevo hito para el desatino.

Mientras que a Daniel Urresti o a Renzo Reggiardo los interpela por sus ideas y propuestas, a Capuñay, por tratarse de una mujer, la trata como una posible saliente, un flirteo “respetuosamente”, claro. Como si el debate fuera un encuentro romántico, con traje y rosa incluida.

Habría que recordarle al señor Zurek que nuestra participación en política no se trata de una broma. Salvando las distancias con la candidata de Unión por el Perú, cabe preguntarnos ¿hasta cuándo las mujeres seremos vistas desde un punto de vista paternalista y condescendiente?, ¿por qué de 20 candidatos, solo una es mujer?, ¿a qué responde este desequilibrio en la representación de los partidos? Preguntas válidas si queremos reflexionar sobre el papel de la mujer en la política peruana.

Recordemos que hace unos días el Congreso de mayoría fujimorista, votó en contra de considerar la paridad como un criterio más al elegir nuevos miembros en la reforma del CNM, ahora llamada Junta Nacional de Justicia. Sumamente injusto considerando que las mujeres no partimos con igualdad de condiciones que los hombres. A nosotras nos cuesta mucho más labrar un camino, tratando de compatibilizar nuestro desarrollo profesional con la carga familiar.

Entre los datos arrojados por Naciones Unidas, se muestra la diferencia con los hombres que se acentúa en los gobiernos municipales, en los cuales las peruanas apenas llegamos al 3% de representación, y en los regionales, en los cuales solo Yamila Osorio en Arequipa ha sido elegida gobernadora.

Un escenario desalentador para las mujeres en temas políticos. Sin embargo, la esperanza viene de diferentes colectivos y organizaciones que tienen como objetivo empoderar a las niñas, futuras líderes de nuestro país.

Hablando de desatinados…

No nos olvidamos del episodio que protagonizó el ex ministro de educación, Idel Vexler, con la saliente ministra de la misma cartera, Marilú Martens. En plena transferencia de mando, se refirió a ella así: “Muchas gracias Marilú por tu trabajo, esta es tu casa, ven cuando quieras, quiero que me visites lo más que puedas. Además, con una ministra tan hermosa”, y le estampó un beso en la mejilla. Cuando todos observaron ese hecho por demás incómodo, solo atinó a “disculparse” de la siguiente manera: “Si Martens se sintió incómoda por una muestra de gentileza, le pido disculpas”. Sacando cuerpo como siempre.

Cada vez menos tolerancia con estos hombres.