El congresista de Avanza País, Alejandro Cavero, liberal de derecha y abiertamente gay, ha propuesto nuevamente la ley de Unión Civil, en este caso, para todo tipo de pareja, según sus entrevistas, porque se desconoce aún su redacción, pero que beneficiaría principalmente a las parejas homosexuales que, en la actualidad, no tienen ningún tipo de protección por parte del Estado peruano.

La Unión Civil en el Perú ha tenido un largo debate desde 2013, cuando el excongresista Carlos Bruce la presentara, en un tenso consenso con organizaciones que promueven los derechos LGTBIQ+, como el MHOL, Promsex y la Sociedad Secular, porque no teníamos nada, hasta 2015, cuando fue rechazada en la Comisión de Justicia y en su lugar fue aprobada la Unión Solidaria, propuesta por la excongresista Martha Chávez, quien buscaba bloquear la posibilidad de que las parejas homosexuales sean reconocidas.

Con la Unión Solidaria logró dos cosas: que se afectara la legítima en la herencia y que las parejas homosexuales no sean reconocidas como familia. Su proyecto de ley se quedó ahí por el mismo desinterés de la fujimorista de llevarlo al Pleno a debatirse. Nunca se puso en agenda y terminó en el olvido, porque su verdadero objetivo era que no se aprobara la Unión Civil, a pesar de que Bruce fue bajando y bajando la capacidad de la ley de afectar la vida de las personas a las que se suponía iba a beneficiar.

Pero más importante que lo que ya sabíamos las y los activistas que iba a pasar, es decir, que por pedir poco no nos iban a dar nada, fue el intenso debate que se generó durante ese tiempo, a través de campañas, marchas, intervenciones, conversatorios, entrevistas y más que lograron avanzar en el reconocimiento, por lo menos simbólico, que ya es bastante, de la situación de las parejas lesbianas y gays en el país.

A pesar de que el Perú es un país conservador en donde muchísima gente vive en la ignorancia respecto a sus derechos y más aún respecto a los derechos de los otros, era inevitable pensar que en prácticamente toda familia, de cualquier estrato social, cultural y geográfico, una persona LGTBIQ+ estaba presente, y esta persona se estaba haciendo visible gracias al debate sobre sus derechos, y por ende, sobre su vida y la calidad de esta.

Pero ese debate ocurrió hace 10 años, una década, que mínimo debe dar una idea de hacia qué horizonte se debe apuntar en estos tiempos: ¿tiene sentido una ley que por más bien intencionada que busque ser, que intente no “lastimar” los oídos conservadores por lo que se niega a llamarse matrimonio, que busque ser prácticamente un contrato que puede firmarse fríamente en una notaría, que se le saque cualquier emoción, sentimiento o reivindicación para no afectar a los homofóbicos, no logra cambiar la vida de las personas a las que se dirige porque las coloca en una situación de doble vulneración, de exclusión, de apartheid y de subalternidad? ¿Queremos eso las personas LGTBIQ+? ¿Estamos tan desesperados que diez años después de haber luchado por una ley que abría el debate en el Perú sobre nuestros derechos familiares y patrimoniales regresionamos a lo misma, y tal vez a algo peor que eso?

¿Con qué organizaciones de base Cavero ha discutido estas cuestiones? ¿Cuáles son sus correlaciones en el Congreso? ¿Cuáles son las bancadas afines a su proyecto? ¿Quién lo acompañará cuando lo presente? ¿Espera que Miraflores y San Isidro se levanten a hacer plantones a favor de esta? ¿Quiénes pondrán el cuerpo para defenderla? ¿Impulse? ¿El Vale Todo? Estas son las preguntas que el recordado Gio Infante se haría al ver que diez años después de hacer una campaña enorme, hermosa, reivindicativa, como un patético deja vu volvemos a escuchar la palabra que ya no queríamos escuchar más: unión civil, y ver a una reproducción joven de Carlos Bruce repitiendo el mismo error.

Tal vez no podemos esperar cosas mejores del liberalismo peruano, pero frente a ello, se levanta hostil la derecha y la izquierda conservadora, cada una peor que la otra, con discursos caducos, rengos, altisonantes en su desvergüenza para defender sus malos argumentos contra las personas LGTBIQ+, incluso siendo de la comunidad, incluso habiendo vivido la discriminación y, por ende, traicionándose a sí mismos.

Esta derecha y esta izquierda comparten la misma excusa idiota para frenar todo a su paso: que no se puede comer y a la vez leer, que no se puede caminar y a la vez pensar, que no se puede bailar y a la vez conversar, es decir, que no se pueden hacer dos cosas al mismo tiempo.

Escuchamos a sus líderes decir que primero acabemos con el hambre, la miseria, el dolor, la guerra entre Ucrania y Rusia, y encontremos la cura para el cáncer, y después ya podemos pensar en darle derechos a los homosexuales. Solo así, es posible pensar en que una comunidad sin derechos pueda adquirirlos, cuando se solucionen los problemas del planeta y tengamos paz mundial.

Sabemos que este pedido es falso, que no les interesa, como a Martha Chávez y su Unión Solidaria, proteger a nadie e incorporar a todos, les resulta cómodo convivir con el hambre y la miseria, mientras los homosexuales no tengan derechos, porque hambre y miseria sin homosexuales no sería lo mismo. Ya sea que duerman con la Biblia o con el Manifiesto Comunista, entendieron mal todo, Jesús y Marx fueron revolucionarios, y ellos sabían muy bien que ninguna revolución se gana con fariseos de corazón. Legislar es fácil, lo que para muchos no es fácil es ser humanos en el proceso.